Capítulo 2: Boda

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QUE NO SALGA LA LUNA

Faltaba menos de 10 minutos para que Karina caminara hacia el altar tomada de la mano de su padre.

Veía desde la cabaña la risa hipócrita de aquel hombre mientras hablaba con sus amigos. Tenía muchas náuseas y un gran sentimiento de angustia.

—Rina, faltan menos de cinco minutos para que entres, deja ya de llorar —habló Aeri, limpiando con cuidado las lágrimas de Jimin para no dañar el maquillaje.

Karina asintió.

—Perdón.

—Cualquier cosa sabes que siempre estaremos, Minnie, Ryu y yo para ti —la menor soltó un chillido al escuchar eso y se aferró a ella.

—Ey, ¿qué sucede? —entraron Ryujin y Minjeong.

—Nada, nada. Vamos ya —se levantó arreglándose el vestido de nuevo. Miró a los demás y solo les dedicó una triste sonrisa.

Las tres se acercaron y le dieron un abrazo rodeándola, cada uno le dió un beso en sus mejillas y salieron de ahí, encontrándose con su padre esperándola.

Entrelazó su mano con el brazo de su padre y comenzaron a caminar.

El velo cubría por el momento sus ojeras y sus ojos cansados, lograba ver a través de él las caras de cada persona que se encontraba a su lado y como todos les dedicaban una sonrisa de melancolía, sabían con que tipo hombre se había enredado y no pensaban que ella ya lo sabía, a excepción de sus amigos.

Llegó hasta estar al lado del hombre, sintió como sus ganas de llorar aparecían al sentir como su padre la soltaba y entregaba su mano a aquél.

Él la miró con una sonrisa, mientras que Karina no mostraba expresión alguno.

Le levantó finalmente el velo y ella inmediatamente agachó un poco su rostro. La ceremonia fue tan aburrida que agradeció cuando terminó.

Dos pequeños niños caminaron hasta ellos con una almohadilla en sus manos que traían los anillos.

Un movimiento involuntario la hizo apartar su mano cuando él la iba a tomar.

—Perdón —extendió de nuevo su mano y dejó que le colocara el anillo. Apretó su otra mano y sintió sus uñas enterrarse en su palma.

Ese momento de terror pasó y ahora un brillante anillo de oro decoraba su dedo anular, un brillante anillo de oro la había atado a un hombre que ni siquiera le agradaba.

La fiesta se había extendido hasta las horas de la madrugada, había decidido no beber para estar en alerta todo el tiempo, su ahora esposo se encontraba ebrio haciendo un desastre en el centro de la pista. Fue hacia ella y la tomó de la mano, llevándola con él de nuevo al centro y tomándola fuertemente de la cintura.

—¡Que bonita esta mi novia! —gritó con una sonrisa a todos recalcando el "mi".

Ese hombre era tan malo, tan orgulloso y egocéntrico que pensaba que Jimin por él era capaz de matarse.

La felicidad de Karina cuando su madre la abrazó se apagó con los besos del hombre.

Y desde ese momento se sumergió en un infierno del que le costaría salir.










¡muchas gracias por leer!

El mal querer || NingRinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora