Cap 6: Café para tres

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Reynolds se situa enfrente mía con bastante seguridad.

—¿Quién es? ¿Le conoces? —esmenta furioso con esa voz que le hace parecer un cascarrabias a la vez que lo señala con la barbilla.

No soy capaz de responder. Mi semblante se queda inmóvil como si tardara en procesar y terminar de encajar las piezas de porque él está aquí.

—Sí, nos conocemos —responde Marcos asertivo.

El científico, gira la cabeza y me hace un gesto con los ojos expresando su gran confusión. Esperando de mí algún tipo de reacción.

—He venido a verle a usted, Dr. Reynolds. —Se acerca hacia nosotros con pasos serenos.

Su pelo ondulado y castaño brilla bajo la escasa luz que libera una de las pocas bombillas que cuelgan del techo. Va vestido con una camiseta negra y unos pantalones del mismo color. Él siempre viste con colores apagados.  Sus ojos avellanas quedan palpantes hacia el Dr. R. Y,a veces, los desliza ligeramente para observarme.

—¿Cómo has conseguido encontrar mi casa? —pregunta Reynolds tensionado y con una mano en el pecho.

—¿Enserio? ¿Ahora te cuestionas eso? —cruzo los brazos con incredulidad.

Marcos alza con su mano algo y lo lanza suavemente en la pequeña mesa que nos separa. No tardé mucho en darme cuenta que era el mismo folleto que nos dieron en la salida del museo. Sí, el mismo con el que deduje cómo encontrar a ese científico.

—Vaya, vaya, vaya. Esto es sin duda alguna, algo sorprendente. —Se retira las gafas y vuelve a mirar a nuestro invitado sorpresa—. Creo que haré más café. Sí, efectivamente eso es lo que haré. Y cuando estemos menos espesos, vas a tener que hacer varias declaraciones, chico.

Mejor que traiga el whisky.

—Me parece bien.

—Sí, a mí también —digo torpemente.

Me siento en la esquina del sofá, aún con la anterior taza vacía entre mis manos.

—¿Puedo? —Indica Marcos para sentarse en el sofá.
Hago un gesto con la cabeza a modo de afirmación y se coloca lo más lejos posible de mí. No sé qué pensar, no sé qué decir.

—He oído vuestra conversación —lanza de sopetón.
Inconscientemente, Intento hacer memoria para recordar exactamente qué palabras intercambié con el Dr. R hace veinte minutos. Hablábamos de mi "viaje".

—Nunca pensé que tú...

—Aquí tenéis —Reynolds interrumpe a Marcos para entregarnos las tazas de café que seguramente haya precalentado en el microondas—. Bien. Ahora ya puedes comenzar.

Este se frota las palmas de sus manos contra las piernas nervioso. Reynolds y yo esperamos ansiosos su historia, algo, lo que sea. Pero, ese algo me dice que no sabe ni por dónde empezar.

—¿Por qué has venido a hablar con Reynolds? —Por fín me decanto por decir algo. Los silencios prolongados siempre me han sacado de quicio.

Le pego un sorbo al café, que a mi sorpresa estaba ardiendo. Por suerte nadie se dio cuenta de que me quemé la garganta.

—Al parecer, por lo mismo que estás tú aquí —responde fríamente.

Juraría que la sangre se me congela por un segundo.

—¿Por qué crees que estoy yo aquí?

Él me observa con cautela, no me responde y ladea una media sonrisa para después fijar su mirada en Reynolds.

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