𝗙𝗜𝗩𝗘

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Era el pincel una compañía para el cuadro que apenas era nuevo, se teñía con facilidad; una paleta de colores que a la vista de cualquier humano común diría que no existía variedad, para el hombre que estaba sentado lo era casi todo, aún no lograba encontrar el color deseado aún después de pasar dos noches consecutivas buscándolo de una manera desgarradora pero sublime.

―Dentro de unas horas nos toca salir, cariño―comentó la pelinegra apoyada sobre el marco de la puerta, visualizaba al castaño que parecía ensimismado en su labor― Te recuerdo que llevas mucho despierto.

―¿Qué son 52 horas despierto, Abigahil?― respondió.

―Lo es todo para el futuro jefe del departamento― dijo dulcemente, una acción de una mujer que estaba totalmente enamorada― Cillian, dentro de algunos días será la condecoración.

―No se me olvida― espetó, en un suspiro dejo a un lado lo que utilizaba y tomó un pañuelo húmedo para limpiar sus manos y brazos que tenían manchas desprolijas, al levantarse caminó hasta la mujer― ¿Contenta, Abigahil?

La mencionada asintió dejando un sutil beso en aquellos labios― En otras circunstancias no te dejaría dormir de esa manera a nuestra cama, pero, debes descansar.

Estiró su cuerpo a la vez que bostezaba, aquel recuerdo tan repentino le había dejado un sabor amargo, llevándolo a que su humor no sea el mejor durante aquel día, al parecer había cedido ante los brazos de Morfeo por algún tiempo y la incomodidad que permanecía en su columna le hacía saber que las sillas no eran cómodas para tal acción. Cillian se había olvidado por completo de tomar las pastillas que solía ingerir para mantenerse despierto durante las largas guardias.

―Como un novato, ¿No?― preguntó burlón Farrel, colega que se ocupaba en reseñar los casos recién llegados del departamento de Robo y Hurto.

Murphy dejó la silla y cerró el ordenador que reposaba delante suyo―No deberías estar aquí, deberías estar en tu despacho correspondiente ocupándote de tus asuntos― expresó con su grave voz, y dirigiéndose hacía la salida del despacho de Victimología.

―Robo y hurto tienen el peor despacho, hace demasiado frío― expresó.

―En todo el lugar hace frío, ¿Qué hora es?

―4:50, solo dormiste media hora.

Murphy asintió casi sorprendido, juraba que habían sido dos horas― Iré por un café.

Farrel se levantó cerrando el ordenador― Te acompaño, no soy fan del café pero me haría bien un jugo y un sándwich.

La tranquilidad y el silencio se habían instalado en los pasillos de la sede acompañado de un frío imposible de soportar. En la cafetería no habían demasiadas personas, y las que yacían allí estaban sumidos en el labor correspondiente a su área y los nuevos que trataban de mantenerse despiertos consumiendo exageradas tazas de café.

―En ésta última semana han confiscado una cantidad grande de vehículos sin chapas, no me perturban las reseñas pero sí lidiar con personas sin buenas excusas en busca de la salvación de no reseñarlos como vulgares delincuentes ― contó el hombre a la vez que señalaba los embutidos que deseaba en el sandwich― No me queda más remedio que enviarlos al calabozo, eso sí el jefe de vehículos lo permite.

Murphy frunció el ceño ante las palabras del hombre― ¿Por qué no lo permitiría?

―Corrijo, sí los enviaría acortando el tiempo que deben permanecer ahí y no cumpliendo con lo debido a causa del dinero― explicó con burla― Deberías saberlo, ninguno de acá mantiene una moral limpia, Murphy.

𝗦𝗜𝗟𝗘𝗡𝗖𝗘 › 𝘊𝘪𝘭𝘭𝘪𝘢𝘯 𝘔𝘶𝘳𝘱𝘩𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora