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Después de nuestra estancia en la ciudad costera, regresé a casa, lista para enfrentar el resto del verano con renovada energía. Una tarde, mientras paseaba por el vecindario, disfrutando del cálido sol de la tarde, me encontré con Asher. Estaba inclinado sobre su moto en la entrada de su casa, con gotas de sudor perladas en su frente y una camisa blanca que se adhería a su piel, resaltando los contornos de su cuerpo trabajado. Un aura atractiva parecía rodearlo, irradiando confianza y magnetismo.

-¿Qué tal, Celestia? ¿Disfrutando del sol? -preguntó Asher con una sonrisa burlona, como si estuviera a punto de soltar un chiste.

-Como siempre, Asher. ¿Te han enseñado a arreglar motos o solo a parecer un mecánico? -respondí con una sonrisa traviesa, disfrutando del juego de palabras.

Asher soltó una carcajada, y su risa resonó en el aire con una mezcla de diversión y desafío.

-Oh, Celestia, siempre tan aguda. Tal vez deberías considerar unirte al club de comediantes, seguro que tendrías éxito -comentó con una sonrisa burlona, mientras sus ojos brillaban con complicidad.

-Tal vez deberías considerar unirte al club de modestia. No todos tienen la suerte de tener tu carisma -respondí, devolviéndole la mirada con una mueca divertida.

La tensión entre nosotros era palpable, pero en lugar de sentirme incómoda, me encontré disfrutando del intercambio juguetón. Aunque nuestras palabras estaban cargadas de sarcasmo y desafío, también había una extraña conexión que no podía ignorar.

-Bueno, creo que debería dejarte con tus pensamientos antes de que mi encanto te abrume por completo -dijo Asher con una sonrisa pícara, dando un paso atrás como si estuviera a punto de soltar otro chiste.

-¿Y arruinar mi reputación de chica seria? No te lo perdonaría, Asher. Pero en serio, no estoy interesada en tus encantos -respondí con una risa, girando sobre mis talones y alejándome con una sonrisa en los labios.

Mientras caminaba hacia mi casa, no pude evitar sentir una extraña sensación de anticipación. Aunque nuestras interacciones eran como un juego de palabras, también había una chispa de emoción que no podía ignorar. Pero por ahora, estaba segura de que mi corazón no latía por Asher. Tal vez detrás de esa fachada de chico malo se escondía algo más, algo que valía la pena descubrir, pero por el momento, prefería mantener las cosas así.

Después de ese encuentro con Asher, regresé a casa con una mezcla de emociones revoloteando en mi cabeza. Nuestra casa, ubicada en el vecindario, se encontraba justo al lado de la suya, lo que significaba que nuestros destinos estaban entrelazados de una manera peculiar. Desde nuestras ventanas, podía ver la suya, y a menudo nos encontrábamos con la mirada mientras realizábamos nuestras actividades diarias.

Al entrar, fui recibida por el cálido abrazo de mi abuela y el reconfortante aroma de la comida que mi padre preparaba en la cocina. Vivíamos solo los tres desde que mi madre nos dejó cuando era pequeña, pero nuestra pequeña familia siempre había sido un refugio de amor y apoyo.

-¿Cómo estuvo tu día, princesa? -me saludó mi padre con una sonrisa, mientras revolvía algo en la estufa.

-Interesante, papá. Me encontré con Asher en el vecindario -le informé, omitiendo algunos detalles juguetones de nuestra interacción.

Mi abuela, que estaba sentada en la sala, levantó la mirada de su libro y me miró con curiosidad.

-¿Asher? ¿El vecino? -preguntó con una sonrisa traviesa, siempre al tanto de las intrigas del vecindario.

Asentí con una sonrisa, sabiendo que mi abuela no se perdería ningún detalle.

-Sí, ese mismo. Pero no creo que sea mi tipo -añadí con un encogimiento de hombros, tratando de restar importancia a nuestro encuentro.

Mi padre me miró con una mirada divertida, mientras seguía preparando la cena.

-Bueno, nunca se sabe. A veces el amor puede sorprenderte cuando menos lo esperas -comentó en tono de broma, provocando una risita cómplice de mi abuela.

Después de la cena, me retiré a mi habitación y me dejé caer en la cama, sumergiéndome en mis pensamientos. La luz de la lámpara de mi mesita de noche pintaba sombras danzantes en las paredes, creando un ambiente acogedor y tranquilo. Me acomodé entre las suaves sábanas y almohadas, dejando que mi mente se perdiera en la oscuridad de la habitación.

Mis pensamientos se dirigieron hacia el chico del muelle, como si una fuerza magnética me atrajera hacia él. Recordé cada detalle de nuestro encuentro: su cabello alborotado por el viento marino, sus ojos profundos como el océano en calma, y la manera en que sus manos expertas acariciaban las cuerdas de la guitarra, arrancando notas que resonaban en el aire como susurros melódicos.

Me preguntaba qué estaría haciendo en este momento, si estaría contemplando las estrellas en la oscuridad de la noche o perdiéndose en las olas que golpeaban suavemente la costa. La imagen de su figura solitaria, iluminada por la luz de la luna, se grabó en mi mente como un cuadro etéreo, llenándome de una extraña sensación de calma y excitación a la vez.

Con un suspiro, cerré los ojos y me dejé llevar por la marea de pensamientos y emociones que inundaban mi mente. Aunque no sabía cuándo ni cómo, estaba segura de que volvería a encontrarme con él. Y cuando ese momento llegara, estaría lista para dejarme llevar por la magia que parecía envolver cada instante a su lado.

~●~

N/A: Parece que Celestia se ilusiona muy rápido, ¿no creen?

Por favor, voten. La verdad, me sería de mucha ayuda para mi historia que llegue a más público lector.

Anhelo Perdido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora