𖹭 . 𝗍𝗐𝖾𝗇𝗍𝗒-𝗌𝗂𝗑 𝖼𝖾𝗇𝗍𝗂𝗆𝖾𝗍𝖾𝗋𝗌

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―A-ah... uf, mierda, Sunoo...―. Riki suspira, entrecortado, apretando la sábana bajo su cuerpo entre sus dedos. Sunoo lo mira, atento, hambriento, deleitándose con la excitada expresión que poseía Riki en su rostro. Por su frente descendían gruesas gotas de sudor, sus ojos estaban entreabiertos, más oscuros de lo usual, sus labios se encontraban húmedos y porciones rojizas por las mordidas que él mismo se proporcionaba. Estaba hecho un auténtico y hermoso desastre, y él era el causante y eso le encantaba.

Acuna en el interior de su boca los testículos de Riki, succionando intensamente fuerte y haciéndole apretar la expresión en su rostro soltando una maldición al aire, bastante fuerte.

Los lamió un poco antes de arrastrar su lengua por la larga extensión del miembro hasta llegar a la punta y mimarla con devoción, dándole pequeños besos calientes y un par de succiones que hicieron levantar a Riki las caderas del colchón.

―Trágatela toda―. Demanda Riki, llevando sus manos al cabello de Sunoo. Éste sonríe levemente e ingresa solo una pequeña parte en el interior de su boca, haciendo sisear al menor. ―Sé que puedes meterla más profundo, vamos.

Sunoo gime alrededor del grueso falo en su cavidad bucal, aumentando la profundidad con la que succiona. Los sonidos húmedos hacen que, para Riki, todo sea casi demasiado. Sunoo sumerge el gran miembro hinchado del menor en su boca, hasta donde más puede, y, con las dos manos abarca lo que no alcanza a entrar masajeando con esmero y buscando hacer acabar al mayor en su boca lo más pronto posible.

Se moría por sentir el orgasmo del castaño en su boca, viajando por su garganta e inundando sus papilas gustativas con el amargo sabor de su esencia. Quería sentir esa caliente semilla derramándose a lo largo de su lengua y quería que fuera abundante.

La sensación de ahogo y mareo al no poder respirar correctamente por las furiosas y nada complacientes embestidas de Riki a su garganta lo hacían sentir como si fuese una puta, pues sólo se excitaba mucho más.

Intentó llevar una de sus manos a su propia erección, buscando un poco de alivio, sin embargo, al notar aquel detalle, el menor gruñó, mirando a Sunoo con los ojos líquidos en lasciva y muy enojados.

―Si quieres correrte, hazme correr primero―. Le advierte, con la voz ronca como el infierno. Sunoo gimió en desaprobación, pero aquello le hizo querer hacerle terminar mucho más rápido, así que, tomando aire profundamente, logró meter un poco más de la mitad en su boca, sintiendo arcadas. La saliva se acumulaba en abundancia en sus manos, las cuales masturbaban a Riki efusivamente.

Siguió chupando más fuerte y empalando su boca en la gran dureza del mayor hasta que éste movió abusivamente las caderas, dejándose caer del todo en la cama. Sunoo pensó, entonces, que se correría, pero Riki se sentó de repente y le empujó de los hombros, apartándolo por completo de su erección.

Sunoo le miró confundido. Riki se limitó a besarle en los labios con necesidad. Una vez logró juntar suficiente fuerza de voluntad para apartarse de la boca de Sunoo, Riki le obligó a ponerse de espaldas.

―Ponte en cuatro―. Ordenó con la voz grave. Él obedeció, un poco aturdido. El menor se ubicó debajo del cuerpo de Sunoo, completamente acostado con su cabeza en la almohada y dejando el culo empinado de este justo en su rostro. Sunoo entendió lo que el menor pretendia hacer cuando éste empujó su erección contra su boca, indicándole silenciosamente que siguiese chupándolo.

Y estuvo a punto de hacerlo, pero, en ese momento, Riki ahondó en su entrada con su lengua de repente, como en la madrugada, y Sunoo se retorció, arqueando la espalda.

―¡A-ah, Riki!―. Grita Sunoo, pues el menor no sólo le prepara con su lengua, moviéndola expertamente en su apretado interior, si no que también acerca sus grandes y talentosas manos a su erección, atendiéndola.

──    𝖿𝖺𝗅𝗈𝖿𝗂𝗅𝗂𝖺   ୨୧   𝘀𝘂𝗻𝗸𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora