Capítulo 14

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Nota: Las palabras en negrita y cursiva, tendrán su significado al final de cada capitulo

¿Qué me pasa? Los cabrones malhumorados nunca han sido lo mío, pero todo lo que he podido pensar en todo el día -demonios, desde que Carlos me chupó la polla- es cómo volver a meterme en sus pantalones

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¿Qué me pasa? Los cabrones malhumorados nunca han sido lo mío, pero todo lo que he podido pensar en todo el día -demonios, desde que Carlos me chupó la polla- es cómo volver a meterme en sus pantalones.

Y en cuanto llegamos a mi casa, lo que sea que haya hecho claramente ha funcionado. Aparca su coche al otro lado de la calle y se apresura a alcanzarme.

Anoche nevó, del tipo que se adhiere al suelo, y Carlos casi se resbala con el hielo negro, pero la necesidad de bajar no parece afectar a sus reflejos, ya que se endereza y se reúne conmigo en la puerta.

Apenas hemos cruzado el umbral cuando Carlos me golpea contra la pared de enfrente y su cuerpo cubre el mío. Su erección me presiona la cadera mientras mi bolso se clava en mi costado, y él baja su boca hasta la mía.

Todo es lenguas y bocas ávidas que se devoran mutuamente.

Maldita sea, sabe besar.

Luchamos por el control, por el dominio, y es tan jodidamente excitante cuando levanta la mano para detener mi cara donde quiere, que mi polla pasa de estar a media asta.

Separo mi boca de la suya y Carlos intenta seguirme hasta que jadeo: — Espera. Espera, espera... espera.

¿Por...? Palabras, Charles.

—Necesito comprobar que mis padres no están en casa.

Carlos hace una pausa. —Dijiste que estaban fuera.

—Se supone que sí. Pero no queremos que nos pillen y quedemos en evidencia, ¿verdad?

Se apresura a sacudir la cabeza.

Respiro profundamente y grito: —¡Mamá, papá, estoy en casa!

Entonces los dos nos quedamos en silencio, esforzándonos por captar cualquier sonido por encima de nuestra pesada respiración.

Después de un minuto de profundo silencio, Carlos se relaja, y su mirada baja inmediatamente a mis labios. —¿Dónde estábamos?

Me zafo de su abrazo antes de que me besé y me vuelva a dejar sin cerebro. —Estudiando. Estudiando mucho, mucho, mucho.

—Más vale que eso sea un puto eufemismo—, gruñe Carlos. Le tomo la mano y lo arrastro tras de mí, guiando el camino hacia arriba.

Tengo que mantenerme fuerte y asegurarme de que él estudie primero, y tengo aproximadamente diez segundos antes de que lleguemos a mi habitación para encontrar algo que me detenga.

Lo cual es casi imposible cuando me detengo durante el punto tres de un segundo para abrir mi puerta y Carlos se aprieta detrás de mí. Un aliento caliente me hace cosquillas en el cuello cuando nos empuja al interior y cierra la puerta de una patada, pero antes de que las cosas vayan a más, le doy la vuelta a la tortilla.

Mates &  Dates 1° [CHARLOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora