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SU CABEZA MARTILLABA CON FUERZA MIENTAS QUE ESTABA ACOSTADA EN SU CAMA, YUGA HABÍA PEDIDO QUE SU HABITACIÓN NO FUERA PERTURBADA POR NINGUNA de ninguna manera y como los demás no querían tener problemas con ella nuevamente, decidieron acatar las or...

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SU CABEZA MARTILLABA CON FUERZA MIENTAS QUE ESTABA ACOSTADA EN SU CAMA, YUGA HABÍA PEDIDO QUE SU HABITACIÓN NO FUERA PERTURBADA POR NINGUNA de ninguna manera y como los demás no querían tener problemas con ella nuevamente, decidieron acatar las ordenes de la amiga de la chica, porque no valía la pena seguir faltando el respeto a la integridad de Dalai, pero Ming estaba ansioso, yendo de un lado a otro como león enjaulado en el piso de abajo.

–¿Hace cuánto que llegó?–preguntó inquisitivo– ¿llegó bien?

–No lo sé, solo se que su amiga estaba vuelta loca–Gato se encogió de hombros– dijo que Dalai estaba pasando por un examen complicado y que no la molestáramos hasta mañana.

–¿Hasta mañana?–Ming frunció la frente– ¿y cómo ella va a comer?, ¿si necesita algo?

–Nadie de nosotros se atreve a dar la cara luego del incidente de esa mañana...–Gordito carraspeó– además, ¿Crees que ella quisiera hablar con nosotros?, lo dudo.

–Iré a verla de todas formas–Ming negó– es de nuestro equipo, deberíamos hacerla sentir parte.

–No creo que...–Si Cheng habló y Ming le dio una mirada– bien, adelante.

Ming sin más decidió ir a la cocina y preparar una bandeja con un vaso de jugo de naranja y una fruta picada para dirigirse escaleras arriba para poder ir a la habitación de Dalai y tocar la puerta.

–¿Puedo entrar?, soy Ming.

Yan ladró hacía la puerta y un silbido lo hizo callar, junto a un "adelante", logrando dejar que el entrara y cerrara la puerta tras él, sonriendo divertido al verla acostada en la cama con un antifaz sobre los ojos como si estuviera en un spa.

–Hola, vine a verte.

–Ya veo–ella respondió un poco irritada.

–Hey, ¿por qué estamos gruñonas?, ¿tienes hambre?

–La cabeza me duele y los ojos también.

–¿Eso es bueno o malo?

–Según el doctor solo debía doler mi cabeza–suspiró frustrada– pero bueno.

–Bueno, eso significa que al menos, funcionan–se sentó junto a ella– ¿quieres manzana?, te traje manzana picada.

–Por favor.

–Abre en grande.

–Puedo sola.

–Oh vamos, déjame mimarte un poco–Ming sonrió mientras que tomaba con el tenedor un trozo de manzana y se lo acercaba a la boca, donde Dalai masticó– ¿y qué tal?

–Bueno, está dulce.

–¿Y?

–¿Es manzana roja?

–No Dalai, tus ojos.

–Bueno, hoy hubo un procedimiento nuevo–se sentó de golpe y se quitó el antifaz, apuntando su cara– ¿no notas nada raro?

–Bueno, tus pupilas parecen dos agujeros negros en este momento.

–¿Agujeros negros?–soltó una carcajada– nunca he visto uno.

–Yo tampo- hey!–soltó una risa junto a ella– ¿cuándo dejarás hacer chistes de ciegos?

–Cuando pueda ver–ella comentó sonriente mientras que Ming le tomó una de las manos y se la llevó a la cara, logrando hacerla reír–¿qué haces?

–Te ayudo a "verme"–comentó tranquilo– toquetea.

–Bien...

Y así estuvo, con ambas manos tocando la sombra que se suponía que era Ming, memorizando cada detalle de su piel, cada relieve y cada imperfección, el relieve de su nariz o el cabello de sus cejas... todo.

–¿Y qué ves?

–Bueno... –ella no quería cantar victoria rápido y soltar al aire el pequeño avance– tienes una nariz pronunciada y cejas pobladas.

–¿Cejas pobladas?–soltó una risita mientras que sonreía– ¿qué más?

–Ahora estás sonriendo, ¿no?

–¿Cómo lo sabes?

–Bueno, es porque tus mejillas se inflan un poco y... bueno, no hay que ser ciego para no verlo.

–Dalai, no digas eso–negó con la cabeza y puso ambas manos de él en sus caderas, con delicadeza– ¿quieres que te diga lo que veo?

–Claro, ¿por qué no?

–Veo... unos ojos grandes y bonitos, como de un búho–bromeó.

–Hey!–sonrió para reprimir una carcajada– ¿tan grandes son?

–Un poco, también veo una sonrisa bonita y ...

–¿Y?

Ming se quedó callado para verla en silencio, admirando cada rasgo y cada facción de ella, la inocencia ciega de aquella mujer que lo cautivo desde el primer momento estaba frente a él, cual hermosa mariposa que desconocía la belleza de sus alas, Ming siempre pensó que la vida hacía cosas por diferentes motivos y que una lesión le podía costar su carrera, pero luego de Dalai supuso que honestamente, valía la pena.

–¿Ming qué más ves?

Pero él no respondió, simplemente se acercó a sus labios para besarla, un tacto tan suave y delicado, casi como una travesura de un niño al robar un dulce en una dulcería... ¿y lo mejor?, que por escasos segundos, Dalai pudo ver la maravilla del mundo a color por primera vez gracias al estímulo de Ming... quizás el viejo refrán de "el amor todo lo cura" sería la respuesta a su ceguera y no solo física, sino, emocional.

 quizás el viejo refrán de "el amor todo lo cura" sería la respuesta a su ceguera y no solo física, sino, emocional

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SO BAD ;; MING [FALLING INTO YOUR SMILE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora