Capitulo 4

1.1K 109 4
                                    

-La sigo, señorita.- le dijo Sebastian.

_________ se limitó a sonreírle a Sebastian y comenzó a caminar hacia la cocina, una vez lejos de los amos de ambos, lo miró a los ojos seriamente, a la misma vez que entraba en el lugar de destino.

-¿En qué le ayudo?- preguntó Sebastian al entrar en la cocina.

-¿Ayudarme?- dijo _______ extrañada y luego se encogió de hombros - Si es que encuentra algo qué hacer...

Sin decir más, la mayordoma se dispuso a revisar el agua para el té y poner los panecillos en el horno. Sacó el mejor juego de té que tenía su ama en la mansión y el recipiente con el té green Tea Sencha. Mientras ella hacía todo esto, Sebastian la observaba atentamente, observaba cada uno de esos movimientos que hacía, con tanta gracias y agilidad como uno de esos felinos que tanto le gustaban... También había algo que le había llamado la atención desde el primer momento en que se encontró frente a ella, y no era sobre su extraño color de cabello ni su vestimienta, era ás bien que... tenía un aroma familiar, pero le era difícil reconocer dónde lo había sentido antes o incluso cuándo, no había ninguna persona que recordara él tuviera ese aroma.

El agua hirvió en la caldera y ambos mayordomos se dispusieron a retirarla del fuego, haciendo que sus manos se juntaran. Ambos retrocedieron de inmediato, viendose fijamente a los ojos.

-Lo siento.- sonrió Sebastian.

-No, no, adelante, hágalo usted, se nota que quiere ser de ayuda.- respondió _________, retrocediendo un poco.

-Por favor, puede llamarme por mi nombre, señorita.- dijo este sonriéndole.

-Está bien, Sebastian, pero entonces tú también llamame por mi nombre.

-Será un placer, señorita _________.

________ hizo una pequeña mueca, una especie de sonrisa parcialmente contenida. Sebastian era un hombre educado y a ella le resultaba gracioso que la llamara "Señorita _________", por decirlo de una manera. Ella dejó que fuera él quien terminara de preparar el té, prestando especial atención por si acaso podía aprender algo de aquel sujeto. Una vez que Sebastian terminó los últimos preparativos del té, le dirigió una mirada a _______, alcanzándole la bandeja con la tetera y las tazas.

-Dejaré que se haga cargo desde aquí, señorita _______.- le dijo él.

-Gracias por tu ayuda.- respondió ella, dedicándole una sonrisa de gratitud.

A _________ le costaba saber cómo sentirse acerca de la presencia de Sebastian en ese momento, o del echo que le hubiera ayudado. Ella seguía acostumbrada a la soledad, a no socializar al igual que cuándo estaba en su mundo, y sólo se sentía cómoda con socializar cuándo se trataba de su ama, aunque tampoco podía decir que le incomodara la presencia de Sebastian en la misma habitación, ni que; lo que sería más grave que eso, le molestara.

La mayordomo se limitó a tomar la bandeja y volver a la sala, seguida de cerca por él.



Al quedarse a solas, Clara y Ciel se sentaron en los sofás individuales que había en la sala antes de comenzar una conversación.

-Supe lo que ocurrió con su familia, debió ser una dolorosa pérdida.- dijo Ciel.

-Sí, pero la vida sigue, ¿no? No podemos quedarnos estancados por algo que perdimos.- dijo Clara, bajando un poco la mirada.

"Qué mentira más grande he dicho" pensó de inmediato la joven marqueza "lo único que perdí fueron las cadenas que me ataban a mi prisión, y sólo me liberé para adentrarme más en el infierno, sólo que de una forma diferente."

-Yo también perdí a mis padres hace un par de años atrás, así que comprendo cómo se siente.- dijo Ciel nuevamente.

Clara dio una media sonrisa y lo vio a los ojos mientras que pensaba que Ciel no tenía ni la más pálida idea de sus verdaderos sentimientos al respecto, pero habría sido descortez por su parte decirle eso.

-Gracias por su comprención, Conde. Supongo que no habrá sido fácil para usted... tampoco.- dijo esa última palabra sabiendo que era otra mentira.

-No, no fue nada fácil.- por un momento al joven conde lo invadieron los recuerdos de un sufrimiento debastador que le había llevado a hacer un contrato.

-Ese parche... ¿Tiene una herida en su ojo, Conde?- le preguntó Clara, sacándolo de sus pensamientos.

-Ah, sí... Esta herida fue hecha cuándo perdí a mi familia, por eso no me gusta que la vean.- ahora era él quien mentía.

-Comprendo.

-Bueno, cambiando de tema, quise hacerle esta visita para conocer un oco mejor a la nueva Marqueza de Hubbardm, así que hableme de usted.

-Hablar demí, ¿eh?- nunca había podido hablar de sí misma, ni sentía que hubiera algo que pudiera decir, por lo que tardó un poco en responderle -Bueno, mi color favorito es el azul, me gustan mucho los postres, leer y los juegos de mesa. No sabría decirle más de mí, no suelo hablar mucho de mí misma, así que realmente no tengo nada qué decir.

-Ya veo... También me gustan mucho los postres, leer me maravilla, y mi juego de mesa favorito es el ajedréz. Creo que podría decirse que el azul también es algo así como mi color favorito.

Esta vez ambos habían sido completamente honestos en lo que habían dicho. Se dedicaron una mutua sonrisa. Fue en ese momento que entraron sus mayordomos y ________ les sirvió el té a ambos.

-Gracias, ________.- le dijo Clara.

-Volveré a la cocina, llámeme si me necesita.- respondió la mayordomo.

-Sebastian, acompáñala. La Marqueza y yo tenemos de qué hablar.

-Entendido.- respondió el mayordomo del Conde.

Los mayordomos se retiraron, dejando atrás a Conde y Marqueza, quienes emprendieron una plática acerca de los libros que habían leído y sus opiniones sobre los mismos.



-¿Podríamos habernos conocido ya antes?- le preguntó Sebastian de una vez por todas.

Había pasado bastante tiempo pensando dónde había sentido aquel aroma y seguía sin poder recordar, por lo que decidió ir directo al grano. ________ estaba concentrada en su reloj de bolsillo, esperando para sacar los bocadillos del horno en el momento exacto en que estuvieran listos, y las palabras del otro la sacaron de sus pensamientos, sólo lo vio de arriba a abajo y luego lo vio fijamente a los ojos por unos segundos. Esa idea se cruzó por su mente y fue tan tentadora que casi no pudo resistir, pero sería mejor volver a prestarle atención a lo que estaba en el horno nuevamente, así que no lo hizo.

-A lo mejor...- respondió encogiéndose de hombros y sonriendo sínicamente antes de volver a lo que estaba haciendo.

-¿A lo mejor?- preguntó Sebastian, acercándose a __________ de forma seductora.

-Sí, a lo mejor.- repitió ella, viéndolo a los ojos.

-Me gustaría una respuesta más específica...- esta vez le tomó el mentón y se acercó a sus labios.

________ parecía no darle importancia a la actitud seductora de Sebastian. Lo miró fijamente a los ojos por un instante y volvió a ver la hora en su reloj de bolsilo.

-Si me disculpas, Sebastian.- le dijo ______, distanciándose de.

Sacó los bocadillos del horno y los colocó en una bandeja para luego dirigirse a la sala, pasando a un lado de Sebastian.

-Vaya, parece que alguien es un poco traviesa.- le susurró a Sebastian al oido al pasar por su lado.

Sebastian se quedó perplejo un instante antes de seguirla a la sala.

Entre los Demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora