𝗙𝗢𝗨𝗥

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El sonido de la alarma era la obstrucción del sueño de Cillian, estiró su mano hasta alcanzar su celular y a duras penas abrió un ojo atinando a apagar aquel irritante sonido, al lado del aparato yacía una caja de pastillas casi terminadas y la razón se debía a las largas guardias que le tocaban al hombre desde que tomó aquella carrera.

Por un segundo Cillian estiró su brazo buscando lo que debía estar su compañera de vida, al recordar la separación solo se resignó y suspiró, no se permitía sentir o tener alguna debilidad y tal vez esa como otras cosas fueron el motivo de la separación.

Casi se encontraba listo, por último ―y siendo considerado casi una prenda diaria― se colocó la funda para hombro y luego tomó el armamento dejándolo dentro de la funda, se vió por última vez en el espejo mientras se colocaba perfume hasta que salió de la habitación.

Se encontraba camino a la sede, de fondo yacía una ligera música con un volumen adecuado que consideraba relajante y aún más cuando estaba bajo estrés, por la tarde su asistencia en la facultad de abogados era necesaria y al finalizar el día le tocaba guardia con compañía de los aprendices del departamento de homicidios, ―Cillian se especializaba más en aquella área―.

[…]

Murphy caminaba por los pasillos de la sede con un café en su mano, al adentrarse a su despacho lo primero que encontró fue una caja sellada encima de su escritorio, frunció el ceño y cerró de inmediato la puerta para acercarse y observar aquel objeto cuadrado.

Encima reposaba una nota, aquella rezaba una oración que le hizo mirar a su alrededor como sí aquello le daría una solución a lo que había leído.

“Ya no sigas, no podré seguir ayudándote; mucho menos seguiré limpiando tus desastres.”

Cillian dejó aquel vaso con el líquido amargo a un lado y con rapidez rasgó el papel color café, al abrir las pestañas de la caja se consiguió con lo que parecía ser cabello pelinegro en un mal estado y al final de este cuero cabelludo arrancado con ferocidad, enseguida un olor a azufre le invadió las fosas nasales y de golpe cerró las pestañas de la caja. Su sistema se había alterado notablemente, no por aquellas palabras sino por lo que se encontraba encima de su escritorio considerándolo evidencia de alto riesgo con un boleto directo a la corte con una condena perpetua.

Tomando de inmediato aquella caja salió del despacho, su caminata era fuerte con cada paso tan largo que le daba la ventaja de salir de inmediato de aquel lugar sin levantar sospecha alguna, no había ninguna separación entre él y su camioneta por lo que tomó las llaves y con el control que yacía al final del llavero presionó un botón consiguiendo que el maletero se abriera, dejó la caja allí y presionó nuevamente el botón logrando que aquella puerta se cerrara.

―Te persigue, ¿No?― preguntó repentinamente la mujer que había sido su compañera de vida por algunos años.

Cillian enfurecido ante el acto cometido de la mujer le encaró―¿Cómo se te ocurre? ¿Acaso te estás volviendo loca, Abigahil?― debido al lugar cada palabra dicha la susurro y aún así dejaba en evidencia su estado colérico― Sí me quieres hundir de una buena vez, solo ve con algún fiscal o con el juez.

Abigahil negó, aún con tantos años no podría acostumbrarse al temperamento del hombre― Cillian, solo deja de hacerlo. Por suerte, lo que viste lo he encontrado yo y no otro― suspiró con cansancio― Por favor, no podré seguir limpiando cada desastre que dejes― mencionó, siendo lo último para retirarse.


⚖️

Cassia tomaba su desayuno en el comedor de la facultad de abogados, muy temprano le tocó la materia que consideraba más pesada y luego de tres horas se encontraba libre.

𝗦𝗜𝗟𝗘𝗡𝗖𝗘 › 𝘊𝘪𝘭𝘭𝘪𝘢𝘯 𝘔𝘶𝘳𝘱𝘩𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora