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POV FREEN

En dos semanas, Heidi había mejorado enormemente, los planes de la boda la mantenía ocupada y distraída de pensar demasiado en su enfermedad.

Desde mi oficina, miraba a través de la ventana, perdida en mis pensamientos. Me sentía vacía, incompleta. Nadie mencionaba su nombre en mi presencia y su recuerdo se estaba desvaneciendo lentamente. Después de disculparme con Nam, salimos un par de noches ella intentaba convencerme de lo locura que era casarme. A pesar de todo, me aferré a la idea de que, al hacer esa locura, aquella persona regresaría. Pero al final, solo me quedaba resignarme a la nueva vida que había elegido.

"Freen, ¿estás lista?" - preguntó Nam saliendo del baño de mi oficina.

"Sí, vámonos" - respondí con indiferencia.

"¿Es realmente necesario esto? Con las fotos que tomarán para la boda es suficiente. ¿Por qué quiere entrevistas?" - preguntó Nam con cierto tono de frustración.

"Gracias por acompañarme, Nam" - respondí sin emociones.

"Tu familia asistirá a la boda, ¿verdad?" - preguntó Nam con curiosidad.

"Sí, claro. Después brindarán con nosotras y le darán la bienvenida a Heidi" - dije con sarcasmo.

"Bien, es hora de irnos. Y Freen, trata de sonreír. Se supone que es un día feliz" - aconsejó Nam.

Cuando llegamos al lugar donde Heidi había programado las fotografías de la boda, me sentí extremadamente ansiosa. El sol brillaba en el cielo y el jardín lucía hermoso. El dulce aroma de las flores creaba un escenario perfecto. El fotógrafo nos indicó que nos cambiáramos.

Heidi había optado por un vestido casual que resaltaba sus curvas. Las tiras cruzadas en la espalda le daban un toque sensual y moderno. Yo simplemente me puse el vestido que Nam había comprado para mí. No importaba realmente cómo me veía.

Comenzamos con algunas fotos junto a un antiguo roble. El sol filtrándose por las ramas creaba una luz cálida. Luego, nos dirigimos por un sendero rodeado de flores. Cada rincón del jardín era el escenario de cientos de fotos. Sonreí tanto, pero todo era fingido. La última foto fue difícil, pero salió perfecta: un beso con Heidi.

"Cariño, debemos cambiarnos en media hora. Los reporteros estarán aquí" - dijo Heidi con una sonrisa.

"De acuerdo" - respondí sin emoción.

Estábamos en el podio que se había preparado para la rueda de prensa. Pronto, todas las sillas debajo del escenario se llenaron para dar comienzo a la rueda de prensa que Heidi había preparado.

"Señorita Jensen, luce hermosa. ¿No está nerviosa por casarse con la CEO número uno del país?" - preguntó uno de los periodistas.

"Estoy feliz. Freen y yo nos amamos desde hace años y este es un gran paso en nuestra relación" - respondió Heidi con entusiasmo.

La entrevista continuó durante casi una hora. Heidi respondía la mayoría de las preguntas, mientras que yo solo intervine de vez en cuando. Estaba cansada de todo esto y Heidi lo notó. Decidió dar por terminada la rueda de prensa, que para los ojos del mundo del espectáculo era una primicia y para los periodistas financieros parecía generar controversias sobre la vida de los empresarios.

Dejé a Heidi en casa y me dirigí hacia la residencia familiar junto con Nam. Estábamos a dos semanas de la boda y Nam había decidido apoyarme en todo. Sabía lo que pensaba, pero no mencionaba nada al respecto. También tenía que contarles a mis padres sobre la decisión, aunque sabía que no les gustaría la idea.

"¿Por qué no habías venido antes, hija?" - preguntó mi abuela al verme.

"Con la nueva inversión tengo mucho trabajo, abuela, pero ahora estoy aquí donde están los demás" - respondí.

"Tus padres salieron a una cita. Ya sabes lo melosos que son. Y tu abuelo está fuera del país" - comentó mi abuela.

"Abuela, yo... Me voy a casar en dos semanas" - le dije, mirándola directamente a los ojos.

"Es una broma, ¿verdad? Nam, están jugando, ¿no?" - preguntó mi abuela, sorprendida. Nam simplemente bajó la mirada.

"Sé que no vendrás, pero solo quería contártelo" - le respondí, con cierta tristeza en mi voz.

"Pensé que, al fin, reaccionarías. Que harías algo diferente. Te amo, Freen, pero creo que estás cometiendo un error. Espero que no te arrepientas, porque tus decisiones afectan a quienes te rodean" - dijo mi abuela, con un tono de preocupación.

No sabía a qué se refería exactamente mi abuela, pero ya no había vuelta atrás. La decisión estaba tomada y yo iba a intentar seguir adelante con mi vida.


Charlamos un rato más con mi abuela, le hicimos compañía y, entrada la noche, nos retiramos de la residencia. Deseaba descansar, porque sabía que al día siguiente tendría que enfrentar la rueda de prensa y responder a cientos de preguntas de otros reporteros. Sería un día estresante.

El Lazo Que Nunca Se RompioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora