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- ¿Quién eres? - Cuestionó la anciana postrada en aquella camilla en la que llevaba años, aguantando dolores producto de su avanzada edad y la enfermedad que se abrió camino de forma galopante los últimos meses.

- No tema mi señora, la bondad de su corazón será oída por los Dioses, su alma no merece castigo alguno y será recompensada. - La mujer suspiró con alivio al escuchar las palabras de aquella dama que a simple vista podría parecer lúgubre y tenebrosa, pero admitiría que era la mujer más hermosa que jamás había visto.

- Debo deducir entonces que usted es la parca y me acompañará en el camino.

- No mi señora, yo no soy la parca, aunque provengo del mismo lugar oscuro que ella.

- Usted no puede provenir de un lugar oscuro. - Las palabras de la anciana tomaron por sorpresa a la mujer frente a ella. - Un ser tan hermoso que viene a calmar los temores de esta vieja no puede ser malvado.

- Si otros seres antiguos la escucharan no opinarían lo mismo, pero me alegra en gran medida que alguien tenga ese pensamiento sobre mí.

- Hace años me enseñaron que es de mala educación escuchar tan solo una versión de la historia. Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. - Un ápice de felicidad llegó al oscuro corazón de aquella mujer, aunque fuera una sensación efímera, fue más que grata. - Y dígame, ser oscuro, ¿Cuál es su nombre?

- Mi nombre es Lalisa, y estoy encantada de haberla conocido, mi señora.

- Gracias Lalisa, mi nombre es Jieun Kim.

- Su nombre será conocido por los seres bondadosos que cuidarán de usted.

- Señorita Lalisa, si usted no es un ser bondadoso, ¿Qué es?

- Yo soy lo que ustedes llamarían demonio. Alguien destinado a vagar por sombras y no ver la luz del mundo.

- Algo en tu ojos me dice que algún día, verás esa luz y saldrás de la oscuridad. - La señora tomó la mano de la mujer con cariño. - Gracias por venir a visitarme antes de mi final. - Lalisa solo supo sonreír y antes de poder articular palabra una voz se hizo a su espalda.

- ¡Abuela! - Una joven con los ojos inundados en lágrimas apareció a toda prisa, tirando el bolso en cualquier lado y tomando la mano de su abuela.

Lalisa observaba con detenimiento y curiosidad.

- Hola cariño. - Habló con la voz débil y el último brillo que se vería en esos ojos. Miró un instante a Lalisa.

- Ella no puede verme. - Dijo observando la escena, la señora solo asintió con la sonrisa que logró esbozar.

- Abuelita... - La joven lloraba con la cabeza hundida en el regazo de su abuela. - No...

- Shh... Tranquila mi niña... - La mayor acarició su pelo. - Todo... Pasará... - Su voz cada vez era más débil.

- No puedes irte abuela... Por favor... - Sostenía las sábanas con fuerza, como si en algún momento fuera a desgarrarlas, rezando a cualquier deidad que pudiera escucharla.

A los lados de Lisa dos mujeres aparecieron.

- ¿Qué haces aquí? - Preguntó la morena a su lado.

- Divertirme, ¿No es eso lo que hacen los demonios como yo? - Respondió con gracia, claro que en realidad no había una pizca de ella en sus palabras.

- Tú, Rakshasa, no perteneces aquí. - Habló la mujer morena, logrando inflar la vena en la frente de Lalisa.

Rakshasa, el demonio al que se le atribuye el físico de un tigre, claro que ella no lo tenía, sin embargo su furia era similar a la de uno, al igual que su fuerza.

SEDUCIDA POR LAS SOMBRAS [JENLISA&CHAESOO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora