Esteban despertó con una de sus manos frente a sus ojos tratando de cubrirlos de los rayos de luz que entraban por la ventana.
Giro en la cama, todavía medio adormilado cuando se dio cuenta que no había nadie con él.
La cama estaba fría y en las almohadas todavía estaba el perfume de Fran.
Se levantó de golpe, agarró la primera remera larga que vio y se la puso.
La ropa de Fran no estaba. Ahora si, Esteban iba a llorar. Caminó como alma penando por el pasillo hasta la sala de estar, buscando su celular. Solo había una explicación obvia, Fran había decidido que él no valía la pena y que su maldita explicación tampoco.
Eso solo le dejaba la opción limitada de llamar a Juani y llorar en su hombro el tiempo que el de rulos lo permitiese. Luego tal vez sería despedido de las obras donde trabajaba, se volvería un borracho y la agencia de modelos lo despediría también por llegar tarde a todas las tomas. Entonces Juani tendría que acogerlo en su sillón, porque seguro que el del complejo de apartamentos lo botaba en cuanto tuviera oportunidad y todo lo que le quedaría a Esteban sería un maldito corazón roto y el recuerdo embrujado de una de las mejores noches de su vida...
Kuku ya tenía lagrimas en los ojos cuando escucho un ruido en la cocina.
—Au.— masculló una voz al otro lado de la puerta. Kuku fue de inmediato a abrirla y se quedó parado en seco al ver a Fran maniobrando una sartén para luego cortar unas naranjas con uno de los cuchillos más filosos de su cocina.
Esteban se quedo sonriendo embobado, aún sosteniendo la puerta. —Seguís aquí.— dijo, casi sin creerlo.—Estas en mi cocina.
—Si, Estebi, disculpa estoy haciendo un desastre. Es que quería hacer el desayuno pero no estaba muy seguro de que hacer porque dije a Esteban le gustan las naranjas pero mire y no habían naranjas así que fui a comprar naranjas y...
La línea de pensamiento de Fran se cortó cuando sintió el cálido abrazo de Kuku, apretándolo para cerciorarse de que era real.
—En lo que a mi respecta, tu podes hacer lo que quieras en mi casa. ¿Qué pasó? ¿Te cortaste?— preguntó haciendo alusión a la queja que soltó Fran hace un rato.
—Eh, solo un poco. Pero no estaría mal si me ayudas con las naranjas.
Esteban de inmediato comenzó a cortar las restantes. Quería hablar de lo que había pasado hace tres años, cuando él se fue. Pero estaba tan encantado con que el ojiverde haya decidido quedarse que no se atrevía a sacar el tema todavía.
—Háblame de tu vida acá.— le pidió Francisco. —Podemos hablar de lo otro cuando terminemos de desayunar.
Así que Esteban lo hizo. Le hablo de su trabajo en distintas obras de teatro, como había conocido a Juani y sus trabajos como modelo. De su grupo de amigos cercanos, explicándole quienes eran los chicos que había ido a recoger al bar anoche.
Fran le compartió su historia en respuesta. Que se había mudado a Buenos Aires hace apenas unos meses, porque había recibido una oferta de trabajo en un hospital en el área de pediatría. Le contó como conoció a Enzo y al otro chico con el que había ido al bar ayer, Rocco.
Terminaron de compartir sus historias, ansiosos por saber más del otro mientras comían los panqueques que Fran había preparado y el mejor jugo de naranja que Esteban había hecho en su vida.
—Bueno, creo que eso nos lleva al elefante de la habitación.— sanjo el tema finalmente Kuku cuando estaban recostados en sillones opuestos.
—Adelante.— le dio su aprobación Fran.
—No se si te acordas, pero esa noche fuimos a casa de tu madre. Era la segunda vez que yo la veía y nosotros ya llevábamos casi 4 años de relación.— comenzó Kuku.
—Por supuesto que me acuerdo Esteban.— Alzo la ceja Fran.
—Bueno. La cosa es que tú estabas a punto de terminar la carrera de medicina, un examen más y entrabas a hacer tu internado en el hospital. Y yo sabia que ibas a ser el primero de la clase y que probablemente ibas a graduarte con honores porque eres la persona más inteligente que conozco... bueno me concentro. La cosa es que como tú sabes yo solo actuaba en obras y me había graduado en artes escénicas. Tu madre me pidió una palabra el día que fuimos.
Kuku tomo aire antes de empezar de nuevo. —Tú te quedaste en la sala hablando con tu hermano y tu madre me llevo al estudio. Me dijo que como era posible que su hijo se haya fijado en alguien como yo... yo no sabía que decir. Dijo que yo era un mantenido a pesar de que ambos nos encargábamos de nuestro departamento. Yo ese día estaba muy nervioso y creo que por eso me afectó más. No se como lo sabia, yo... ella me dijo que estabas perdiendo el tiempo conmigo.
—Y ¿le creíste? Esteban yo quería pasar mi vida contigo, ¿como pudiste creerle?
—Yo estaba muy nervioso y solo fue peor cuando tu padre volvió a casa y me dijo cosas peores.
—Pero...
—Yo tenía un anillo en el bolsillo.— confesó Kuku. —Por eso estaba nervioso. Te iba a pedir que te cases conmigo esa noche. Te iba a llevar a un restaurante elegante e iba a hacer una broma cursi y te pediría ese postre de chocolate que siempre fue tu favorito.
Francisco lo miraba sorprendido.
—Me acobarde. Pensé qué tal vez no era lo mejor para ti, me subí en ese bus pensando que te merecías algo mejor. No quería dejarte, llevo tres años arrepintiéndome por lo que hice.— Kuku apretó los ojos, sin saber que reacción esperar.
Su corazón dio un salto cuando escuchó a Francisco riéndose. Abrió los ojos de golpe para ver a Fran murmurando mientras sacaba algo del bolsillo de su pantalón. —Que bárbaro lo boludos que somos los dos, eh.— le mostró a Esteban un anillo que colgaba de una cadenita. —Yo te iba a pedir a ti que te cases conmigo. Fui esa noche a casa de mis padre para decirle a mi hermano. Mi mamá debe de haber escuchado. Perdóname, lo que ella te dijo es verdaderamente horrible. Pero yo corte lazos con ella hace ya un tiempo. Yo guarde el anillo porque me recordaba a ti.
Kuku lo miraba esperanzado. -Entonces.
—¿Entonces? Bueno, si aún me quieres...— Fran dejó la pregunta en el aire.
—¿Nos quieres dar otra oportunidad?
-Creo que no hay nada que me gustaría más.-dijo Fran sonriendo.
Esteban se tiro a sus brazos.

ESTÁS LEYENDO
Yo quiero un mundo contigo (FranciscoxEsteban)
RomanceNo había visto esos ojos verdes desde hace tres años, cuando se separaron. Hasta ahora. Y una vez más, Esteban Kukuriczka siente sus ojos agrandarse al reconocer a quien una vez fue el amor de su vida. #23 en franciscoromero #5 en kuku #3 en franci...