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"¡Eres un estúpido!" "Si tan solo te hubieras quedado callado todo hubiera estado mejor" "Como te odio" "Ojalá te atropellen y que el conductor te escupa, mejor si es mañana" Eran algunas de las frases que aún resonaban en mi cabeza de aquel día.

Me levanté de golpe con mi respiración agitada, todo eso había sido una pesadilla, al menos en ese momento, pues, esa pesadilla solo eran recuerdos que lo seguian atormentado.

Aún en el momento que se levantó parecía ser de madrugada, la oscuridad cubría todo tal cual manto aún, el sol no levantaba aún a diferencia suya.

Él se sobó los ojos para dirigirse a la ducha, a esa hora, ni en broma, la terma iba a servir. Al no haber agua caliente fue obligado a tener que levantarse con la fría agua que lo esperaba pacientemente.

No se había fijado la hora, aún así, sabía que era temprano debido al cielo asi que se bañó con toda la tranquilidad del mundo, cuando habia culminado su ducha habrían pasado unos 40 minutos aproximadamente. Se vistió con uniforme, su abrigo azul y sus icónicos lentes de sol.

Ninguno de sus amigos se había levantado aún, no pensaba levantarlos pero si colocar alguna alarma en el celular del más sensato, Harry, por si las moscas.

Abrió la puerta con una de las copias de las llaves para ir a la combi que lo dejaría en su respectiva parada.

Entró a la combi y de esa manera llegó a su escuela, entró a la instalación que no era tan distinta al resto.

Era un colegio bastante normal, el suelo iba acompañado de unas lozas negras, rotas, por la cantidad de tiempo existiendo, el colegio no tenía techo pero si una tela que cubría más o menos una parte del patio que era algo pequeño.

Ya en los pasillos de la escuela subió las escaleras para ir a su respectivo salón, con el cuerpo adolorido, se dirigió a su asiento de costumbre, un asiento hasta el fondo donde usualmente también se sentaba Luis.

Se acostó para disponerse a dormir cuando escuchó la puerta rechinar —Hola papu— era Luis, el generalmente era de los primeros en llegar así que no era una sorpresa.

El grasoso se sentó al lado mío, no me fui a otro sitio como que ya me había acostumbrado un poco más a su miserable presencia al lado de la mía.

—¿Y que haces papu?
—Nada que te importe, cuck.

Al decir aquellas palabras supuse que Luis seguiría insistiendo como de costumbre, pero no lo hizo, se quedó en silencio.

Con ese silencio yo al fin podría dormir, pero, empezé a escuchar ruido proveniente del celular del imbécil, resonaba una linda voz que yo obviamente reconocí, era Carla, la croqueta.

Intenté no prestarles mucha atención pero era inevitable, hablaban sobre una carta ¿Alguno de los dos se había hecho una carta para el otro?

Mis lentes ocultaban mis ojos desanimados por esa suposición, no era seguro que fuera así pero probablemente lo era.

Entonces hubo una llamada, hablaban como si se conocieran de años, no mentiré, la Carla me da envidia.

Pasaron unos minutos que parecieron vidas y me perdí entre sus voces hasta, al fin, quedarme dormido.

(...)

Estúpidamente lindo [Papulince x Panafresco] (Papufresco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora