The way I loved you

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Esteban Kukuriczka era un hombre de pocos palabras y de menos amigos.

Se había mudado recientemente a Buenos Aires debido a su creciente presencia en el teatro hace tres años. El no diría que había huido, no exactamente, después de todo no puedes huir de tus sentimientos, pero trata de no pensar tanto en lo que dejo atrás. Se acomoda en la silla mientras espera a que su no tan nuevo amigo, Juani termine de alistarse para que puedan salir.
Se conocieron en una de las obras de teatro donde participaba Esteban, hace aproximadamente 1 año, Juani lo encontró cuando estaba saliendo del edificio y congeniaron rápidamente, solo después, cuando fueron a tomar algo fue cuando el chico de rulos le preguntó si estaba interesado en el modelaje. 

Esteban respondió con un elocuente: 

—¿A que te refieres?

Juani le explicó que era agente y que podía conseguirle algunos trabajos para marcas con presencia. Esa noche brindaron y se hicieron amigos con el paso de los días.

Ahora Esteban lo esperaba sentado en una silla del comedor de Juani mientras que el joven se cambiaba de ropa por lo que parecia la décima vez en los últimos 10 minutos.

—Yo, yo no me doy por vencido, yo quiero un mundo contigo...— Se escuchaba como cantaba desde su cuarto.

—¡Juani!, ¿no te queres apurar? Pensé que el que modelaba era yo.

—Claro, como yo la estoy pasando tan bien, Kuku. Siento que no tengo nada que usar, sabes que, creo que me pondré la remera con tu cara.

—¿La que?— preguntó Esteban apoyando la cabeza en la mesa y cerrando los ojos.

—Esta.— dijo Juani con orgullo, saliendo del cuarto con una remera que efectivamente, tenía la cara de Esteban en su última campaña con Vogue.

—Ay no. ¿Que te dije de imprimír cosas que tuvieran mi...

—No hagas tanto escándalo, igual tengo una con la cara de Enzo.

Esteban gimió en protesta pero se levantó de la silla y caminó a la puerta. Tenían que llegar a otra campaña importante y aunque el estudio no estaba tan lejos, Esteban era conocido por ser puntual, una cualidad que el planeaba mantener.

Charlaron mientras caminaban y en cuestión de minutos llegaron al estudio. Esteban se encontró mirando de reojo a algunos chicos un par de veces. Chicos que se parecían ligeramente a él. Esteban se sorprendía a sí mismo dirigiendo la mirada a chicos altos, rubios, chicos que se reían fuerte. Últimamente todo le recordaba al chico que había dejado atrás hace tres años.

Kuku suspiró mientras entraban al estudio y escuchaba a Juani hablar acerca de cómo su amigo, Blas, no le respondía los mensajes. Dieron un pequeño viaje en el ascensor y Esteban se mentalizo para la sesión de fotos. Hoy trabajaría para Ralph Lauren y lo haría con un nuevo fotógrafo. Inspiró profundamente y salió del ascensor.

Enzo, un modelo que también trabajaba con Juani, se encontraba parado en la mitad del cuarto y participaba en una charla animada con un chico que le daba la espalda al ascensor. Esteban había trabajado con Enzo un par de veces y le caía bastante bien, pero no fue el hecho de que Enzo estuviera parado en la mitad de la habitación en lugar de servirse un café como siempre lo que le llamo la atención, sino con quien estaba hablando.

El chico que estaba de espaldas era alto, rubio y usaba una remera negra. Había cierta elegancia en su lenguaje corporal que inmediatamente le recordó a Esteban al chico en el que no debería estar pensando. Pero es que era imposible no hacerlo, el chico bien podría ser su doble, o eso fue lo que pensó hasta que el chico volteo.

A Esteban le iba a dar un maldito ataque cardiaco. 

Se quedó parado al frente del ascensor, básicamente tieso mientras miraba con los ojos abiertos por la impresión al chico que una vez fue y siempre sería, el amor de su vida.

—¿Francisco?— dijo con voz dudosa lo suficientemente alto, pero el lo sintió como un suspiro.

Fran lo miraba sorprendido pero poco a poco empezó a sonreír. —Sabes, nunca pensé que te vería de nuevo.— la voz era un poco forzada, pero estaba ahí, el Francisco por el que Esteban daría hasta su alma. El chico que sin dudas ahora lo odiaba.

Fran avanzó tres largos pasos y lo abrazó. Esteban correspondió el abrazo como un hombre que encuentra agua en el desierto. El abrazo fue demasiado corto (en opinión de Esteban y demasiado largo en opinión de Francisco).

Fran le sonrió y le dijo casi al oído —¿Que? ¿Pensaste que solo tú podías escapar? Aún tengo el libro que dejaste en mi casa cuando huiste. Entiendo que fue muy difícil ponerse en contacto, ¿no? Por eso lo hiciste por llamada. Por eso decidiste dejarme por llamada.

Esteban sintió que le habían tirado un balde de agua fría en la cara. —No, Fran, déjame explicarte...

Fue entonces cuando el fotógrafo entró a la sala y dijo en una voz que era demasiado alegre para lo que el corazón de Esteban estaba sintiendo —Bueno, a trabajar.

Yo quiero un mundo contigo (FranciscoxEsteban)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora