PRÓLOGO

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En realidad siempre lo supe, pero por más que tenga estos poderes, no podía intervenir pues ese no era mi trabajo, o al menos eso pensaba.

Cuando aquellas dos deidades se encontraron cerca del florecido árbol de duraznos, pensé...  ¡No! Estaba seguro de que eran el uno para el otro, pero las flechas y la magia que estas contienen jamás miente.

A pesar de que no hubo reacción, ambas almas parecieron estar en sintonía y subestimé el poder de mis herramientas, pensando que tal vez mi criterio había superado mi magia. Pero me equivoqué y no puedo dejar de culparme por no haber hecho nada, aún si presenciaba como un corazón tan bello y noble salía totalmente herido de aquella infiel escena.

No tengo otra forma de enmendar este craso error.

Hades, has el único que me mostró la forma más leal que el amor puede alcanzar, por lo que yo, Eros, el Dios del amor, juro que te vigilaré desde lejos y cuando tu destelló surja, haré todo lo posible para que nadie te lo quite ni intente arrebatartelo como lo hizo Zeus frente a mis narices.

La flecha que te inserté hace tantos años, aún la puedo sentir latente dentro de ti y sigue esperando por esa alma digna de su compañía.

AARON ES HADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora