5

0 0 0
                                    

Después de una semana, las interacciones con mi vecino se habían vuelto bastante predecibles. Nos saludábamos de vez en cuando cuando salíamos a caminar por el vecindario o nos encontrábamos en la entrada de nuestras casas, pero más allá de eso, no había mucho más que decir.

Una tarde, mientras regresaba a casa después de caminar por el parque, me encontré con Asher en la entrada de su casa, revisando su moto.

—Hey, Celestia, ¿cómo estuvo tu día? —preguntó Asher con una sonrisa, levantando la cabeza de su moto.

—Fue bastante tranquilo, ¿y el tuyo? ¿Has logrado arreglar esa reliquia? —respondí con una sonrisa burlona, señalando la moto con un gesto de mi cabeza.

Asher soltó una risa y se pasó la mano por el cabello despeinado.

—No te preocupes, princesa, esta reliquia aún tiene mucha vida por delante —dijo con un guiño, provocando una sonrisa en mis labios.

Aunque nuestras conversaciones eran ligeras y llenas de sarcasmo, siempre había una chispa de emoción entre nosotros, como si ambos estuviéramos jugando un juego del que ninguno quería retirarse.

Mientras tanto, me preparaba para el comienzo de una nueva etapa en mi vida: la escuela secundaria. Este año sería diferente, ya que mis mejores amigas, Clau y Sam, habían tomado rumbos distintos hacia sus futuros soñados, asistiendo a escuelas diferentes aunque seguían viviendo en la misma ciudad.

Estaba emocionada por lo que el futuro me deparaba, también me sentía un poco abrumada por la idea de comenzar de nuevo sin mis dos mejores amigas a mi lado. Sin embargo, sabía que era una oportunidad para crecer y descubrir nuevas amistades, incluso si significaba salir de mi zona de confort.

Con el corazón lleno de determinación y la mente llena de expectativas, me preparé para enfrentar el primer día de clases en mi nueva escuela.

—Entonces, ¿te estás preparando para la gran aventura de la secundaria? —preguntó Asher, con una mirada divertida en sus ojos.

—Sí, estoy lista para lo que sea que venga. ¡Incluso si significa lidiar con profesores locos y exámenes sorpresa! —respondí, rodando los ojos de manera exagerada.

Asher rió, y luego se recostó contra su moto, con una expresión pensativa en el rostro.

—Sabes, Celestia, desde el primer día que te vi en este vecindario, supe que eras alguien especial. Recuerdo que estabas huyendo de un perro callejero, ¡y fue todo un espectáculo! —dijo, con una sonrisa burlona en el rostro.

Me quedé un momento sorprendida por su confesión, antes de romper en una risa.

—¡Vaya, eso sí que es un recuerdo vergonzoso! ¡Gracias por recordármelo! —respondí, con una sonrisa divertida.

—Bueno, al menos demostraste que eres persistente y no te rindes fácilmente, ¡eso es algo admirable! —comentó Asher, con una mirada de burla.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando del cálido sol de la tarde y la compañía del otro. Aunque nuestras interacciones habían comenzado de manera algo inusual, ahora me sentía agradecida de tener a alguien como Asher en mi vida, alguien con quien podía compartir risas y confidencias, incluso si nuestras conversaciones a veces eran un poco extrañas.

A medida que las clases se acercaban, me encontraba cada vez más encerrada en mi habitación, sumergida en la anticipación y los nervios del nuevo año escolar. Sin embargo, un día, rompiendo la monotonía, un grito de emoción resonó desde afuera. Intrigada, me acerqué sigilosamente a la ventana y me encontré con una escena digna de una comedia: Asher, mi vecino, bailaba torpemente alrededor de su moto, que emitía un sonido triunfal.

Sus movimientos eran torpes pero llenos de entusiasmo, y su rostro reflejaba una alegría contagiosa. No pude evitar contener una risa ante la vista, encontrando humor en lo infantil de su comportamiento. Murmuré para mí misma, entre divertida y sorprendida por su extravagante demostración:

—Qué tonto se ve...

Asher continuó su baile eufórico, ajeno a mi observación desde la ventana. Me quedé allí un momento más, disfrutando del espectáculo, antes de retirarme con una sonrisa en los labios. A pesar de lo extraño que podía ser a veces, siempre encontraba una forma de alegrar mis días con su peculiaridad.

Una mañana, mientras me encontraba en mi habitación concentrada en prepararme para clases, escuché el sonido característico de la moto de Asher desde el exterior. Curiosa por saber qué estaba haciendo, me acerqué a la ventana y observé cómo él ponía en práctica la moto.

—Debe estar emocionado de mostrar su moto en la escuela —murmuré para mí misma, recordando la escena divertida de su baile torpe unos días atrás.

La idea de compartir el mismo espacio escolar con Asher me resultaba intrigante. ¿Cómo sería verlo fuera del entorno del vecindario, interactuando con otros estudiantes y profesores? Aunque nuestras conversaciones hasta ahora habían sido ligeras y llenas de humor, me preguntaba si podríamos llevar esa dinámica a un entorno escolar más formal.

Con el corazón latiendo con anticipación y los pensamientos llenos de expectativas, me preparé mentalmente para el primer día de clases. Sabía que enfrentaría desafíos y cambios, pero también estaba lista para abrazar todas las nuevas experiencias y oportunidades que el año escolar tenía reservadas para mí. Y quién sabe, tal vez el destino tendría preparada alguna sorpresa interesante, como cruzarme con Asher en los pasillos de la escuela y compartir una sonrisa cómplice, como lo hacíamos en nuestro vecindario.

~●~

N/A: Porfavor, voten. La verdad, me serian de mucha ayuda a mi historia que llegue a mas publicó.

Anhelo Perdido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora