20 de diciembre de 2034 - Chicago, Illinois
10 años después de que el virus acabe con casi toda la humanidad.
Claire se encontraba sentada en la cama de su habitación en el refugio. Abrió sus ojos lentamente; en su interior su corazón aún latía con fuerza por el recuerdo de la pesadilla que acababa de experimentar. Rodeada por las paredes de concreto que ofrecían una falsa sensación de seguridad en medio del desastre que habitaba en cada rincón del mundo exterior, se pasó una mano por el rostro, tratando de despejar las imágenes perturbadoras que seguían rondando en su mente.
La muerte de su sobrina Jess había sido el tema recurrente de sus pesadillas últimamente, y cada vez que cerraba los ojos volvía a revivir la angustia y el dolor de aquella pérdida devastadora. Se acomodó en su cama, agachando su cabeza, y dejó escapar un suspiro profundo. Recordaba vagamente el sonido de su risa, su voz dulce y alegre, que ahora parecía desvanecerse en el eco de sus sueños. Era como si cada vez que intentara recordarla su presencia se volviera más borrosa, más distante, como si el tiempo y el dolor estuvieran desvaneciendo los recuerdos de su sobrina sin que ella pudiera evitarlo.
Y el simple hecho de olvidar los pocos recuerdos que aún tenía de ella la atemorizaba... Con un nudo en la garganta, Claire se levantó de la cama, dirigiéndose hacia la pequeña ventana de su habitación. Afuera el mundo ya no era lo que alguna vez conoció; casi todo estaba destruido a causa de los bombardeos que fueron hechos en un vago intento de acabar con la propagación del virus. Era irónico cómo incluso en un lugar diseñado para protegerla del peligro del mundo exterior no podía escapar del tormento de sus propios recuerdos.
Cerró los ojos y se obligó a respirar profundamente, llevándose una mano a su pecho, tratando de encontrar algo de calma en medio del torbellino emocional que la consumía. Poco a poco la sensación de desesperación comenzó a ceder, pero aún así seguía sin encontrarle sentido. Aquello se sentía como si estuviera muerto en vida. Claire sabía que no podía permitir que el miedo o el dolor la paralizaran, ya que tenía una misión por cumplir. Hacía días que la idea de una búsqueda de la cura rondaba su mente, y no descansaría hasta encontrar respuestas, incluso si eso significaba enfrentarse a sus peores temores una y otra vez.
Se alejó de la ventana, preparándose para enfrentar el día que estaba por venir. No importaba cuantas pesadillas la atormentaran en la noche; estaba decidida a seguir adelante, a seguir luchando, incluso si los recuerdos de su sobrina parecían desvanecerse en la distancia; tenía que encontrarle algún sentido a su vida o caería en la completa locura. Se dirigió a tomar su café y prepararse para su rutina de todos los días. Aunque la idea de hacer algo más, algo que tuviera importancia, aún merodeaba por su mente...
—Buenos días, Claire. ¿Cómo has dormido? —preguntó Isaac, el líder del refugio.
—No muy bien... Nuevamente tuve una pesadilla sobre ella —se apoyó en la mesada de madera que estaba en la cocina e hizo una breve pausa—. Es como si no pudiera escapar de esos recuerdos —un suspiro pesado se escapó de sus labios.
—Lo siento mucho... Sé que ha sido difícil para ti —mencionó Isaac, viéndola con una mezcla de preocupación y entendimiento en su rostro —pero recuerda que tú sigues aquí... No dejes que el pasado te consuma— agregó acercándole una taza de café.
—Es fácil decirlo, pero cada vez que cierro los ojos vuelvo a ver su rostro... a escuchar su voz— las palabras salían con dificultad y sus ojos lucían cristalizados al ver la vieja pulsera que estaba en su mano. La misma pulsera de la amistad que Jess le había regalado en su cumpleaños—. Es como si el dolor nunca desapareciera por completo—tomó un sorbo de su café amargo, sintiendo el absorbente aroma invadir sus pupilas gustativas.
—Entiendo tu dolor, Claire, perder a alguien que amas es una carga que nadie debería llevar —pero también deberías recordar que has sobrevivido a lo peor que este mundo ha lanzado sobre ti —tomo su mano viéndola en un gesto de apoyo —y eso te hace aún más fuerte de lo que imaginas —dijo esto con comprensión en su voz, a lo que la mujer solo asintió.
—Gracias, Isaac, en verdad aprecio tus palabras; es sólo que desearía poder dejar atrás este dolor y seguir adelante.
—Lo harás, con el tiempo el dolor se desvanecerá y encontrarás la paz que tanto necesitas, recuerda que no estás sola, estamos aquí para ti siempre. —le ofreció una cálida sonrisa en señal de apoyo.
—Gracias, amigo, significa mucho para mí saber que tengo a alguien en quien puedo confiar— sonrió débilmente, tomando su mano.
—Siempre estaré aquí para tí—dijo el hombre, transmitiéndole calma en su voz—. Ahora vamos, el día acaba de comenzar y hay mucho por hacer.
Ella asintió sintiendo un astibo de esperanza en su corazón, aunque en el fondo sabía que aquellas sombras seguían allí. Isaac había sido quién la salvó de sí misma cuando quiso acabar con toda la tristeza que la invadía luego de la muerte de Jess, y la ha intentado ayudar a superar su pérdida. Desde entonces se ha convertido prácticamente en un hermano para ella y la persona en la que más confía.
Queridos lectores:
Espero que estén disfrutando de la historia tanto cómo yo lo hago al escribir cada capítulo.
¿Qué desafíos creen que enfrentará Claire en el camino?
¿Podrá superar la culpa que aun la consume por dentro?
Los leo en los comentarios, ¡gracias por su apoyo!
Con cariño,
Valerie Vento.
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Hasta El Último Día (EN CURSO)
Ciencia FicciónAño 2034, diez años después de que el mundo fuera devastado por un extraño virus que se transmitió a través de los ciervos, logrando convertir a sus huéspedes humanos en infectados sedientos de sangre. Claire Johnson, una mujer valiente y decidida...