Capítulo 11: Sin escape

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 27 de diciembre de 2034

22:30 pm

MAX


Desperté con un insoportable dolor en la cabeza, sobre una incómoda cama de hierro. Miré mi herida y estaba vendada. También traía ropa distinta a la que tenía. Observé a mi alrededor intentando descubrir donde estaba. Era una habitación de paredes de concreto grises y frías, que logré reconocer al instante. Estaba en "la ciudadela", ese lugar del que había escapado hace tanto tiempo, el mismo que me traía recuerdos que preferiría olvidar.

Mire a mí alrededor y dichos recuerdos me aturdieron, generándome terror y rabia al mismo tiempo. Ahora que estaba aquí eran más vividos que nunca. No dejaba de preguntarme ¿Qué es lo que quería ese idiota, si ya me había quitado todo? Me sentía débil y mis ojos se cerraban, mientras a mi mente llegaban las palabras que aquel hombre me había dicho, justo antes de morir, el día que escape de aquí: "Nadie logra escapar del coronel, Max... él siempre te encontrará".




21 de diciembre de 2024

La ciudadela

9:40 am


—Lo siento —solté viendo la lista con las reglas de "la ciudadela" por última vez—. Es mejor que yo y mi familia busquemos otro lugar; le agradezco su ayuda, pero ahora debemos irnos —me paré y me dirigí hacia la puerta, con la intención de irme, pero justo cuando estaba a punto de abrirla su voz me interrumpió.

—Señor Reeds..., señor Reeds, ¿creí que las reglas eran claras?—dijo cambiando el tono amable que había tenido con nosotros por uno más hostil.

—¿De qué habla?—pregunté con incredulidad.

—Pues bien, una de ellas es que una vez dentro de la ciudadela, ya no podrán salir —pausó su discurso y se acercó a mí—. A menos, claro, que yo así lo autorice.
Quedé en completo estado de shock, paralizado, sintiendo miedo y una extrema confusión en mi interior. ¿No podríamos salir de ahí? Me negaba a aceptar quedarme, luego de saber que el lugar se dividía en dos sectores y era más que probable que me separaran de Anya.

—No me vea así, quedarse aquí es una gran oportunidad para usted y su familia —se detuvo un instante—. Una que no muchos tienen.

—¿Qué quiere decir con eso coronel?

—Digamos que tuvimos que prescindir de muchos supervivientes —soltó un suspiro pesado—. Por desgracia, no cumplían con los requisitos para vivir en la ciudadela —hizo una breve pausa y volvió a dirigir su mirada hacia mí—. Entonces, señor Reeds, supongo que entiende las reglas a la perfección ¿no es así?

Respire hondo, tratando de asimilar que salir de allí no sería fácil, pero tenía que ser fuerte por mi esposa y mi hijo. Debía encontrar la forma de sacarlos de ahí cuanto antes; a Anya no le faltaba mucho para dar a luz, y tenía que estar a su lado cuando eso pasara. Así que la única opción viable era seguirle el juego al coronel, y ganarme su confianza. No podía fallarles. No ahora. Si no salía pronto, corría el riesgo de que mi hijo naciera en ese maldito lugar... bajo el control del coronel. Y no podía permitirlo.

Hasta El Último Día (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora