Un mes. Faltaba un mes para mi presentación. Faltaba un mes para finalmente bailar "Las zapatillas rojas" frente a un público importante. Iba a ser el momento en el que por fin iba a poder hacer lo que Maya me había pedido.
— Otra vez — Madame Rose miraba fijamente cada uno de mis movimientos, corrigiendo cada uno de mis errores.
~*~
Dos semanas. Las gotas de sudor caían desde mi frente, y empapaban mi rostro. Me relamí los labios y volví a ponerme en posición. «Otra vez» eran las únicas palabras que salían por entre los labios de Madame Rose.
— Al fin lo logra, señorita — levanté mi mirada y me encontré con la sonrisa de Madame. En sus ojos se notaba su orgullo y su felicidad. Mi respiración era agitada y mi rostro estaba empapado en sudor. Sonreí, feliz de sus palabras. Ella se paró recta con las manos en la espalda. — Otra vez.
Solté una leve risa y negué con la cabeza divertida. Por vos, enana.
~*~
Dos horas. Todavía no lo podía creer. Era una situación irreal. Habíamos estado practicando todo el día, y en tan solo dos horas estaría sobre aquel escenario frente a cientos de personas. Estaba sentada frente al espejo de mi camarote, nerviosa y un poco asustada.
Le había prometido seguir bailando, y luego de seis meses y medio había logrado mi gran sueño. Si no hubiese sido por ella no estaría aquí. Cada día extrañaba sus comentarios y sonrisas, pero de alguna manera, el baile la mantenía viva.
— Si lloran se correrá el maquillaje — no pude evitar sonreír al escuchar su voz. Tomy estaba recostado sobre el marco de la puerta del camerino. Una sonrisa ladeada se lucía en sus labios, y sus bolsillos estaban en sus bolsillos. — Estas lista, Na — sonreí de lado. — Ella estaría orgullosa de vos.
Se acercó por detrás y me abrazó. Su presencia me tranquilizaba, al igual que sus palabras. Nunca podría haber sobrellevado todo esto sin él.
~*~
Una hora y media. Caminaba de un lado para el otro en mi camarote. Tomy se había ido, dijo que tenía que arreglar algunas cosas, pero que estaría entre el público durante la función. Se escucharon algunos gritos afuera y gente quejándose. ¿Qué estaba sucediendo? La puerta se abrió de repente, y mis ojos se encontraron con los suyos en ese instante. Ese color negro que tanto me distraía. Un guardia apareció detrás de él, y comenzó a jalarlo para que se fuera, pero él se negaba.
— Él está conmigo — le dije, y automáticamente dejó de jalonearlo. Cuando este se fue, Kol entró en el camarote y cerró la puerta detrás de sí. — ¿Qué hac...
No logré terminar. Él se había colocado delante de mí, y sin previo aviso unió nuestros labios. No pude moverme por unos segundos, pero luego, los labios de ambos comenzaron a moverse al unísono. Cuando se separó de mí, sentí como un vacío.
— Esto de encontrarte cada seis meses no me parece bien — sonrió cerca de mis labios. — Una oportunidad, es lo único que necesito, Nahia.
— ¡Nahía, hay que practicar el final! — Madame Rose me interrumpió antes de poder contestar. Me separé de él, y le sonreí.
— Después de show te doy mi respuesta — y luego de decir eso, salí de mi camarote.
~*~
Cuarenta minutos. La maquilladora ingresó en el lugar. Tenía los tirabuzones pelirrojos atados en una coleta alta, y esta caía por un costado de su cuello ya que tenía la cabeza gacha. Se acercó a donde yo estaba y pude verla mejor.
Tenía la tez pálida, y los ojos verdes escondidos detrás de unas gafas simples. Era bonita. No llevaba maquillaje puesto, pero sus uñas estaban perfectamente pintada. Me dedicó una leve sonrisa y luego comenzó a acomodar sus cosas sobre la mesa.
Cuando terminó me miré al espejo, y me sorprendí por el resultado. Nunca me habían maquillado de esa manera. Parecía otra persona. No pude evitar imaginarme en el escenario, frente a tantas personas. ¿Y si me equivocaba?
— Es de las mejores que he visto aquí, no debería preocuparse tanto. — Su inocente voz llegó a mis oídos. Le dediqué una leve sonrisa, sabiendo que el problema era el público y no yo.
— Gracias — luego de eso ella se fue, dejándome nuevamente sola.
~*~
No había marcha atrás, este era el momento. La música comenzó y yo con ella. Sabía cada paso, pero aún así el nerviosismo recorrió mis venas. Ni un compas antes, ni uno atrás.
La imagen de Maya en el hospital inundó mi mente. Sentí que estaba a punto de paralizarme, pero luego el resto de las imágenes fluyeron en mi mente. Ella riendo, jugando y molestando. Nuestras salidas al cine y al teatro. Mis prácticas junto a ella. Sus comentarios. Sus sonrisas. Sus miradas.
Sentía cada movimiento, y sentía que ella estaba mirando. Cada movimiento me llevaba más cerca de ella, acercándonos de a poco. Era un momento perfecto. No sé cuanto tiempo mis pies se movieron sobre el escenario, y tampoco supe las veces que salí de este. Pero al llegar el momento de la última escena, sabía que estaba preparada.
Al terminar la obra, el telón bajó, y en menos de dos minutos, cada bailarín estaba alineado detrás la tela bordó. Cuando esta se volvió a levantar, y los aplausos resonaron contra mis tímpanos, sonreí.
Cada paso de baile que hice durante esos seis meses, había sido por ella. Todas esas veces que creí que iba a rendirme pero no lo hice, fue por ella. Si no fuera por ella, no estaría parada aquí y ahora. Ya lo vas a lograr, bruja. Me había dicho una vez, y no le había creído. Pero acá estaba, parada junto a estos bailarines, saludando a nuestro público. Cerré los ojos, y su rostro se mostró con claridad. Su sonrisa, sus ojos castaños y sus hoyuelos. Cada detalle estaba ahí. Lo logramos, enana, y todo gracias a vos.
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An Unknow Kiss, Abb
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Ballerine
RomancePara ella, "Las zapatillas rojas" era su mayor desafío. Para él, lidiar con la fama era un obstáculo. Pero ahora, su mayor problema será el amor. UNA HISTORIA CORTA TOTALMENTE ORIGINAL. ESTA PROHIBIDA SU ADAPTACIÓN COMPLETA O PARCIAL.