Días lluviosos [GoYuu] [UA]

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— Cariño... no hagas eso, por favor.— aquel hombre de brillantes ojos azules intentaba mantener la situación bajo control, pero su carácter no era el apropiado para domar a la fémina.— Satoru aun tiene mucho que explicar.— decía mientras se interponía entre ellos.

— Guarda silencio...— exclamó la mujer.— no hay nada que explicar, es obvio que nuestro hijo esta cometiendo un grave error.— soltó sin cuidado, observando de forma amenazante al menor de los Gojō.

Sólo un par de segundos antes había golpeado su mejilla sin tener cuidado.
En el momento que escucho al director decir que Satoru cuidaba de un niño pequeño que recogió de la calle, la mayor no pudo evitar molestarse, creyendo que todo era parte de un plan para llamar la atención.

— Cariño...— el más alto de los tres habló de nuevo, pero le interrumpieron antes de terminar.

— Mamá... ¿Podrías bajar la voz? asustas a Yūji.— pidió, sujetando con fuerza la mano del peli rosa.

Quien se encontraba escondido detrás de él.

Ya que no tenía manera de saber en qué momento llegarían sus padres, a Satoru le tomó por sorpresa cuando éstos aparecieron delante de la puerta de su habitación.
Iniciando con fuertes gritos que se escuchaban por los pasillos.
No tuvo manera de sacar a Yūji de ahí y nadie se atrevía a acercarse por miedo a quedar envuelto en algún problema de la familia.

Así que no tuvo opción, con su cuerpo cubrió al peli rosa.

— ¿Cómo pudiste? Satoru.— cuestionó, suspirando largo y pesado.

El dolor de cabeza comenzaba de nuevo.

— ¿Planeas arruinar tu vida cuidando de un niño que ni siquiera es tuyo?— continuaba.— Deberías saber que la familia no aceptará algo así, no te darán su ayuda.— exclamó con fuerza.

— No la estaba pidiendo...— respondió de inmediato.

Ganándose otro golpe.

— Querida, ya basta... esta no es la forma de hablar con nuestro hijo, al menos escucha lo que tiene que decir.— pedía con un tono bajo.

Sabía que tenía razones para estar enojada, pero no aprobaba sus métodos.

— No me hables así, jovencito...— su semblante mostraba expresiones de molestia.

— Lo siento...— se disculpó.

Sorprendiendo a ambos mayores.

Tenía que controlar la situación, pues claramente podía sentir como el llanto de Yūji se hacía presente. El niño se aferraba con fuerza a su pierna, temblando un poco ya que no comprendía lo que sucedía a su alrededor.

Desconocía a las personas, incluso si estas tenían un increíble parecido con Satoru.

— ¿Qué has dicho?— la mujer necesitaba oírlo de nuevo.

— Dije que lo siento... mamá, sólo necesito que me escuches un momento, las cosas no están sucediendo como tú las imaginas.— levanto la vista, dejando ver su rostro.

Incluso si eran sus padres, desde niño solía responder de forma arrogante, grosera y sin respeto por los adultos.
Eso cambio poco a poco después de entrar a la preparatoria, aunque había veces en las que esa faceta suya salía a flote cuando se molestaba de verdad.

Pero en esta ocasión era distinto.

Lo último que buscaba era echar a perder la ocasión.

No quería discutir, mucho menos provocar malos entendidos en cuanto a Yūji... sólo necesitaba un poco de tiempo.