CAPITULO 2: Red Bear

6 1 0
                                    

Después de 9 días Cristian estaba echo un descontrol, la perdida de su madre lo había elevado a la necesidad más alta de saciar placeres para poder olvidar, o lo más cercano a tener la mente ocupada posible.
El dolor que aquello le había generado debía ser tapado, ya que no podía sanarlo, o no sabía como.
Eran las 23 pm y había decidido salir a descubrir algún bar como tantas otras noches, explorando cada bar que existiese en la ciudad.
Conducía por su auto en medio de aquella zona con pocas luminarias, un tanto peligrosa a siempre vista, pensando en donde pararía esa misma noche a distraerse.
Hasta que encuentra un bar con un letrero luminoso "Red Bear", así se llamaba según indicaba dicho letrero. Estaciona su auto en el estacionamiento junto al bar, toma su billetera, las llaves y de baja del auto en dirección a la entrada.

-Hijos de re mil puta!! -escucha a alguien gritar desde detrás de la puerta de entrada- No pueden manosearme ya les dije que si tengo para pagarles, solo me excedí un trago

Cristian decide abrir la puerta para ver que sucede, y allí se encuentra con la escena una hermosa mujer, bah que digo, una hermosa chica, ha de tener su misma edad, cabello castaño algo ondulado, tez morena, un cuerpo envidiable para cualquier otra mujer, y sus ojos, ojos que parecen destellan luz, o fuego en este caso debido a la ocasión.
Volviendo a la situación, hay dos hombres que la sujetan y al parecer la quieren llevar a una puerta trasera al mostrador.

Ayúdame por favor- le grita la chica a Cristian al notar su presencia- ayudaaa

¿Que mierda pasa?- le grita Cristian a ambos hombres- ¿Que le hacen?

Ayúdanos o ándate del bar- le grita el hombre que sujeta a la chica de los hombros, un tipo bastante morrudo y con mucha barba

Cristian no puede permitir esta acción, no entiende que está pasando pero no puede permitirlo, por obvias razones no pinta para nada bien, entonces se decide a ayudar aunque quizás eso le lleve una mala pasada, o mejor dicho varios puños en su cara.

La sueltan ya o los reviento, ella es mi hermana- grita Cristian lo primero que se le ocurre para intentar ayudar, acercándose hacia ellos.
Al estar a un metro uno de los tipos empuja a la chica hacia el, con cara de asustado, y era de esperarse ya que no tenía comparación con Cristian y su cuerpo de gimnasio que se hacía notar con la musculosa que llevaba.
La chica choca contra Cristian, este la agarra de los brazos llevándola hacia la puerta de entrada.

-Larguense de acá mierdas-Les grita el señor barbudo

-Voy a llamar a la policía imbecil- responde Cristian

-No por favor no llames a la policía, no es necesario por favor- indica la chica

De esta forma salen rápido hacia la calle, tratando de alejarse de ese maldito bar y su maldita gente.

-Debemos llamar a la policía y lo sabes, porque no quieres hacerlo?- pregunta Cristian

-No puedo explicarte simplemente eso, ademas no te interesa, realmente te agradezco la ayuda, me has salvado de esos dos pero no es necesaria la policía en esto- responde ella bajando la mirada mientras sus ojos parecen apagarse

-Como es posible que te quisieran hacer eso y no quieres llamar a la policía, es necesario que le den su merecido, que cierren ese maldito local con ellos en la cárcel- responde Cristian

-No, de verdad, no hace falta, no podemos llamar a la policía ya que necesito solo irme y olvidarme de esta noche, te repito gracias por ayudarme- responde ella

-Está bien, al menos déjame llevarte a algún lado, mi auto está en el estacionamiento, no sería prudente que te deje ir sola a estas horas después de lo sucedido- responde Cristian

-No no, ya te dije, tu ayuda allá adentro fue suficiente, ahora solo necesito irme- responde ella

-Piensas que realmente te voy a dejar ir así nada más? A ver no soy un acosador ni nada, pero es sentido común querer ayudarte, como vas a irte sola, ademas no tengo problema en llevarte- responde Cristian ya un poco desesperado por la situación- A ver perdón hagamos una cosa, primero que nada me presento, mi nombre es Cristian, ahora, podrías explicarme que paso adentro y porque no quieres aceptar mi ayuda?

-Está bien, me llamo Lucero, tenía dinero suficiente para tres copas, pero al querer pagar resulta que me faltaba dinero, me alcanzaba sólo para pagar media copa, les expliqué que no sabía que había pasado y hasta me ofrecí a limpiar el bar para compensarlo pero no quisieron ser razonables.
Esta noche fue un verdadero desastre, mi madrastra me ha echado de casa y solo quise pasar un buen rato de distracción para pensar que hacer -Lucero levanta la mirada y por primera vez observa a Cristian detenidamente, y nota lo buen parecido que es, parece un muñequito de torta, si no estuviese tan deprimida lo habría tratado de otra manera-

-Entiendo, siento mucho lo que te ha pasado, realmente tuviste una noche movida, mira, sinceramente no es que esté en mejores condiciones del todo ya que me han pasado muchas cosas últimamente, tiene que haber algún lugar en el que te puedas quedar y realmente no tendría problema en llevarte, es lo menos que puedo hacer, y en mi caso cuando lo necesite me hubiese gustado haber recibido una ayuda, créelo -responde Cristian

Está bien- responde Lucero- parece que no vas a dejarme ir así nada más, tengo una tía que vive a unos diez minutos de aquí, no he hablado en años con ella, pero creo que entendería la situación

Perfecto -interrumpe el- te llevaré hasta su casa y no se diga más , solo guíame en el camino

En el camino Cristian realizó intentos por sacar tema de conversación pero la pobre chica se veía muy consternada, observaba a la ventana indicándole por dónde ir pero con una mirada un tanto perdida en la calle.
Era entendible que después de todo lo ocurrido no estuviese con ganas de hablar amistosamente con nadie. Por otra parte, Cristian sentía mucha pena por ella, más allá de ser una chica tan preciosa le transmitía mucha tristeza la mirada de Lucero, en su interior quería ayudarle pero tampoco entrometerse, al fin y al cabo es una completa desconocida, pero tampoco era el un hombre sin corazón.

Al llegar al sitio donde Lucero le indicó que frenara se encontraba una modesta casa, denotaba mucha humildad en su fachada, pero se veía prolija, bien cuidada.

De nuevo muchas gracias por haberme ayudado esta noche, y lo siento mucho pero no tengo nada de dinero para pagarte por lo que te conté antes -indicó lucero-

No te preocupes, es lo menos que podía hacer -responde Cristian- espero que aquí te puedan ayudar

Si eso espero, y estoy segura de que así será, para algo está la familia, muchas gracias por todo! -respondió Lucero bajándose del auto y acercándose a la puerta de la casa para llamar al timbre

Cristian observó como la puerta se abría y salía una señora algo mayor en edad con una bata puesta, noto que al ver a Lucero puso cara de preocupación en inmediatamente se abrazos ambas mujeres.
Al ver que ingresaron a la casa Cristian sintió un poco de alivio de que al parecer está en buenas manos.
La noche ha sido diferente, y en todo el camino a casa no pudo para de pensar en ella, en sus ojos lagrimosos durante todo el viaje, en sus delicados brazos abrazando su pequeña mochila como si allí llevase toda su vida, o lo poco que podía haber rescatado de su antigua casa, esa sensación de preocupación no le dejaba en paz, pero mucho más no podía hacer.
Además uno no sabe que esperar de desconocidos, y menos de gente aprovechada que hay por doquier cuando ven que el tiene dinero,  así que se contuvo a hacer lo justo y necesario.

Pero ella realmente seguía ahí, sin dejarlo dormir esa noche, y por primera vez desde hace días había regresado a dormir temprano.
En vano porque su mente no le daba descanso.

Marcas Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora