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Observé a Freen marcharse y cuando cerró la puerta, las lágrimas comenzaron a brotar. Durante los últimos 3 años, habíamos mantenido nuestro matrimonio en secreto. Solo nuestras familias y amigos más cercanos lo sabían. Sin embargo, hace unos meses, los medios de comunicación revelaron la noticia del compromiso entre Freen Sarocha y Heidi Jensen. Publicaron fotos de Heidi probándose un vestido de novia.

Pasé largas horas mirando esas fotografías y mi mirada siempre se concentraba en Freen. En aquel entonces, aún guardaba un poco de esperanza en nosotras. Creía que mientras estuviéramos casadas, había una mínima posibilidad de que pudiera enamorarse de mí y así nuestra relación se volvería real. Yo la amaba, eso era suficiente. Pero me di cuenta después de que también necesitaba que Freen me amara, tanto como yo a ella.

Pasé los últimos 3 años esperando a que viniera a verme a Londres. Traté e hice todo lo posible para mostrarle mi amor a pesar de la distancia, pero no obtuve respuestas ni nada a cambio. Lloraba todas las noches. Y un día, al despertar, la realidad me golpeó, haciéndome pedazos. Ese día, la empalagosa y amorosa Rebecca Armstrong murió y de sus cenizas renació una nueva Rebecca, una menos frágil, dispuesta a salir adelante.

Subí a mi habitación con mis maletas y me dispuse a desempacar. Me duché y me puse un short corto y una blusa corta. El calor en Bangkok era insoportable. Al mirar la cama, parecía que nadie en estos 3 años había dormido ahí. Ni siquiera Freen había dormido, aquí en este tiempo. Posiblemente vivía en otro lugar con Heidi. Ese pensamiento me estremeció y, para alejarlo, salí al balcón que daba a la entrada principal de la mansión, a tomar aire. Y para mi sorpresa, el deportivo de Freen seguía en la entrada. ¿Qué hacía aún aquí? ¿Por qué no salió corriendo con su amada Heidi? Mientras seguía mirando el automóvil de Freen, mi celular comenzó a sonar. Vi la pantalla y era mi mejor amiga, Irin.

-Hola Irin - saludé al contestar el teléfono.

-Idiota, ¡bienvenida a casa! - gritó Irin del otro lado.

-Gracias - solté una pequeña risa.

-Sigo en un viaje de negocios, siento no haber podido recogerte hoy en el aeropuerto - se disculpó Irin.

-No te preocupes, lo primero es el trabajo - respondí.

-¿Regresaste definitivamente o te irás de nuevo en la primera oportunidad? - preguntó Irin.

-Por ahora me quedaré, así no me extrañas tanto - bromeé.

-¿Quién dijo que era por eso? Pero ahora que vas a quedarte, deberías venir a trabajar conmigo en la empresa. Eres perfecta para el puesto. Te especializaste en marketing, eres hermosa, inteligente, sabes cómo atraer más clientes y la publicidad es tu fuerte. ¿Qué opinas? - contaba Irin entusiasmada.

-De acuerdo, solo por todas las adulaciones jajá - respondí.

-¿Has hablado con Freen? - soltó de repente Irin, cambiando su tono de voz.

-Sí - respondí mientras observaba el auto de Freen que seguía en la entrada.

-Te hablo de su idiota noviecita - dijo Irin.

-Lo hizo - confirmé.

-Qué estúpida idiota, ¿cómo se le ocurre? - su voz sonaba molesta.

-Vamos Irin, cálmate. No te preocupes, me pidió que mañana fuera a verla y accedí - comenté tratando de tranquilizarla.

-¿Qué? ¿Accediste a ir a ver a esa perra que te robó a tu esposa? Rebecca, ¿estás loca? Esa mujer sedujo a Freen y la incitó a divorciarse de ti. ¿No sé por qué Heidi pierde su tiempo si hace 3 años la familia Sarocha no le dio su aprobación? ¿Qué le hace pensar que algo cambió? - Irin estaba gritando bastante molesta al otro lado del teléfono.

-A estas alturas, solo quiero borrón y cuenta nueva - sonreí levemente.

-¿Borrón y cuenta nueva? ¿Es en serio, Rebecca? ¿Todavía la amas, no? - cuestionó Irin.

No respondí a las preguntas de Irin. Por supuesto, aún la amaba. De hecho, jamás la había dejado de amar. Freen era todo para mí.

-Rebecca - el grito de Irin me devolvió a la realidad.

-Estoy muy cansada por el viaje. Te llamaré mañana, ¿de acuerdo? Nos vemos pronto - colgué el teléfono antes de que Irin pudiera protestar y respiré profundamente.

El deportivo de Freen seguía estacionado en la entrada, con las luces apagadas. Parecía que no tenía planes de irse pronto, pero en ese momento ya no me importaba. Había decidido comenzar de nuevo y construir una vida sin importar lo que hiciera o dejara de hacer Freen. Era hora de enfocarme en mí.

El cansancio se estaba apoderando de mí, así que entré a la habitación y me recosté en la cama, dejando que el sueño se apoderara poco a poco de mí. Sin embargo, antes de caer completamente dormida, escuché que alguien abría la puerta nuevamente, lo cual me hizo despertar sobresaltada. Bajé rápidamente al recibidor y vi nuevamente a Freen parada allí.

-¿Se te ofrece algo más? - froté mis ojos debido al cansancio.

-Mañana tenemos que estar listas muy temprano para ir a ver a Heidi - estaba realmente seria y su tono de voz, como siempre, mostraba frialdad.

-Sí, ya me lo dijiste - era tonto que solo regresara para decirme eso.

-Dormiré aquí esta noche - agregó.

Me puse rígida al escuchar esas palabras. No sabía si era correcto que ella durmiera aquí.

-Temo que te quedes dormida debido al jet lag - explicó, tal vez al ver mi cara de confusión.

-Ok, tomaré la habitación de huéspedes. Puedes dormir en la principal - di media vuelta, dándole la espalda a Freen, y comencé a caminar. Pero Freen se apresuró y bloqueó mi paso.

-¿Por qué estás evadiéndome? - cuestionó Freen, mirándome a los ojos.

-Solo estoy haciendo lo que quieres. ¿Acaso no me pediste desde hace 8 años que me mantuviera alejada de ti? - Sus ojos mostraban confusión, ira y enojo. Pasé a su lado y comencé a subir las escaleras, pero nuevamente Freen habló.

-Dormiremos en la principal - ordenó, subiendo las escaleras y dejándome ahí inmóvil.

Al escuchar sus palabras, me regañé mentalmente por ser tan imaginativa, ya que por un momento un pensamiento sucio me cruzó la mente. Sin decir más, la seguí a la habitación principal, donde al entrar vi a Freen buscando ropa limpia en el armario. Minutos después, finalmente entró al baño.

Habían pasado 3 años desde que Freen y yo nos casamos, y aquí estábamos, compartiendo por primera vez una habitación. Me acomodé en la cama, recostándome de lado. El aroma Dolce Gabbana que desprendía Freen aún flotaba en la habitación, una fragancia que desde siempre me había fascinado y que seguía despertando mariposas en mi estómago. Cerré los ojos rápidamente al escuchar que Freen estaba a punto de salir de la ducha, fingiendo estar dormida. Incluso reduje mi respiración para que no notara que seguía despierta. Seguía preguntándome por qué Freen insistió en dormir en la misma habitación conmigo. Teníamos más de 10 habitaciones en la mansión, aunque a decir verdad, Freen siempre había sido impredecible.

Después de un largo rato en silencio, voltee levemente en dirección a Freen, quien yacía recostada de espaldas a mí, aparentemente dormida. Así que decidí dejar que el sueño también me envolviera.

El Lazo Que Nunca Se RompioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora