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Confundida
...

Jimin.

Me desperté temprano, lo que había pasado ayer no me había dejado dormir. Había besado a Minjeong. ¿Razón? Ni yo sabía la razón. Solamete me dieron ganas de hacerlo después de sentir mi corazón alborotarse. Eso tampoco tenía explicación, es decir. Minjeong no me gustaba. Ella no lo hacía. Pero, había veces que me provocaba tanto que solamente me daban ganas de borrar su estúpida sonrisa con un beso.

Miré a mi lado y ahí estaba, dormía serenamente mientras abrazaba una almohada a su lado. Suspiré y me levanté de la cama, para luego bajar hacia la cocina.

— Buenos días — me saludó Giselle, quien estaba preparando el desayuno —. ¿Cómo amaneciste?

— Realmente confundida.

Giselle me miró y levantó una ceja, me senté frente a ella mientras sostenía mi cabeza con ambas manos.

— ¿Quieres contarme?

— No sé como empezar.. anoche besé a Minjeong.

Giselle dejó caer un tenedor que tenía en manos y comenzó a dar saltos mientras gritaba para sus adentros. Rodé los ojos mientras levantaba aquel tenedor.

— ¡Besaste a Minjeong! — exclamó con felicidad —. ¿Ella te gusta?

— ¡Claro que no! — me negué. Giselle se cruzó de brazos —. Solamente.. no sé porqué la besé. Solo pasó y ya.

— Me parece que te gusta pero te aferras a la negatividad — alzó sus hombros y siguió preparando el desayuno —. Minjeong me cae muy bien, creo que le gustas demasiado..

Me cubrí la cara con frustración. Minjeong no podía gustarme, acabaría muerta si ella entra en mí de esa forma. Mi padre me echaría de la empresa y ni hablar de mi madre, ella simplemente me quitaría el apellido Yoo. No podía hacerlo.

— ¿Podrías llamar a Minjeong, para desayunar? Llamaré a los demás.

Asentí levemente mientras subía las escaleras directo a nuestra habitación. Minjeong aún seguía durmiendo, me acerqué hacia ella y golpeé su hombro suavemente.

— Minjeong, despierta..

Ella soltó un quejido ronco mientras se daba la vuelta para seguir durmiendo. Bufé mientras volvía a golpear su hombro.

— ¿Que pasó? — preguntó, aún sin despegar su cabeza de la almohada.

— Vamos a desayunar — respondí. Ella abrió los ojos y me miró a los ojos, sus ojos estaban más achinados y su cara mostraba cansancio. Aclaré mi garganta y ella pasó una mano por su cabeza —. Te veo abajo.

— Tenemos una conversación pendiente — murmuró antes de levantarse de la cama.

No respondí y salí de aquella habitación. Sabía que tenía que hablar con ella de lo que pasó ayer, pero, ¿cómo hacerlo? No podía afrontar los problemas de frente.

— Buenos días — saludó Ningning. Hice una sutil reverencia mientras le sonreía —. ¿Minjeong?

— En seguida viene — respondí, mientras me sentaba en la mesa junto a todos.

Giselle nos sirvió el desayuno y mientras charlabamos, Minjeong bajó las escaleras para luego sentarse junto a nosotros. Desayunamos entre chistes y anécdotas, hasta que Giselle levantó los platos con ayuda de Ningning.

Solo una noche - Winrina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora