XXIX

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El hermoso cielo estaba dividido en dos personalidades muy opuestas, una cálida y otra fría, el mar era el espejo que usaba el cielo para poder elegir su vestimenta de ese día, el sol apenas empezaba a asomarse pero sentía envidia y se tardaba en salir, la brisa fría de la mañana eran las hondas de la música que producían aquellos pájaros en cada amanecer...

En ese hermoso paisaje habían dos personajes más que no hemos mencionado, son una decoración pasajera y que funciona como montaje para un bello retrato de amor, dos individuos corrían en la arena con sus pies descalzos siendo mojados por el agua salada, ellos se robaron el papel principal de aquél bello paisaje, sus risas más radiantes que el sol acompañaban el coro de la naturaleza, aquella brisa musical hacía que el cabello castaño del individuo de menor tamaño bailará sin cesar, uno corría tras él otro hasta que uno de ellos alcanzó al otro, lo tomó por la cintura y una gran sonrisa decoró sus rostros, daban vueltas a una velocidad perfecta para no marearse, sus prendas altas fueron salpicadas de agua salada mientras que la mitad de las bajas estaban empapadas, el castaño puso sus pies en la fría arena debido al mar de fríos sentimientos para poder mostrar con una simple acción que él no era igual a aquél inmenso mar, le brindó a su acompañante un cálido beso lleno de amor y pasión, pasó sus brazos por la nuca del más alto y este lo abrazó por la cintura elevandolo nuevamente..

- Recuerdas la primera vez que fuimos juntos a la playa?- Preguntó con una sonrisa, bajó al castaño dejando que sus pies tocarán por completo el suelo-

- Fue un desastre pero bastante agradable- Empezó a reír levemente, tomó la mano del más alto y empezaron a caminar nuevamente-

Caminaron de regreso al hotel, durante el camino tocaron el tema de su pasado, casi nunca lo hacían porque siempre acababa en una discusión, pero ellos estaban aprendiendo a escuchar, querían mejorar aunque ambos tuvieran metas distintas para ellos mismos y aquella relación confusa y llena de drama que llevaban.

Al llegar a aquél hermoso hotel playero y lleno de espacios verdes se dirigieron al restaurante, pues, quedaron de verse allí con sus amigos. En aquél lugar rebosaba el olor a waffles, pancakes, huevos, tocino, frutas y por supuesto a café, como siempre había una mesa más ruidosa que las demás y esta pertenecía a aquél grupo de personas que los acompañaban, sus conversaciones eran tan impredecibles y divertidas, sus personalidades brillaban de distintas tonalidades apesar de aquella diferencia siempre lograban llevarse bien y disfrutaban su compañía...

- Les parece si después de almuerzo nos vamos de compras?- Preguntó mientras miraba la hora en su reloj-

- Super sí, no sé qué ponerme para el 31- Respondió Aurora fingiendo tristeza en su voz-

- Yo estoy igual- Añadió Phantom-

Todos accedieron ante la sugerencia de Copia, mientras las demás personas empezaban su día ellos apenas iban a descansar porque justo habían llegado hace algunos minutos de aquél largo viaje en el que Copia y Mountain tomaban turnos para manejar..

La pareja que anteriormente había tomado una caminata por la playa, en lugar de descansar se encontraban tomando un baño, pues, él agua salada los hacía sentirse pegajosos e irritaba sus pieles, luego de la cálida ducha que tomaron juntos se dispusieron a organizar sus cosas y por último descansaron..

Quizás ellos actuaban como casados o una pareja oficial pero tenían muy en claro que no lo eran, de hecho, nunca lo fueron, quizás por eso es que jamás han logrado concretar una relación, solamente vivían de sexo y actividades que los hacían ver y sentirse como una pareja, eso era lo que los mataba porque sabían que en cualquier momento todo eso podía cambiar, quizás Swiss encontraría a alguien que tuviera todo claro, sin inestabilidad y que no estuviera rodeado de tanto drama, quizás Sodo encontraría a alguien apuesto que no tenga tantos problemas y dispuesto a mantener algo libre por diversión... Sus pesadillas reflejaban sus miedos de la vida real, el temor de algún día estar uno sin el otro los comía vivos por eso disfrutaban cada minuto juntos, sus meñiques atados a un hilo rojo que siempre los guiaba a estar juntos, sus almas anhelando la compañía del otro y sus cuerpos deseando y disfrutando cada caricia, beso o toque que se daban, el deseo de complementarse en el acto y sentirse el uno al otro era inexplicable..

¿Verdadero o falso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora