୧ Δύο ² ★࿐

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HyunJin arreglo con cuidado las vendas de sus manos, asegurándose de que estuvieran bien colocadas y cubrieran sus heridas perfectamente. También dió una última revisada a la venda que tenía en su cuello.

Sus vendas estaban limpias y recién cambiadas, diariamente se aseguraba de cambiar sus vendas para que Junghyung no le diga nada sobre lo sucias que están. Y por qué al Alfa le gustaba mucho la higiene. Era un obsesionado con la limpieza.

Tal vez era lo único bueno de él.

Ya habían pasado 9 años desde que estaba en ese horrible lugar, 15 años escuchando los gritos de aquellos Alfas pidiendo por sus padres o rogando que los dejaran libres.

Y aún así no se podía acostumbrar como el Alfa le decía.

Junghyung siempre le decía que se tenía que acostumbrar tarde o temprano, pues el pertenecía a su lado y nunca escaparía de ahí.

Pero le era imposible, simplemente no podía hacerse de oídos sordos cuando niños y adolescentes inocentes sufren en el mismo edificio que él. Incluso cuando duerme puede escuchar los gritos de aquellos Alfas, con los cuales los doctores experimentan.

Escucha la puerta abrirse lentamente, y deja de verse en el gran espejo que estaba en la habitación. Un fuerte aroma a Chocolate con Canela llena el cuarto a penas el Alfa pisa la madera del piso.

Llenado el lugar por completo.

─Omega, vamos a desayunar─ El Alfa pelinegro se acerca hasta el menor y lo abraza por la cintura. Marcando su territorio.

─Si.─ se limita a contestar, dejando que el Alfa toque su cuerpo como siempre lo hace. Ya era algo común que el hiciera eso.

─¿Si que?.

─Si Alfa.─ HyunJin se corrige a sí mismo en un suspiro.

─Muy bien mi amor, vamos.─ HyunJin asiente ante las palabras del Alfa.

HyunJin comienza a caminar hacia la puerta, pero los brazos del Alfa se lo impiden. En cuestión de segundos, está siendo cargado por el mayor. Sus piernas se enrollan en la cadera del Alfa y pasa sus manos por el cuello ajeno.

Aunque no le gusta estar cerca del Alfa, es mejor hacer caso sin rechistar.

Lo había aprendido a las malas.

El Alfa le había enseñado a las malas.

Cuando llegaron al comedor, el Omega intento bajarse para irse a su lugar, en una silla aún lado de Junghyung. Pero la mano del Alfa se lo impidió nuevamente. Sentándose en su silla con el pelirosa en su regazo, dejando de lado su opinión como siempre.

─Trae la comida. Rápido.─ Junghyung le ordena a una beta que trabajaba ahí como sirvienta.

─Enseguida señor.─ la mucama se retira tan rápido como hablo, dejando a la pareja solos en aquel gran comedor.

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