𖹭 . 𝖭𝗂𝗌𝗁𝗂𝗆𝗎𝗋𝖺 𝖱𝗂𝗄𝗂, 𝗍𝗁𝖾 𝗌𝖺𝗍𝗒𝗋

3.5K 276 63
                                    

Riki soltó un pequeño gemido cuando sintió, de nuevo, aquel roce entrepierna. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero tenía demasiado sueño, no quería abrir los ojos.

O al menos, así fue hasta que distinguió un gemido más... que no era suyo.

Abrió los ojos en el momento preciso que todos los recuerdos de la noche anterior se desbordaron en su mente como una avalancha. Se sobresaltó un poco, abriendo los ojos de golpe y encontrándose con la castaña cabellera de Sunoo recostada en su pecho cómodamente.

Movió las piernas un poco, notando de inmediato la razón de sus gemidos y los de Sunoo: ambos tenían las piernas enredadas con las del otro, por lo que era de esperarse que sus entrepiernas quedasen juntas y frotándose constantemente entre sí.

No le tomó demasiado darse cuenta de que no podía moverse, pues los brazos de Sunoo estaban fuertemente aferrados alrededor de su cintura dejándole inmóvil.

Cerró los ojos con fuerza, intentando plantearse una idea de lo que le diría a Sunoo y cómo éste podría reaccionar ante la historia nada trágica que Riki estaba deseando contarle, pues quería que Sunoo entendiese el porqué de su actitud de siempre y la de anoche.

No iba a ser algo fácil de contar, porque probablemente el mayor se reiría de él. Pero Sunoo le gustaba... y quería intentarlo con él. Por más que eso le costase el autocontrol, deseaba que con el castaño no fuese únicamente algo sexual.

Sintió un par de cosquillas en el cuello y miró hacia abajo, encontrándose con que Sunoo parecía estar despertando, pues se movía inquieto, por lo que su cabello cosquilleaba en el cuello de Riki, quien no pudo reprimir sus impulsos y acarició sus cabellos delicadamente.

Sunoo paseó sus manos por el abdomen de Riki, poniéndole nervioso.

―¿Sunoo?

Sunoo le miró en ese momento y Riki temió que pudiese escuchar el inquieto y fuerte latido de su corazón, pues éste se había agitado notablemente al ver la adorable cara de Sunoo recién despierto, con pequeños y hermosos ojos perezosos medio abiertos, sus labios exquisitos y rosas como siempre y sus cabellos apuntando en todas las direcciones, dándole una apariencia más que preciosa.

―Buenos días, Riri―. Sunoo murmuró, trepó hasta quedar sobre Riki y le besó en la mejilla. ―¿Cómo dormiste?

Riki le miró, estupefacto. ¿Acaso había olvidado lo que sucedió en la madrugada? Era cierto que deseaba que Sunoo recordase cada minucioso detalle, como él lo hacía, pero, de cualquier modo, aún no sabía cómo lidiar con ello. Así que no tenía idea de qué hacer o qué decir.

―B-bien―. Se limitó a responder, forzando una sonrisa. ―¿Y tú, Hyung?

Sunoo rió, sacudiendo sus hombros y confundiendo al menor. ―Hace un par de horas estabas: "Sunie, me gusta el control, "Sunie, cállate", "Sunie, eres muy inquieto", Sunie, Sunie...―. Se burló el mayor enarcando una ceja. Riki enrojeció por completo. Sunoo apoyó sus manos en el pecho de Riki y, en éstas, su cara. ―Es un poco inverosímil que ahora me digas Hyung.

El menor se muerde el labio inferior. Debía admitir que se había estado armando de valor para contarle todo a Sunoo desde hace más de una semana, pero, justo en ese momento, ni una sola palabra era capaz de salir de su boca.

Pero parecía no ser necesario, pues, estando completamente hundido en sus pensamientos, lo único capaz de sacarle de allí, fueron los tercios labios de Sunoo posándose sobre los suyos.

Sunoo se acomodó de modo que quedó sentado sobre el abdomen de Riki y enredó sus dedos en el cabello creciente de la nuca del menor, quien se derritió instantáneamente ante el toque, enlazando su lengua con la de Sunoo.

Nishimura se recostó contra la cabecera de la cama sentándose, haciendo deslizarse a Sunoo por su estómago hasta que su trasero cayó en su entrepierna. El castaño se acomodó, moviendo sus caderas contra las del más bajo, a lo que éste no pudo evitar jadear en medio del beso, apretando los ojos y apartando al mayor, quien le miró con los ojos anhelantes y brillosos, con los labios hinchados y rojizos.

―No puedo, Sunoo... no puedo...―. Murmuró el azabache, revolviéndose el cabello.

―¿Qué no puedes?―. Inquirió Sunoo, enarcando una ceja. Riki dudó muchas veces antes de mirarlo, pero al final, lo consiguió.

―No puedo hacer nada contigo hasta que sepas todo―. Confesó Riki, mordiéndose el labio inferior. Sunoo sonrió, comprensión brillaba en su mirada y Riki tuvo que contenerse un infierno para no lanzársele encima en ese momento.

―Bueno... empieza―. Pide Sunoo, acariciando levemente las clavículas del menor.

―Primero... siéntate en otro lugar, no puedo concentrarme si estás ahí―. Le hace saber Riki, señalando un lugar a su lado en la cama. Sunoo suelta una risita traviesa y se acomoda donde Riki le ha pedido.

―Ahora, empieza.

El menor se lamió los labios, ansioso.

―Soy un sátiro―. Soltó de golpe, haciendo a Sunoo sobresaltarse.

―Eh... bien.. supongo que...

―No he terminado―. Lo interrumpe. ―La primera vez que tuve sexo fue a los dieciséis. Fue con una chica y fue... horrible―. La mueca de asco que hace Riki en ese momento hace reír a Sunoo. ―No lo intenté hasta medio año después... pero fue, esta vez, con un chico. Él no quería dejarme ser el activo por mi falta de experiencia, pero me negaba a ser el pasivo, así que esa noche sólo nos tocamos y no pasamos del sexo oral. A pesar de eso, fue una de las mejores noches de mi vida. Así que asumí que el problema eran las chicas―. Riki hace una pausa. ―Entonces me eduqué en el tema del sexo homosexual y empecé a hacerlo con chicos... demasiado seguido. No podía estar un fin de semana sin estar entre las piernas de un chico... con el tiempo empeoró porque los chicos no eran suficiente para mí. Por más que me había traumatizado con el tema de las chicas, no pude resistirme. Empecé a hacerlo con chicos, chicas y con ambos al mismo tiempo. Llegué al punto de no poder pasar un día sin tener sexo. Mi resistencia se volvió aterradora...―. Riki hace una mueca de angustia. ―Podía hacerlo cinco veces seguidas incluso y a veces sentía que no quedaba satisfecho. Mi familia se dio cuenta... fue lo más vergonzoso que tuve que admitir ante ellos, pero, en ese punto, yo ya sabía hace mucho que tenía un problema de hipersexualidad. Así que fui a tratamiento durante un año y medio. Para cuando salí, tenía dieciocho, que fue cuando me fui de intercambio. Cuando llegué a América, me di cuenta de que llamaba mucho la atención, las chicas y los chicos literalmente me caían por todos lados. Así que pensé que no era bueno para mi autocontrol si tenía la tentación tan cerca. Siempre he sido un chico un poco tímido, así que me encerré en mí mismo, así era hasta que cumplí diecinueve. Pareció funcionar porque nadie me prestaba atención...―. El chico se cubre la cara con las manos ―Hasta que tuve que volver a Corea y entonces a la universidad y entonces tuve que entrar en el equipo y ahora todos están detrás de mí...

Riki se calló de repente. Quizá una apresurada confesión después de una historia tan patética como aquella no era una buena idea... lo mejor era esperar por la reacción de Sunoo.

Así que se volteó a mirarlo, encontrándose con los adorables ojos de Sunoo muy abiertos y perdidos en la nada, procesando la información recién recibida.

―Bueno... yo no sé qué decirte―. Admite Sunoo, encogiéndose de hombros. ―Lo único que puedo pensar es que no te va a servir de nada reprimirte sexualmente. Todo saldrá peor. Además, tienes las bases de tu tratamiento y las pautas a seguir, sabrás qué hacer cuando sientas necesidad de tener sexo... como lo has hecho todo... este tiempo...

―Hay un problema más grande que ese―. Murmura Riki, mirándolo fijamente. Sunoo corresponde su mirada, sonrojándose levemente.

―¿Cuál es el problema?―. Pregunta el mayor, moviéndose para volver a su posición anterior, sobre el regazo del menor.

Riki traga saliva, desviando su mirada de los labios a los ojos del mayor en repetidas ocasiones.

―Que me gustas.



﹙★﹚

sunki mis papás

──    𝖿𝖺𝗅𝗈𝖿𝗂𝗅𝗂𝖺   ୨୧   𝘀𝘂𝗻𝗸𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora