Eren Jaeger

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N: Sexo, sexo oral, digitación. 

El movimiento del colchón me despertó

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El movimiento del colchón me despertó. Abrí mis ojos un momento, notando que ya era de día. Me giré para buscar el calor de mi novio, pero solo me encontré con las sábanas y un espacio vacío.

—Lo siento, ¿te desperté? —su voz venía de alguna parte fuera de mi vista. Sentí sus pasos acercarse, pronto me vi envuelta en sus fuertes brazos. Emití una especie de ronroneo cuando su calor me golpeó la espalda. Me encantaba.

—Sí, ¿qué haces? —murmuré, apoyando mi mejilla en la almohada, el sueño me estaba reclamando de nuevo.

—Iré a comprar algo para desayunar, vuelve a dormir —dijo Eren, besando mi mejilla. Su cabello me hizo cosquillas en la mandíbula.

Solo hice un sonido afirmativo, antes de volver a dormir otro rato.

No supe cuánto tiempo estuve fuera, pero el departamento olía a gloria. Eso es tocino, sin lugar a duda.

Fui al baño para tomar una ducha y comenzar el día. Una vez lista, me encaminé a la cocina, donde mi hermoso hombre se encontraba terminando nuestro desayuno.

—Buenos días —lo saludé, abrazándolo por detrás. Una de mis manos se posó en un pectoral y la otra se detuvo en su abdomen duro, ocultos por su musculosa negra.

Él tomó la mano que estaba en su pectoral, subiéndola un poco antes de posar sus labios en mis nudillos, dándome un beso.

—Buenos días, cariño —me contestó él, viéndome por encima de su hombro con esos ojos que tanto que me gustaban, esbozó una pequeña sonrisa.

Le di un beso entre los omoplatos antes de apartarme y sentarme en uno de nuestros taburetes giratorios que se encontraban a un lado de nuestra isla. Comencé a ver mis redes sociales antes de fijarme en una historia de Mikasa.

—¡Armin está de cumpleaños! —exclamé, Eren giró la cabeza un momento para verme—. Lo olvidé por completo. Los días se han ido volando.

Él no dijo nada por unos segundos, a excepción de la risa nasal que hizo al escuchar mi sorpresa.

—Esta noche hará una pequeña reunión por su cumpleaños, irá todo el grupo —dijo, dándose la vuelta con el sartén en una mano y la tabla en la otra. Puso las cosas en la isla, mientras yo me paré para servir el jugo y buscar tenedores.

—Bien, tenemos que comprar un regalo. ¿Qué crees que le gustaría? —pregunté, sirviéndole un poco de huevos en su plato.

Pasamos la mañana conversando de cosas triviales, riéndonos de situaciones que habíamos vivido, acariciando y besando nuestras manos, dándonos de comer fruta o trozos de tocino. Todo esto era parte de nuestras mañanas, dedicar momentos a nuestro amor.

En estas situaciones, en donde él no hace más que conversarme mientras come fresas, es cuando mi corazón comienza a latir nervioso, las mariposas en mi estomago están revoloteando y siento que me lleno de un amor desmedido. Él, con su cabello largo suelto, sus ojos claros que brillan cada vez que me ven, sus labios perfectos para besar; es un ángel caído. Él me encontró y nunca me dejó ir; mi otra mitad.

SNK One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora