22 de diciembre de 2034
Chicago, Illinois
18:30 pm
La tensión en el aire era palpable mientras Claire observaba impotente la situación que se formaba frente a sus ojos: una madre infectada se acercaba lentamente a su hijo con sus ojos vacíos y sin vida, emitiendo una malevolencia desconocida. El niño, con apenas diez años de edad, miraba a su madre con confusión y miedo sin comprender la terrible transformación que estaba presenciando. A su vez, los médicos del refugio intentaban contener a la mujer tratando desesperadamente de calmarla y aliviar su sufrimiento, pero era demasiado tarde para eso.
Los síntomas del virus habían progresado demasiado rápido, y ahora la madre se había convertido en uno de los huéspedes. Una criatura sin voluntad propia impulsada por un deseo insaciable de destrucción, Claire miraba la escena con el corazón en la garganta sabiendo que debía tomar una decisión difícil y rápida antes de que fuera demasiado tarde. Ya que si no intervenía pronto, la mujer infectada atacaría a su propio hijo con consecuencias devastadoras e irreversibles.
Decidida tomó su flecha y apuntó hacia la madre infectada. Su mente aun se encontraba luchando con la decisión y con el peso de lo que estaba a punto de hacer. Pero sabía que no había otra alternativa; debía proteger al niño a toda costa. Incluso si eso significaba tomar una vida inocente, así que, con un suspiro pesado, dejó escapar la flecha, lanzándola con precisión mortal hacia la madre infectada.
La flecha cortó el aire con un silbido agudo antes de clavarse en la cabeza de la mujer. Deteniéndola en seco en su avance hacia su hijo, y un silencio pesado se apoderó del lugar mientras la madre infectada caía al suelo; su amenaza finalmente había sido neutralizada. El niño guió su mirada hacia Claire con ojos llenos de confusión y miedo. Sin comprender completamente lo que acababa de suceder, corrió hacia ella, abrazándola con fuerza a la vez que escondía su pequeño rostro en su pecho y las lágrimas nublaban inevitablemente su visión.
Claire sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que el peso de sus acciones fuera más fácil de llevar.
—Estás a salvo ahora —murmuró dirigiéndose al niño.
Él asintió lentamente, aferrándose a Claire; no dejaba de ocultar su rostro, tratando de no ver el cadáver de quién alguna vez fue su madre y ahora yacía inerte en el frío suelo de concreto.
CLAIRE
Luego de aquella terrible escena decidí ir a ver a Jane e Isaac para contarles sobre la decisión que acababa de tomar. Debía buscar allá afuera una solución; se lo debía a Jess.
—Isaac, necesito hablar contigo. —dije, entrando alterada a la habitación.
—Por supuesto, Claire, ¿qué sucede? —preguntó, con un tono preocupado.
—Verás..., la situación ha empeorado —respire hondo, haciendo una pequeña pausa—. La madre del niño estaba infectada y tuve que matarla para proteger a su hijo —comencé a explicarle. Isaac me veía con atención y yo sólo trataba de hacer mi mayor esfuerzo para comunicarle mi decisión sin derrumbarme en el intento—. Pero eso no es todo, necesito ir más allá del refugio en busca de una cura. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras más personas mueren.
—Claire, entiendo tu deseo de encontrar una cura y ayudar a los demás, pero el mundo exterior es peligroso y no sabemos qué nos espera más allá de estas paredes—hizo una breve pausa como si tratase de buscar las palabras adecuadas—. Deberías quedarte aquí dónde es seguro— —insistió, sabía que intentaba convencerme, pero no estaba dispuesta a ceder en mi decisión.
—No puedo, Isaac. —negué mientras caminaba de un lado al otro de la habitación—. Mi pequeña ya no está aquí por culpa de este maldito virus, y necesito encontrar respuestas a lo que está sucediendo —me detuve en seco viéndolo a los ojos—. Y no voy a descansar hasta que las encuentre— mi voz salía con notable dificultad, aunque intentaba ocultarlo. Cada día la culpa por la muerte de Jess me consumía a tal punto que sentía que pronto todo dejaría de tener sentido para mí.
—Claire, entendemos tu dolor, pero debes ser realista —interrumpió Jane.
«Lo que me faltaba, ¿ella que podría saber sobre cómo me siento?»
—Ir más allá del refugio es arriesgado y puede ponernos en peligro a todos nosotros; deberías pensar en el bienestar de la comunidad en su conjunto —siguió con su discurso.
—Precisamente por el bienestar de la comunidad es que hago esto, Jane, acabas de ver lo que pasó con la madre de ese niño —dije firmemente.
—Lo sé, sé que ha sido difícil desde que...
No la dejé seguir; sabía que hablaría de lo que pasó hace diez años, cuándo en realidad no tenía idea de cómo se sentía estar muerta en vida.
—Jane, escúchame, necesito hacer esto no solo por mí, sino por ustedes también —intente mantener la calma—. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras el mundo se desmorona a nuestro alrededor— agregué viéndola fijamente a los ojos. Jane suspiró pesadamente y pasó su mano por su cabello con frustración.
—Claire, te entendemos más de lo que crees, pero aún así debes ser cuidadosa. —dijo Isaac mientras ponía su mano en mi hombro intentando calmarme—. No sabemos qué te espera allá afuera, así que por favor, piénsalo bien antes de tomar una decisión apresurada—sus ojos me veían con preocupación. Sabía que él quería lo mejor para mí, pero no pensaba dar marcha atrás.
—Lo haré, Isaac, pero no puedo prometer que me quedaré aquí. Agradezco lo que haz hecho por mí... —hice una pausa—, lo que ambos han hecho, pero lo que busco no está en este refugio.
Cerré la puerta tras de mí, dejando allí a Isaac y Jane. Estaba determinada a seguir adelante con mi búsqueda a pesar de las objeciones y consecuencias que eso podría ocasionar. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que tenía que hacer que mi existencia significara algo.
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Hasta El Último Día (EN CURSO)
Science FictionAño 2034, diez años después de que el mundo fuera devastado por un extraño virus que se transmitió a través de los ciervos, logrando convertir a sus huéspedes humanos en infectados sedientos de sangre. Claire Johnson, una mujer valiente y decidida...