Cap 1: "12 horas antes del suceso"

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Nunca supe expresar bien mis sentimientos, a decir verdad, hoy en día, me sigue costando tener que demostrar afecto a mis familiares o amigos. Pero eso no significa que el sentimiento sea menos intenso, ¿verdad?

Aún sigo pensando en la charla que tuve con mi madre esta mañana cuando me acribillaba a comentarios claramente inciertos sobre cómo me comporto o según ella lo poco que me implico con los demás. Sinceramente me molesta bastante que piense de esa forma sobre mí, dieciocho años y al parecer no son los suficientes para aceptarme tal como soy. Y no es que yo sea una hija complicada ni mucho menos, simplemente me cuesta más que al resto tener que demostrar afecto, que no es lo mismo que interés.

Ser introvertida, aunque no lo parezca, tiene sus puntos fuertes. Lo más curioso de serlo es ver más allá de lo que la mayoría percibe. ¿Que alguien es tacaño o rencoroso? Yo veo a una persona emocionalmente cerrada en la que en su infancia lo trataron mal. Así que sí mamá, hago mucho más que implicarme. Más bien, encuentro fascinante observar a las personas, cómo se comportan de cara al público o cuando piensan que nadie los ve con sus gestos, miradas... y por ello les comprendo mejor que nadie.  ¿Irónico no? Soy capaz de ver a través de sus almas, pero nadie se molesta en entenderme.

Pero no pasa nada, porque este don me proporciona una perspectiva única que nunca podría llegar a compartir, y no porque no quiera, sino porque sé que no lo entenderían, por no decir que expresarme no es mi punto fuerte. ¿Cómo podría explicarles que las miradas contenían historias complejas, o que los gestos sutiles eran el lenguaje secreto que muchos pasaban por alto?

Aunque cada persona tiene su propia singularidad, es notable como todos siguen patrones de comportamientos similares. Como el hecho de que los deseos principales son encontrar el amor o ser exitoso laboralmente, por lo que actúan de forma repetitiva. Como si estuviésemos todos atrapados en un bucle del cual no somos conscientes. Por ello la búsqueda de autenticidad se vuelve un desafío constante. Y ya es  aburrido cuando todo se vuelve tan predecible.

A mi parecer, las personas se dividen en dos categorías: Las predecibles y las impredecibles. Entre las primeras se encuentra el noventa por ciento de la población, como vendría siendo aquellos que eligen al más fuerte como líder. No obstante, podría decir, que el diez por ciento restante contemplarían como líder no al más fuerte, sino al más débil. Pero sin duda mentiría, más bien, lo hacen para llevar la contraria. ¿Con qué propósito? Con el de sentirse libre.

Libre, una palabra con un significado simple pero con un trasfondo complicado. Una palabra que nadie entiende realmente, pero que muchos parecen conocer. Estamos todos tan acostumbrados a nuestras vidas que no nos damos cuenta de que nadie la está viviendo, y aunque piensen que sí, nadie consigue hacer nada al respecto. Así que, lo único que se puede hacer es llevar la contraria o como yo lo llamo: ser impredecible. Porque lo único que nunca podrán controlar son nuestras ideas y pensamientos.

De todas las personas de mi edad que he conocido, hay una en particular que me ha logrado generar un interés relevante, por decirlo de alguna forma.

Desde hace ya un año, siempre se sienta al fondo de la clase, saca su boli y su libreta negra con pegatinas de Spiderman y se pasa horas y horas escribiendo en esta, aunque haya clases en las que no se necesiten hacer apuntes. A veces, me levanto y finjo tirar algo a la basura que se encuentra cerca de su mesa para lograr leer alguna frase, pero nunca puedo llegar a comprender su letra.

Es tímido, o eso aparenta.  A penas se relaciona con más de dos personas. Lo que me hace pensar que no es de los que desea llamar la atención, lo que vendría siendo que no necesita o no busca sentirse querido. Y eso es a lo que llamo un comportamiento completamente impredecible. Digamos que es el tipo de persona que se pone los cascos por la calle para evitar cualquier tipo de conversación. No obstante, tampoco le interesa escuchar a otros, como si lo que tuviesen que decir fuera de lo más obsoleto. Únicamente presta atención cuando sabe que es necesario, como las presentaciones de trabajos o cuando alguien le intenta enseñar conceptos que no comprende.

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