Iniciando el entrenamiento de la pequeña sumisa

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     Antes de iniciar las sesiones de sumisión, Eduardo me mandó a hacer examen de VIH, VDRL, Hepatitis B y Hepatitis C y él se mandó a hacer los mismos exámenes y pagó por todo. También me compró suficientes pastillas anticonceptivas para los próximos seis meses.

     —Cuando salgan los resultados de nuestros exámenes, si todo sale bien, podremos empezar con las sesiones, no creo que tengas alguna ETS ni yo tampoco, pero es mejor asegurarse y pues, empieza a tomar las pastillas que te compré—ordenó Eduardo.

     —Está bien.

     En ese momento, sin importarle que estábamos en el estacionamiento de la farmacia y había varias personas viendo, él me abofeteó suavemente.

     —Ya eres mi sumisa, dirígete a mí correctamente si quieres seguir siéndolo.

     —Está bien, amo.

     Noté como las personas se quedaban mirando, aunque afortunadamente nadie quiso meterse en nuestros asuntos. Sentí que él tenía un poder muy grande y especial sobre mí y eso hizo que mi vagina se humedeciera hasta escurrir por mis muslos y gotear en el piso a través de mi panti rosa.

     —La próxima vez que se te olvide, te ganarás un castigo especial en privado—. Su voz se escuchaba muy fría y cruel, un nivel de crueldad tal que daba la impresión de ser capaz de hacer algo terrible y mostrarse indiferente al respecto.

     —Amo, ¿Qué debo decir o hacer si realmente quiero que la sesión se detenga o incluso si quiero dejar de ser su sumisa?

     —Para detener la sesión debes decir la palabra clave «Abejorro» y para dejar de ser mi sumisa basta con decir dos veces seguidas la palabra clave «Águila», este y otros detalles aparecen en el contrato que haré que firmes, el cual incluye un formulario donde podrás seleccionar qué cosas estás dispuesta a permitir que te haga y el resto se tomará como no admisible.

     Después de eso subimos a la camioneta Caribe de él, el viaje la pasamos en completo silencio, me dejó en la entrada del edifico donde vivo y se marchó diciendo «hasta luego, Carolina, te llamaré en cuanto tenga los exámenes en mano.»

     Sucedió en horas de una mañana fría, mientras estaba en la universidad, recibiendo clases de Matemática III, él me envió un mensaje de texto al WhatsApp, diciendo que ya había retirado los exámenes y que debía reunirme con él lo antes posible para ver los resultados de ambos juntos. En cuanto terminaron mis clases me dirigí al apartamento donde se hacían las sesiones de sumisión, me tomó un poco más de una hora y media llegar. Toqué el timbre, Eduardo me abrió la puerta y la reja.

     —Hola, amo—dije, sintiéndome nerviosa y un poco asustada, siempre me sentía así antes de ver los resultados de algún examen que hubiera hecho de enfermedades de transmisión sexual, aun cuando siempre resultaba todo negativo y esto se le sumaba el hecho de que, si tanto los exámenes de él como los míos resultaban negativos, tendría que tomar la decisión de firmar o no el contrato para terminar de entregármele como sumisa y en ese caso seguramente el primer entrenamiento sería hoy.

    —Pasa, Carolina, es hora de ver los resultados—. Había tanta tranquilidad en su voz, realmente transmitía paz.

     Entré y me senté en el sofá de la sala, él se fue hacia uno de los cuartos y regresó con un par de sobres, sacó una hoja de cada uno y me entregó una de ellas, mientras él se ponía a leer la otra; la que me entregó eran los exámenes de él, todo había salido negativo; luego intercambiamos las hojas, leí los resultados de mis exámenes, también habían salido negativos.

     —Bueno, es hora de que leas tu contrato y decidas si firmarlo o no—suspiró.

     Se marchó caminando lentamente y entró a uno de los cuartos, regresó con otra hoja de papel y un bolígrafo. La hoja contenía un breve contrato para nuestra relación amo y sumisa. Comenzaba declarando que yo estaba consintiendo la relación, además de un acuerdo de confidencialidad y continuaba con una lista de cosas con una casilla al lado, debía marcar cada casilla que correspondía a cosas que yo estaba dispuesta hacer y dejar en blanco las que no estaba dispuesta. También se detallaba lo que ya me había dicho Eduardo acerca de las palabras clave para detener la sesión y también para dejar de ser su sumisa.

Manos mágicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora