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—¡Hanni!— escuché que tocaron mi puerta y luego alguien entró. —Hanni, despierta.

—Mmm— gemí con molestia, enterrando el rostro en la almohada.

—Minji pasa por ti a las cinco, ya son las cuatro— Hyein me quitó las sábanas de golpe. —Tienes que comer y alistarte.

—Mierda— murmuré, cubriéndome el rostro con las manos.

—Toma— me dio unas pastillas y un vaso de agua.

—Gracias— las tomé de inmediato, sintiendo la sequedad en mi garganta. —Eres un ángel.

—Lo sé— sonrió con suficiencia. —Ahora, muévete. Seguro Minji no tarda en llegar.

—¿Y papá?

—Fue de compras con mamá.

—Bien, gracias por despertarme.

—De nada— dijo antes de salir de la habitación.

Me levanté con pereza y me dirigí al baño para darme una ducha rápida. El agua caliente me ayudó a despejarme un poco, aunque el ligero dolor de cabeza persistía. Una vez lista, abrí mi armario y escogí mi ropa: una falda de cuadros oscuros, un suéter blanco tejido y tenis negros. Para el peinado, decidí hacerme dos chongos altos, dejando algunos mechones sueltos a los lados.

Justo cuando terminé de arreglarme, escuché el claxon de la moto de Minji. Bajé las escaleras apresurada.

—¡Hyein, ya me voy!— grité antes de salir de la casa.

—Con cuidado— respondió ella desde la sala.

Apenas crucé la puerta, vi a Minji bajando de su motocicleta. Su cabello oscuro caía sobre sus hombros y vestía una chaqueta negra con jeans rasgados. Me acerqué rápidamente y la abracé.

—Hola, linda— dijo en un tono suave, rodeándome con sus brazos.

—Hola— le di un beso corto en los labios.

—Te ves hermosa— murmuró, observándome con una sonrisa satisfecha.

—Gracias— bajé la mirada por un momento, sintiéndome un poco tímida.

Pero su expresión cambió ligeramente cuando notó mi peinado.

—Pero con ese peinado no podrás usar casco.

—¿Por qué no?

—El casco no entra.

—Entonces no lo usaré.

—Es peligroso— frunció el ceño, claramente no muy convencida con la idea. —Además, hay pronóstico de lluvia.

—¿Y qué hacemos? ¿Quieres que me suelte el cabello?

—No, me gusta cómo te ves así— confesó, jugando con uno de los mechones sueltos de mi cabello.

—Tengo una idea, pero no estoy segura de si sea buena.

—¿Cuál idea?

—Podemos tomar uno de los autos de papá.

—Estás loca.

—Entonces vamos en tu moto.

—Es peligroso.

—Me suelto el cabello.

—Te ves linda así.

—Le pediré un auto a papá.

—Es que al lugar al que vamos... No sé si sea buena idea, no quiero que algo le pase al auto.

Hurt - bbangsaz    EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora