WITCH

RAVEN (2/2)

Los días transcurrieron hasta que finalmente llegó el día de la esperada presentación con el padre de Hansel. Raven se sentía nerviosa, pues no sabía cómo reaccionaría al descubrir su verdadera naturaleza de bruja. Hansel la llevaba de la mano, confiado en que todo saldría bien.

Al llegar al reino de Odinslund, Hansel pidió a Raven que esperara mientras él hablaba con su padre. Dejándola sola por un momento en el pueblo, Raven decidió explorar el reino. Nunca antes había estado allí, así que se propuso recorrer cada rincón, desde el bullicioso puerto junto al mar hasta los animados mercados. Y entre eso el salón ceremonial donde Hansel sería nombrado como gran jefe. Un salón donde generación tras generación habían recibido su cargo ahí.

Maravillada por la belleza del reino, Raven no podía creer que toda su vida la hubiera pasado encerrada, sin explorar el mundo que ahora se abría ante ella. Sus ansias de aventura y descubrimiento se avivaron con cada paso que daba.

Mientras paseaba por el mercado, observó a un niño pequeño tratando de recuperar sus pertenencias, que otros niños intentaban arrebatarle. Sin dudarlo, Raven se acercó para ayudarlo y lo defendió, dejando claro que aquello no estaba bien, especialmente entre los vikingos. Los niños, al percatarse de la presencia de Raven, se asustaron y huyeron.

Sin embargo, Raven notó que muchas miradas se posaban sobre ella, una mezcla de miedo y sorpresa. Comenzó a sentirse preocupada hasta que un vikingo la tomó de los hombros y la examinó detenidamente. Luego, soltando un grito, exclamó: "¡Esta chica no es de aquí, es una bruja!".

Raven se encontraba aturdida y aterrada, sin saber cómo reaccionar ante la repentina acusación y la furia de los vikingos. Intentó defenderse y explicarse, pero fue en vano. Los padres del niño al que había ayudado la apartaron de él, acusándola de intentar secuestrarlo para hacerle daño.

Rodeada por hombres enfurecidos, Raven fue arrastrada hacia los Things, donde se convocó una asamblea para decidir su destino. Uno de los vikingos cuestionó la certeza de que fuera una bruja, pero otro señaló sus características distintivas: el cabello rojo y los ojos azules, rasgos que asociaban con las brujas del otro lado de la frontera.

En el reino de las brujas, todos compartían esas características: cabello rojo intenso, ojos azules profundos y una piel pálida como la nieve. Nada que ver con las representaciones de los cuentos de hadas; ellas eran simplemente hermosas, pero en aquel lugar, esas características eran señal de maldición.

En ese momento, Odin, el padre de Hansel, irrumpió en la escena. Al ver a Raven amarrada y en el suelo, su rostro se descompuso. Intentó liberarla, pero fue detenido por su propio padre, quien reveló su decepción y su intención de romper la promesa de aceptar cualquier elección de Hansel.

La situación se volvió aún más tensa cuando el padre de Hansel alzó la espada, apuntando hacia Raven. Hansel se sintió paralizado por el miedo y la impotencia al ver la mirada de terror en los ojos de Raven. Mientras tanto, los vikingos se preparaban para ejecutarla en una hoguera, clamando por la muerte de las brujas.

Hansel, retenido por los hombres, cuestionó a su padre, buscando comprender la diferencia entre una bruja y una völva. Con pesar y convicción, su padre le explicó que una völva pertenecía a su reino, mientras que una bruja era vista como una entidad maligna del otro lado, del lado oscuro y malvado. Aunque Hansel no podía comprender completamente en ese momento, su padre insistió en la división entre "los nuestros" y "los otros", recordándole la importancia de mantener esa distinción.