Capítulo 8

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Es agitado suavemente, y despierta recuperando la conciencia lentamente, parpadeando en la penumbra y luego encuentra la cara de Tay quien se encuentra sentado en el borde de la cama, el chaleco blanco que lleva puesto expone sus músculos a la vista de New, también el tatuaje en su bíceps.

Es demasiado temprano para encontrarse con esta imagen, New arruga la cara y se frota los ojos con los dedos.

—Vamos—dice Tay en voz baja.

New bosteza—. ¿Qué...qué hora es?

Su cerebro está luchando para enfocar correctamente, ya que está enfocado en la forma en que se siente al despertar con Tay a su lado, mirándolo a la cara y a los ojos.

—Casi las nueve. Tienes que levantarte ya.

—Dios—dice resoplando—. ¿Dónde está Sarin?

—Salió temprano. Toma.

Y de repente hay una taza de café frente a él. Se sienta, sin darse cuenta la manta cae hacia abajo para mostrar su pecho desnudo, atrapa a Tay mirando.

—Gracias.—Toma el café.

—Tienes diez minutos—dice Tay, levantándose—y luego voy a entrar aquí con una cubeta de agua.

Frunciendo el ceño, New dice—: Ni siquiera tenemos una cubeta.

—¡Voy a encontrar una!—Tay responde mientras se dirige a la sala.

New se une a él en la cocina unos diez minutos más tarde, y Tay, ahora está completamente vestido para salir, viste una camiseta negra debajo de su chaleco blanco, pantalones vaqueros rasgados ingeniosamente cuelgan bajo sus caderas.

New pasa junto a él, que está apoyado en la barra de desayuno haciendo algo en su teléfono.

—No estás usando un traje hoy.

—Que habilidades de observación tan estelares tienes.

Viéndolo de frente ahora, la V en su escote deja al descubierto su piel y algo de vello, también un pequeño vistazo a sus pectorales. New mira fijamente mientras toma un par de uvas del racimo.

—¿Qué?—Dice Tay de repente.

New se sobresalta y lo mira a los ojos—. Nada.

—Aja—dice Tay, claramente divertido. Guarda su teléfono en su bolsillo y alcanza su chaqueta de uno de los taburetes—. Bueno, cuando hayas terminado de contar los vellos en mi pecho, tal vez podamos irnos.

—No estaba contando tus... Ugh, vete a la mierda—dice New, poniéndose rojo, y Tay ríe.

Se meten en el coche y salen de la pequeña ciudad, Tay enciende la calefacción para contrarrestar el aire frío de diciembre. No es hasta que van cruzando la autopista que New tiene una idea repentina.

—Deberías darme tu número de teléfono.

Tay lo mira con el rabillo del ojo—. ¿Crees que es necesario?

—Bueno, ¿y si nos separamos en Bangkok?

—¿Por qué nos separaríamos?

—No sé. Nunca se sabe. Tal vez te distraigas con algún sexy jovencito y vayan a un baño cercano.

—Estoy bastante seguro de que seré capaz de controlarme el tiempo suficiente para decirte a dónde voy—dice Tay, sonriendo—a pesar de saber qué—añade arrastrando las palabras—seguro vas a estar en allí mirando.

New se sonroja de nuevo, pero se ríe—. Cállate.

Tay saca su teléfono y se lo entrega—. Ten.

New marca su propio número en el teléfono y se llama a sí mismo para obtener el número de Tay. Vuelve al menú del teléfono y está a punto de bloquear la pantalla pero el icono de mensaje está ahí, mirándolo, tentándole.

PADRINO | taynewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora