El niño que murió y vivió para contarlo

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Capítulo único


Allister abrió los ojos, y como todas sus mañanas, se llevó las manos a la cabeza.

Tuvo un sueño, uno en donde caminaba por la acera y pateaba las piedras atravesadas; era de noche, y aunque Galar ha sido desde hace siglos la región de la luz y los combates, en aquel sueño parecían leyendas urbanas. Sin embargo, eso no pareció preocuparle, tampoco se intimidó por el silencio. Solo caminó como si su cuerpo conociera el trayecto.

Fue ahí cuando distinguió una silueta, delgada y pequeña ante su vista, y conforme se fue acercando divisó el rostro de una mujer con una chaqueta azul eléctrico que llamó su atención como una vela en medio de la obscuridad. Contrario a lo que él haría en sus cinco sentidos, redirigió sus pasos hacia la desconocida, y despertó.

Al principio, a Allister le tomaba un suspiro levantarse de la cama, pero después del accidente comprendió que su primera vida fue un preludio demasiado incompleto para su verdadero destino.

Con el paso del tiempo, los años comenzaron a llevarse muchos recuerdos, pero ese día aún ruge en cada batalla pokémon que libra. Cuando el Tyranitar de su padre enloqueció su mundo se tornó blanco, del dolor y del desconcierto; no entendía bien lo que pasaba, el por qué su familia gritaba o cómo su alrededor se había llenado de escombros, solo le bastó sentir el crujido de sus huesos y el desgarre en su garganta que siguió para darse cuenta. Iba a morir, lo aceptó en el momento en que su corazón retumbó con fuerza antes de detenerse, y para ese punto, no le quedaba conciencia para lamentarse. De hecho, el silencio que llegaba después de perder los sentidos le provocó una tranquilidad que no estaba seguro de querer abandonar.

El problema sucedió al darse cuenta que no era el único dentro de su cabeza.

Un gruñido hizo eco en medio de la nada, como si hubiera querido arañarle el alma, y vio una luz violeta centellear a la lejanía. Empezó a sisear y a transformarse como si el polvo y el gas crearan una nebulosa en medio del espacio, pero Allister no pudo encontrar la magnificencia en aquella figura, mucho menos al observarla acercarse.

Fue incapaz de gritar, o de moverse, siquiera de sentirla apoderarse de él. Tampoco recibió una explicación al despertar en el hospital, sin daños físicos ni cerebrales y, sin embargo, no se atrevió a preguntar.

Ese día, Allister volvió a nacer, pero si le hubieran advertido junto a quién habría preferido la muerte.

Debido al incidente su acercamiento a los pokémon fantasma, aunque en un inicio parecía imposible , le impidió caer en la locura de llevar a eso dentro de su conciencia, que como esperaba, jamás ha intentado confesarle por qué lo revivió, cuál era el sentido de permitirle ver a los pokémon difuntos o  qué entretenimiento pudo encontrar en mostrarle aquellos sueños, pero Allister ha dejado de preocuparse por las cosas que no puede cambiar, y en cambio, ha empezado a ocultar su rostro en aquella máscara. Quizá, de esa manera, nadie descubrirá que él también se ha convertido en un fantasma, uno que este mundo no está preparado para descubrir.

De cierta manera, Allister se ha convencido de que todo ese asunto era una especie de legado y que solo pocos como él serían capaces de afrontar la verdadera naturaleza de los pokémon fantasma, pero también sabía que eran excusas.

Ignoró el dolor de cabeza al enderezarse y se dirigió al baño, donde el SmartRotom lo siguió.

—En las noticias de hoy —dijo el periodista—, informamos que todavía no tenemos noticias acerca del paradero de la joven desaparecida desde que se reportó su caso la pasada noche del…

Dejó de prestar atención al momento que lamió sus dientes. Abrió la boca y se observó en el espejo. Por un momento, llegó a preguntarse si en algunos años la gente cuestionará por qué sigue pareciendo tan joven, y entonces recordó que muy probablemente en algunos años el líder de gimnasio de Pueblo Ladera se transformará en un título y no en un rostro.

Abandonó el pensamiento cuando se deshizo de la molestia: un corto hilo azul eléctrico que desechó en la basura.

El niño que murió y vivió para contarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora