Cuando nadie nos mire

6: La estrategia

Violeta llevaba delante del ordenador por lo menos hora y media y aun así solo había avanzado la edición de unos tres minutos del vídeo. Estaba tan acostumbrada y se le daba tan bien que para ella era absurdo haber tardado tanto en editar ese trocito tan pequeño, pero desde que se había sentado en la silla no había sido capaz de estar concentrada ni cinco minutos seguidos.

En realidad no era un problema de ese día, llevaba ya unos cuantos distrayéndose cada vez que se ponía a trabajar en los vídeos de esa semana porque hacerlo le recordaba el debate interno que aún no había sido capaz de resolver, y ya se le empezaba a hacer bola el asunto.

Suspiró mirando los absurdos dibujitos que había hecho en la libreta en la que tenía apuntadas anotaciones sobre sus vídeos y la arrancó porque no le gustaba que estuviera entremedias de sus ideas, era un poco maniática en ese sentido, le gustaba el orden. Para ella esa libreta era como un diario, una especie de recuerdo de cómo los sinsentidos que se le cruzaban por la mente se transformaban en vídeos de los que estar orgullosa.

Intentó de nuevo concentrarse en editar, pero no resultó efectivo y prefirió dejarlo porque al final iba a acabar haciendo un estropicio con el vídeo y no quería. Dio gracias a que ya tenía preparado el del día siguiente y tenía margen para poder acabar el del domingo porque estaba claro que ese día no iba a avanzar nada.

Sabía que su bloqueo venía porque aún no había tomado una decisión sobre si escribir o no a Chiara para pedirle una entrevista y supo que cuanto antes lo hiciera, mejor sería. Se estaba comiendo la cabeza por algo que en el fondo no era más que una decisión profesional como otra cualquiera, y sabía que si no fuera porque era muy fan de la cantante, ya se habría decantado por una opción.

La youtuber pensó en que al día siguiente se publicaría el tracklist del disco nuevo, la propia cantante se lo dijo la última vez que hablaron, y se le ocurrió que quizás sería un buen momento para volver a escribirle y hablarle de la entrevista.

Le había dado muchas vueltas al tema y lo había pensado con calma para no precipitarse con la decisión porque no quería que acabara siendo una mala experiencia, ni quería dejar pasar la oportunidad de entrevistar a su cantante favorita. Había llegado a hacer hasta una lista de pros y contras, pero seguía sin estar convencida por completo.

Paseando la vista por encima de la mesa volvió a ver la hoja que había arrancado de la libreta y decidió que dejárselo al azar era la mejor opción, por lo que hizo una bolita con el papel y se levantó de la silla. Cogió la papelera que tenía al lado y la puso en medio de la habitación, alejándose unos cuantos pasos de ella.

– Si encesto se lo propongo.

Respiró un par de veces para concentrarse como si estuviera en los juegos olímpicos y con toda la precisión que pudo lanzó la bolita de papel, pero se quedó corta de fuerza y cayó unos cuantos centímetros delante del pequeño cubo.

Violeta torció el gesto al ver que ni se había acercado y supo, al igual que cuando tiras una moneda al aire sabiendo por qué lado quieres que caiga, que esa entrevista iba a pasar. De una manera u otra, pero iba a pasar.

– Eran tres oportunidades – dijo recogiendo el papel y volviendo a su posición.

Se volvió a concentrar, volvió a lanzar y como era previsible volvió a fallar, aunque esta vez la bolita de papel rebotó en el borde de la papelera. Estuvo a punto de celebrarlo pensando que iba a encestar y la decepción que sintió cuando cayó hacia fuera fue una prueba más de las ganas que tenía de conseguir esos minutos con la cantante.

Como dicen que a la tercera va la vencida, recogió de nuevo el papel y se colocó en su puesto, centrando todas sus energías en que la maldita bola entrara en la papelera. Lanzó por última vez, pero la trayectoria del papel se vio desviada por su perra, que saltó como una loca del sofá en el que estaba tumbada porque tres veces viendo esa bolita pasar por delante de ella eran demasiadas para resistirse.