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El día del viaje:

Chloe

Aliste mi maleta con todo lo que pensé que requeriría para este viaje desde ayer, pero aún siento que olvido algo, de todas formas sería muy tarde, porque ya estamos en la Cadillac que nos lleva al aeropuerto.

-Maldición, ya sé, ¡me olvidé los pases!- digo asustada y todo el mundo voltea a verme igual, soltando sonidos histéricos de exclamación y sorpresa.

-¡Chloe, pero cómo!- grita mi hermana, que está muy emocionada por ir al estadio de los Dolphins, el equipo de futbol, a ver la estatua de Dan Marino. Yo también amo el futbol, pero me quedo con Brady.

-Oh, no, y ya es tarde.- murmura alterada mamá, despegando la mirada de su celular y pasándose una mano por el rostro.

-Chloe Huntington, yo tengo los pases, no nos alteres.- comenta papá utilizando mi nombre completo, hablando con un deje de susto y a la vez alivio una vez que recuerda ese dato, por mi parte, estallo en risas. Jessica me suelta un manotazo y algún insulto en francés que solo me hace reír más.

-Qué idiota eres.- murmura mi hermana para que solo yo la escuche.

Una vez ponemos pie en el aeropuerto, vamos directo a la zona donde mi papá nos indica que despegara el jet. Antes de subir por la escalera observo el dibujo de la silueta del águila volando, era el símbolo que todas mis cosas de deporte tienen, básicamente mi marca. Porque en la cancha saltaba increíblemente alto, como si un águila con sus alas extendidas yendo por su presa.

Sonrió ligeramente sin mostrar los dientes y me adentro en el avión, lista para escribirle a Crohn.

Cada quien se acomoda en su asiento y escucho a mi papá hablar.

-Vamos a quedarnos en el hotel Hilton, es donde se queda el equipo de McLaren, porque si alguien no recuerda...- dice mi papá con su mirada atacándome, por lo que suelto una risotada y me acomodo los lentes de sol - soy inversionista de esa escudería.

-Si papá, si lo sabemos.- digo calmada, pero de todas formas saco de mi bolsa la gorra de Ferrari que de hecho encontré en el fondo de mi vestidor de cuando veía todo esto, y me la coloco, viendo como pone mala cara y rueda los ojos, escucho enseguida las risas de mamá de fondo.

Unas 9 horas más tarde, la humedad de Miami reemplaza el frío de Londres, antes de bajar del jet, mi hermana y yo cambiamos nuestros pants por shorts, pero la gorra y los lentes de sol aún me acompañan.

Son las 11 am del viernes y según los planes que papá ha impuesto, iremos al circuito mañana y el domingo, hoy por lo pronto tenemos una cena con la escudería que apoya, pero mientras llega la noche, nos permite vagar un rato mientras se van al hotel, cuando mamá le dice que no pasa nada con que salgamos un rato.

De camino a Estados Unidos escribí a mi psicólogo y rápidamente contesto, hoy por la noche, cuando esté sola en mi habitación, lo llamaré.

La carrera de Fórmula 1 se corre alrededor del emparrillado, por desgracia, no solo eso, sino también rodea las canchas que reciben el abierto de tenis de Miami. No sé si mi familia lo sabe, pero como sea, yo no pienso poner un pie ahí, así tenga a un tackle persiguiéndome listo para acabarme. Eso fue otra motivación para llamar a Crohn. Yo llegué a jugar ahí, pero aún hoy, con el tiempo que ha pasado, creo que me desmayaría si veo la cancha central.

El chofer que nos asignó papá nos deja cerca de la playa y ambas bajamos en busca de una tienda de trajes de baño, porque yo propuse estar en ropa interior, pero ella se negó, digo, tampoco es que el conjunto de Calvin Klein que uso se vea mal. Pero bueno. Obviamente, es una playa muy concurrida, así que no demoramos en encontrar un lugar, ambas elegimos traje, yo me quedo con uno color verde olivo que se ve bastante bien con mi piel.

The Championship PlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora