I: Nuevo país, nuevo trabajo, nueva vida.

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—¿Estás nerviosa, mi amor? —me preguntó Keana arreglándome el cuello del blazer perfectamente planchado por ella.

—Demasiado —me sinceré. Mi esposa tomó mi rostro y plantó un beso, que, poco a poco se convirtió en un beso caliente.

Sus manos se enredaron en mis cabellos de la nuca y mis brazos descansaban alrededor de su cintura. La pegué mas a mi y ella gimió ante la impresión. Unos pasitos cortos y muy rápidos se escucharon por el pasillo y nos separamos de inmediato.

—¡Mami! —alzó los brazos a mi dirección y yo me alejé de los brazos de Keana para recibirla.

—¡Sabrina, mi vida! —dije tomándola en brazos y girando en círculos mientras ella reía.

Sabrina tenía apenas dos añitos, era una castaña -casi rubia- con unos enormes ojos verdes llena de energía. La abracé y di besos en su cuello mientras ella se volvía a carcajear. Escuché unos pasos apresurados nuevamente y supe que mi pequeña se había escondido. La puerta se abre de golpe y mi madre aparece un tanto agitada. Sonrío al ver la travesura que acaba de hacer mi hija.

—Sabri —mi madre habló sin mucho aire en sus pulmones.

—Ma, no te preocupes, vino directamente a mi —dije acercándome a mi mamá dándole un beso en la frente con aún Sabrina en mis brazos.

—Gracias a Dios —suspiró y yo reí. Estaba casi segura que yo también le daba los mismos sustos a ella —Mañana tenemos vuelo con tu padre para volver a Miami.

—Los iré a dejar —dije inmediatamente y mi madre negó.

—Es en tu horario de trabajo.

—Al menos déjame preguntar si puedo ir a dejarlos —Mi madre suspiró rendida, sabía que yo era terca y no me podría ganar aquella discusión.

—Está bien, hija —Tomó mi mejilla y la acarició —. Estaremos abajo esperando para el desayuno —Mi madre se alejó por la puerta.

—¡No se si me quepa algo en el estómago! —Avisé, pero estaba casi segura de lo que vendría a continuación.

—¡Lauren Michelle, una fruta aunque sea! —Exactamente lo que pensaba.

Hace una semana que nuestra pequeña familia se mudó a Londres. Luego de muchas conversaciones con mi esposa, Keana, y con mi familia, decidimos que migraríamos a Londres.

Acá en Londres me ofrecían trabajar en una agencia de seguros internacional, que si bien tenían sedes en Estados Unidos y en el resto del mundo, me ofrecieron también pagar mis estudios de post-grado en la universidad de Oxford. Definitivamente era una oportunidad que no podía perder, y que probablemente jamás se repetiría en mi vida

Me costó un tanto convencer a Keana de que esto era buena idea, y lo entendía. Ella iba a dejar todo atrás sin que nada le garantizara nada. Su título de enfermera aquí se tenía que convalidar, y eso significaba que debía estudiar para otra prueba e ingresar al rubro.

Teníamos un tanto ahorrado, el cual lo utilizamos para los efectos de la mudanza y para los primero meses de alquiler de esta casa en los suburbios de Londres. Keana, para mi gusto, había quedado maravillada con la casa que habíamos conseguido. Sin destacar que la empresa contaba con un piso completo destinado a sala cuna y lugar en donde se podría dejar a los hijos de los empleados en su jornada laboral.

Mi esposa ya había planificado todo lo referente a su estudio para la convalidación, y su pronto ingreso a su trabajo. Finalmente, estaba todo donde debía estar, sentía que el rumbo de mi vida había encontrado un puerto, comenzando con el compromiso y la boda con Keana, la llegada de Sabrina y ahora esta oportunidad en mi vida profesional.

Bad Kind of Butterflies (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora