Aemond Targaryen y Lucerys Velaryon son enviados por el mismísimo Rey Viserys a una misión real que cambiará para siempre sus percepciones mutuas. ¿Podrá el odio y los rencores del pasado mantener su vigor o serán eclipsados por sentimientos comple...
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La trágica partida de la atesorada Reina Aemma Arryn había marcado un fuerte distanciamiento entre El Valle y la casa Targaryen, agraviándose aún más luego de que el Rey Viserys tomara una segunda esposa y tornándose aún más devastadora luego de la muerte de Rhea Royce y los misterios detrás de este suceso. El Rey Viserys ya no encontraba una manera de aligerar las controversias y devolver los lazos amistosos a la gloria que una vez alcanzó durante el reinado del Viejo Rey y La Bondadosa Reina.
Luego de un largo debate consigo mismo y su Consejo Privado, había decidido sacar provecho de las próximas nupcias del Príncipe Jacaerys Velaryon y su prima Baela Targaryen, para enviar una formal invitación al Nido de Águilas, rezándole a los Siete porque fuera bien recibida y aceptada. Para demostrar sus buenas y más honestas intenciones, dio la orden directa a su propio vástago, el Príncipe Aemond Targaryen y a su adorado nieto Lucerys Velaryon, para que realizaran un viaje hacia la mismísima fortaleza ancestral de la Casa Arryn, como portadores reales de la invitación a esta boda que más adelante se caracterizaría como La Boda de Diamante de los Siete Reinos.
El Rey Viserys estaba completamente al tanto de los viejos resentimientos que aún se cernían sobre su nieto y su hijo luego de aquel fatídico incidente en Mercaderiva durante el Velorio de Lady Laena Velaryon, pero aún así, desafiando las leyes de la cordura al juntar a ese par para una misión, los recibió directo en sus aposentos para encomendarles la importante tarea. No encontraba una muestra de sinceridad más óptima que disponer a dos Príncipes de los Siete Reinos para esta importante misión.
-Es vuestro deber como príncipes llevar mis palabras a El Valle de Arryn. Jacaerys y Baela estarán contrayendo nupcias dentro de tres Lunas, y si pienso celebrar una boda tan radiante y legendaria, es necesaria la presencia de cada una de las casas principales y más poderosas de los Siete Reinos. Cuervos con invitaciones han volado desde esta mañana hacia diversos destinos, pero el Valle es tan orgulloso como arrogante y rencoroso, la única oportunidad que tenemos de devolverlos a nuestro lado y aligerar asperezas es que dos de mis descendientes directos hagan una visita.
Al notar las expresiones de asombro y disgusto que afloraban de los juveniles rostros de sus pequeños, El Rey se apresuró a dedicarles una sonrisa alentadora pero que emitía esa aura característica de un soberano que está dispuesto a ejercer su autoridad de ser necesario.
-¡Oh, casi lo olvido! Nada de dragones. Deberán emprender un viaje discreto a caballos. Les deseo buena suerte y un satisfactorio regreso.
Sin lugar a réplicas agitó su diestra en señal de que ya podían retirarse. Sinceramente no quería escuchar las quejas que estaba seguro que terminaría pronunciando este par de tío y sobrino. Viserys quería paz y tranquilidad en su linaje, y veía en esta encomienda una ocasión de reconciliación entre ambas partes de su familia.
