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—Necesito tu ayuda, Chae.

Yeji caminaba a la par de su mejor amiga, ambas estudiaban la misma carrera por lo que desde entonces se volvieron unidas.

La de piel pálida ve súplica en los ojos gatunos de Yeji. Raramente veía a su amiga actuar de esa manera, no pedía nada a menos que sea de suma emergencia.

—¿Qué sucede, Ji?.—preguntó, invitando a la misma a sentarse en una banca cerca de su facultad.

—Verás, hace unos días, el tipo a quien le rento mi departamento... Bueno, ha subido el mes otra vez y en verdad que estando sola no llego con todos mis gastos.dijo aceleradamente. Como si estuviera rapeando o algo, eso le recordó a ella y su hermano. — Y quería pedirte a ti si me harías el favor de mudarte conmigo.—finaliza volviendo a respirar con normalidad.

Chaeryeong parpadeo comprendiendo el grave asunto del problema. Hizo una mueca pensante, pues en verdad no podía aceptar a la ligera ya que ella dependía por el momento de sus padres.

—Lo siento Ji...—responde apenada. En verdad le hubiese gustado ayudarla pero no contaba con un sustento propio. Yeji bufó rendida, se quedaría en la calle o de no ser así, sin comer por días. No podía, necesitaba de ambos para sobrevivir.—¡Ya sé!.—chilló Chaeryeong, asustando a la castaña. —Tengo a la persona ideal que podrá ayudarte a compartir gastos.

Los ojos de Yeji vuelven a brillar, llenos de esperanza.

—¿Quién es, Chae?.

—Mi querido y patético hermano.—contesta.

— ¿Tienes hermano?.—preguntó asombrada, o no recordaba si en algún momento se lo presentó o tenía un cerebro de maní.

—Dah, es obvio. Hwang Hyunjin, mi tonto y gruñón hermano mayor.

—¿Aceptará?.

Chaeryeong asiente repetidas veces sin borrar su sonrisa. O aceptaría o le diría a sus padres sobre el secreto de quién rompió la colección de libros importados de España.

—Confía en mí, ya no tendrás que pensar en morirte como perro abandonado.—dijo tocando su hombro.

—¿Cómo perro-..... ¡Chaeryeong!.—gritó pero la aludida ya se había ido.

[...]

—Oye, ¡despierta Hwang Hyunjin!.—anunció Chaeryeong cerca de su oído.

El pálido chico cayó del otro lado de su cama, golpeandose el trasero.

—¿Por qué demonios gritas? ¿No ves que tengo un tímpano sensible?.

—Bah, igual a un gato perezoso.—rió de lado. —Ya despierta que necesito decirte algo importante.

—¿Eres lesbiana?.

La menor le da un golpe fuerte en su cabeza. ¿Cómo va a ser lesbiana si ya folló con el mismo Han Jisung unas miles de veces?. Sólo que ningún familiar estaba enterado aún, inclusive Hyunjin.

—No, estiércol de mala calidad.—frunce el ceño. Hyunjin vuelve a acostarse, cerrando sus ojos en el acto, pues si no era eso, ¿entonces para qué lo despertó de su quinto sueño?. —¡Ni se te ocurra volverte a dormir!.—amenaza tomando de su estantería, el muñeco de kumamon. —Elige, escuchar o al diablo el oso.

Hwang abrió los ojos como si apenas acabara de ser revivido por las mismas esferas del dragón.

—Suelta a mi precioso, enana de jardín.—señaló con su dedo índice hacía Chaeryeong.

—Estás en mis manos, Hwang.—ríe macabramente. —¿Escucharas?.

El rubio asiente aburridamente.

—Necesito que me hagas un favor enorme.—comentó.

—¿Y cuál sería ese favor para que dejes en paz al amor de mi vida?.—hizo referencia a su estúpido pero adorable peluche.

—A eso voy...—suspira. —Bien, te mudaras de casa.—dijo sin rodeos. Hyunjin sin querer, ríe escandalosamente.

—¿De qué hablas, Hwang?.

—Que te mudaras al departamento de mi mejor amiga, es por un bien ético y moral.—explica, Hyunjin suspira oyendo atentamente. —¿Conoces a Yeji, cierto?.

—¿Quién?.

— Hwang Yeji.

—Te preguntó.—completa en broma, Chaeryeong parpadeo, molesta, golpea a kumamon en su estómago. —¡No seas animal! ¡Sólo estaba bromeando!.—expresó horrorizado.

—Vuelve a hacer una de tus estúpidas bromas y adiós a este peluche barato.

Hyunjin con miedo, levanta ambas manos en señal de paz.

—Asi me gusta, buen chico.—sonríe triunfante. —Como sea, mañana te llevaré con ella o más bien te diré su dirección. Estará disponible después de mediodía. Allí podrán hablar más tranquilos, le harías un favor enorme.

Ajá menciona apenas, logrando que Minji oyera y proporcionará una patada al trasero del muñeco afelpado.

— ¡Basta! ¡Por amor de Dios!.—se levantó rápidamente, logrando quitarle a su precioso. —Con una condición, si no me gusta, no aceptaré.

—Hecho, aunque dudo que te niegues.—dijo como si nada.

Después de ver a Yeji, Hyunjin ni loco querría volver a su hogar.

[...]

Yeji, quien fue avisada con anticipación, esperaba ansiosamente a que Hwang Hyunjin llegará. Estaba a nada de perder su bonito departamento, pues, la semana entrante debía pagar si o si.

No conocía al chico, suponía que era igual a Chaeryeong. Así que, se vistió con una falda a cuadros de color negro y un top de tiras gruesas que lograban cubrir su abdomen.

En desesperación, agarró su teléfono para llamar a su amiga pero el timbre fue tocado. Yeji respiró normalmente, arreglando su coleta alta.

Suspirando, desliza la perilla y una vez es abierta, logra ver a un chico alto de piel pálida y cabello rubio dándole la espalda.

Llevaba consigo unos jeans negros y poleron del mismo color.

Analizó de pies a cabeza, mordiendo su labio sin querer.

—Ejem...—carraspeo este, moviendo su mano sobre el rostro de Yeji.

—Oh sí, disculpa.—reaccionó avergonzada. —Por favor, pasa.—se hace a un lado, Hyunjin acata aquello adentrándose en dicho departamento.

— Muy bonito.—dijo analizando el lugar. Yeji sonríe agradecida por su halago, ella misma fue quién le dio unos cuantos retoques.

—Gracias.—responde. — Hwang Hyunjin, ¿cierto?.

—Aka Swag personificado.—agregó acomodando sus gafas transparentes.

Y presumido, pensó Yeji.

— Chaeryeong... No sabía que era tu hermana.

—Ni yo sabía que tú eras su amiga.—comentó simple.

Bien, punto para ambos.

—Que simpático eres.

—Lo sé, suelo oírlo seguidamente.—responde sentándose sobre el amplio sillón blanco. —¿Tienes fresas?.

Yeji arruga su entrecejo.

— ¿Fresas?.—repite.

—Eso, o acaso debo componer una canción para que me entiendas.

—No gracias, y si, ayer compré.—mencionó yendo a la cocina, Hyunjin aprovecha ese momento para mirarle el bonito trasero acompañado de unas piernas de infarto. Ese top, le sentaba muy bien a su cintura y ni hablar de esos dos jugosos pechos que esta se carga.

—Sin duda me quedaré.—expresa para si mismo.

¿Cómo podría no aceptar? Si compartirá techo con tremenda bomba sexual.

—¡Oye! ¡Si me mudaré contigo!.—le gritó para después acomodarse relajadamente y cerrar sus ojos.

























Pervert Oppa [2 Hwang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora