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Dos demonios observaban desde las sombras a las mujeres que hablaban tranquilas mientras tomaban café. Jisoo embobada por la imagen de ese ser tan perfecto, de Rosé, la mujer más hermosa que jamás había visto y jamás vería, la persona a la que más amó, la que estaba frente a ella.

Solo quería ir ahí, mostrarse y decirle cuanto la había extrañado, que por fin podría estar a su lado, sin embargo una mano la detuvo.

- No deberías hacer eso.

- Vaya, has tardado menos de lo que pensaba. - Somi reía apoyada en la pared.

- ¿Porqué? Está ahí, no puedo solo quedarme aquí.

- Porque ella no te conoce Jisoo, si vas y la dices todo lo que deseas probablemente se espante. - La Muerte suspiró, sabía que tenía razón.

- Está bien, ¿Según tú que debería hacer? - Miró a Lisa que iba frunciendo el ceño poco a poco en dirección a las chicas. - ¿Qué... - Giró el rostro y lo vio. - ¿Qué demonios es eso? - Preguntó causando una carcajada en Somi.

- ¿Qué? ¡Oh vamos! ¡Tiene gracia! Un demonio diciendo demonios. - Las miró y estaban totalmente serias. - No tenéis ni una pizca de humor.

- Somi, deja de hacer el tonto y observa. - Rodó los ojos y puso atención a lo que la Rakshasa había dicho.

- Eso es mucha oscuridad. - Dijo Somi observando la sombra detrás de Jennie, de pronto vieron como la chica parecía más cansada, sus ojeras aumentaron de pronto y su labio comenzó a temblar.

- No es un súcubo. - Lisa expandió la mirada. - Es un devorador de almas.

De pronto y antes de que pudieran reaccionar observaron como aquel ser no solo comenzaba a consumir poco a poco la de Jennie que parecía caer dormida, también lo hacía con la de Rosé, miraron a Jisoo viendo un destello rojo en sus ojos, armó los puños, de ellos emanaban llamas negras y en una neblina oscura se encaminó hacia aquel ser espectral.

- Apártate de ella.

- Sus almas son mías... - La voz era ronca y grave, el aliento desagradable emanando de su garganta, como si saliera de lo más profundo del averno, si cualquier otro la escuchara caería desmayado por el propio miedo y su alma sería suya.

- Las almas son libres, no tienes autoridad para devorarlas.

Hacía muchas eras que los devoradores de almas habían desaparecido, desde que Jisoo renació como La Muerte fue algo que prohibió puesto que si continuaban podría devorar la de su amada, y era exactamente lo que hacía en ese instante.

- Tú no puedes ordenarme... - Pronunció de nuevo aquel ser expandiendo la mano y devorando el alma de Rosé con más furia, haciendo que esta bostezara, estaba a punto de caer dormida, iba a morir.

- ¡NOO! - Jisoo gritó desgarrando su garganta, esparciendo todo su poder por aquel lugar, se volvió sombrío, en los cristales de los ventanales iban apareciendo grietas, el suelo retumbaba, las luces parpadeaban y las personas allí salieron despavoridas, pues aunque no sabían que ocurría algo les decía que no debían seguir allí, a excepción de las dos mujeres que no eran capaces de moverse. - ¡No te llevarás su alma! - Gritó, extendiendo la palma de su mano y la plantó en el pecho de aquel ser espectral, era como si un viento incontrolable lo azotara, no tenía poder suficiente para combatir contra La Muerte.

De su pecho salió la parte del alma que había robado de su amada, devolviéndola a su cuerpo, de igual modo que hizo con la de Jennie.

- Tu destino es la nada. - Pronunció Jisoo concentrando su poder hasta hacer cenizas al devorador de almas, pero antes escuchó un susurro.

SEDUCIDA POR LAS SOMBRAS [JENLISA&CHAESOO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora