Duele, quemaba como si el mismo fuego le quemara la piel. Su corazón latía salvajemente contra su pecho, pero ni eso le quito lo vacío y doloroso que se sentía, solo estaba allí, estático, mientras el dolor lo consumía a un pozo sin fondo, mirando la urna donde reposaba silenciosamente, la persona que más había amado en su vida, más bien, a quien aún amaba. La chica de la que se enamoró sin remedio y sin querer. Pálida, vistiendo un vestido azul cielo hasta sus rodillas, con los labios pintados y los ojos cerrados, en calma, demasiado tranquila para como era ella en realidad. Cuanto deseaba que todo eso fuera solo una pesadilla, una horrible pesadilla y que al despertar, ahí este ella, sonriendo coqueta y traviesa, mirándolo, viva, como siempre hacía. Eso era todo que quería, solo eso. Las lágrimas volvieron a caer de sus ojos celestes ya rojos e hinchados, creando un nuevo camino de humedad en sus mejillas hundidas, mordió su labio inferior con sus dientes hasta hacerlo sangrar, de eso se había dado cuenta al saborear el hierro en su boca, pero no le importó. Apretó sus manos en puños, hasta incrustarse sus propias uñas, arañando y lastimando al punto de cortarse su propia piel, pero ese pequeño malestar, no se comparaba con lo que sufría su alma. Cerró sus párpados con fuerza, solo oyendo los gritos del pequeño niño que pedía que lo soltaran y la de una mujer con la voz quebrada, rota, al igual que él. Ese campo transmitía más frío de lo que normalmente se suele percibir en cada mañana, tal vez era la misma situación en la que se encontraba que lo hacía sentirse así.
—Juan...—susurro suavemente una voz femenina tras de él.
El chico tembló al escuchar su nombre, y abrió de golpe sus ojos para luego voltear el rostro deprisa.
Esperando verla a ella. Queriendo verla.
A su Beth.
Por un segundo fue como ver su silueta, de pie frente a él y no en esa fría urna, despertando eso una chiquita esperanza en su corazón desolado, algo muy iluso la verdad, de eso se dio cuenta cuando al aclarársele sus pupilas que estaban empañadas por sus lágrimas, vio que no era a quien quería. Sino otra mujer. Apretó sus labios temblorosos en una línea recta, era un estúpido, lo sabía, y el mundo parecía querer repetírselo una vez más. Sintiéndose herido y decepcionado, apartó la mirada, rehuyendo la de esa chica. El clima era helado, lo podía notar ya que cada vez que respiraba, el aliento que soltaba se terminaba transformado en humo, y él no se encontraba de humor para hablar con nadie, menos con ella. Sin embargo, no tardó en escuchar como los leves pasos de esta joven se acercaban poco a poco a él, con cuidado, lentamente, opinaba que caminaba de ese modo para evitar espantarlo y hacer que huyera, algo que de verdad ni le interesaba. Poco le importaba esa tipa, desde hace años dejó de significar algo para él. Sintió cómo se coloca suavemente a su lado, pero no la volvió a mirar, sus ojos solo estaban puestos sobre la única persona que llegó a amar con su alma. Y de la que debía aceptar que.
Ya no estaría más a su lado.
Al pensarlo su corazón se contrajo dolorosamente, las lágrimas corrían con más abundancia por su cara, y sus labios se apretaban aún más contra sí, quería correr, acercarse a su cuerpo dormido y estrecharla una vez más en sus brazos, abrazarla con fuerza para que no desapareciera, para que se quedara y no se fuera, pero él sabía muy internamente que ya se había ido y no volvería, que justamente en sus mismos brazos, fue donde la perdió. Pero se negaba a aceptarlo, no podía ser el final, no lo quería, ¿Por qué tenía que ser ella? ¿Por qué de todas las personas que habían en el mundo tenían que llevársela a ella? ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué el destino tenía que ser una mierda con él?! ¡¿Por qué?! Pensó con todas sus emociones revueltas, aun no se atrevía a dar un paso más cerca del cuerpo de Beth, no tenía el valor. Pero debía hacerlo antes de que se la llevaran y esta vez, no vería ni siquiera su rostro otra vez. Saberlo lo destrozaba.
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No Puede Ser... ¡¿Reencarne En Toy Story Como Una Muñeca?!
FanfictionLa vida, nunca tiene una definición exacta... la vida te golpea o te ayuda, una o la otra, y a mi me dio un poco de ambos, no me quejó de lo que viví... sino más bien agradezco todo lo que me enseño, tanto lo bueno como lo malo... por lo que puedo d...