CarlosArdían y Dolían, estaba cansado, cansado de tanto llorar por él. Fui estúpido al dejar que se marchara. Lo busqué y lo llamé en mis noches de dolor, donde casi podía verme reflejado en mis lágrimas, las cuales aparecían al solo pensar en ti.
No te valoré y por eso ahora me encuentro solo en un bucle sin fondo en el que me hundo todos los días. Los chicos dicen que estoy mal, que necesito ayuda cuando en realidad lo que necesito es volverte a tener entre mis brazos. Mi corazón no puede soportar tu ausencia. Lo único que quiero en mi vida es que vuelvas y poder decirte que eres la estrella que ilumina mi camino sin esperanza.
Otra vez lo estoy haciendo. La cuchilla entre mis dedos se llena de sangre cuando la paso por mis brazos, piernas y cadera. No lo quiero hacer más, pero es la única manera en la que siento
mi alma doler menos desde que te perdí.
Los golpes volvieron a sonar en mi puerta. Traté de acallar mi llanto, pero no lo logré. Checo gritaba desde fuera que le abriera; yo no quería que me viera de esta forma. Sin embargo, la suerte no estaba de mi lado porque él encontró la llave y justo se acercó a mí, arrebatándome la única luz de libertad de mis manos.
—Oh, Carlos... Me prometiste no volverlo a hacer, cariño. —Su voz sonó decepcionada; no quería demostrármelo, pero le era imposible ocultarlo. Tomó mis manos y una toalla para comenzar a limpiar la sangre que escurría de ellas de forma pausada.
—Perdón... Yo de verdad no quería hacerlo, pero... ¿Cómo hago para dejar de extrañarlo? ¿Dejar de sufrir por él? —Las lágrimas volvieron a aparecer, y con ellas esa maldita presión en mi pecho.
— Todo fue mi culpa, papi. Yo dejé que fuera.
—Carlos...
—Pero en realidad no quería que saliera de casa, sentía que algo malo iba a suceder, todo fue mi culpa, mía... mi culpa. Él es mi todo, papi. Lo necesito. —No lo soporté más. Todo el cansancio, lo débil que estaba mi cuerpo al no comer ni dormir. Todo se me vino encima y me desmayé en los brazos del mexicano.
Checo no soportaba verme de esa manera, lo sabía muy bien. Lo escuchaba llorar todas las noches en los brazos de Max mientras el contrario solo lo consolaba. Verlos me hacía recordar cuando Lando me abrazaba en mis noches de crisis y me arrullaba hasta que me calmaba y me dormía en sus brazos.
Cuando desperté, pude ver el techo de mi habitación. Me sentía solo, vacío. La habitación se volvió fría y perdió el color, tu olor; te perdió y todo por mi culpa. Me senté y puse mis pies en el frío suelo. Miré por la ventana las calles de Holanda, pintadas de blanco por la nieve que se mostraba. Miraba a las parejas pasear, jugar y reír.
Quise salir, salir y vivir, pero de nuevo esa presión en mi pecho se hizo presente. Me comenzó a faltar el aire, comencé a hiperventilar. Mi cabeza daba vueltas, mis brazos picaron reclamando ser lastimados. Tu recuerdo volvió a azotar en mi mente. El recuerdo de ese día donde desapareciste.
Era una tarde nublada, con la promesa de una tormenta en el aire. El clima parecía reflejar el tumulto de emociones dentro de mí. Habías dicho que necesitabas salir por un trabajo, una pequeña chispa de desconfianza y temor se instaló en pecho. Te dejé ir de todas maneras, pensando que solo eran paranoias mías.
Desde ese momento, todo cambió. Los días se volvieron más oscuros, las noches más largas. Me encontré atrapado en una espiral descendente de autodesprecio y arrepentimiento. Intenté buscarte, llamarte, pero tú habías desaparecido de mi vida como un fantasma. Te habías esfumado, llevándote contigo la luz que iluminaba mi existencia.
Y todo empeoró cuando nos dieron la noticia, te habían encontrado, sin embargo la vida se había escapado de tus manos, tres balazos en el pecho fue el causante que hoy no estuvieras conmigo. No supe responder cuando me preguntaron si sabia de alguien que te podría hacer daño, no tenia respuesta.
Checo trató de ayudarme, de sacarme de la oscuridad. Me llevó a terapeutas, me hizo prometer que no me haría daño, pero ninguna de esas cosas podía llenar el vacío que dejaste. Las noches eran las peores. Me tumbaba en la cama, mirando al techo, sintiendo el peso de tu ausencia. Mis pensamientos eran un torbellino de remordimientos y desesperación. El dolor se volvía físico, una presión constante en mi pecho que me dejaba sin aliento. Y así, la cuchilla se convirtió en mi única forma de escape, una manera de transformar el dolor emocional en algo tangible, algo que podía controlar.
Recuerdo una noche especialmente oscura. Había nevado y las calles estaban cubiertas de un manto blanco. Las luces de Navidad brillaban en la distancia, un contraste cruel con mi tristeza. Estaba solo en mi habitación, el silencio solo roto por el sonido de mis sollozos. Tomé la cuchilla y empecé a cortar, buscando alivio en el dolor. Fue en ese momento cuando Checo entró, encontrándome cubierto de sangre. Su expresión de horror y tristeza fue la última cosa que vi antes de desmayarme.
Desperté en el hospital. Las luces brillantes y el olor a desinfectante me devolvieron a la realidad. Checo estaba allí, sosteniendo mi mano, sus ojos rojos de tanto llorar. Max estaba a su lado, mirándome con una mezcla de preocupación y compasión. Traté de hablar, de decirles que lo sentía, pero las palabras se ahogaron en mi garganta.
Pasaron los días, los médicos decían que necesitaba tiempo, terapia, medicación. Pero todo lo que yo quería era a ti. Quería volver atrás en el tiempo, rogarte que no salieras. Pero sabía que era imposible. Había arruinado todo, y ahora tenía que vivir con las consecuencias.
AG✨
Instagram: itsag_55 | Twitter: itsag05 | TikTok: itsag55

ESTÁS LEYENDO
𝐒𝐭𝐫𝐨𝐧𝐠 |𝓒𝓪𝓻𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸|
Fiksi PenggemarEn esta casa no existen fantasmas, son puros recuerdos Son mil sentimientos De lo que vivimos cuando tú estabas aquí