Lunes / 12 de junio
Día soleadoEl despertador retumbaba en los oídos de un muchacho pelinegro. Emitiendo un gruñido, levantó su mano para golpear el aparato y silenciar ese molesto sonido. Abriendo sus ojos, miró el techo del hogar; era el inicio de otro día. ¿Cuándo había perdido la emoción de despertar y esperar un nuevo amanecer? Suspirando con pesadez, se levantó de la cama, mirando a su lado para encontrarse con su hijo durmiendo, aferrado a un peluche de conejo con algunos trozos ya descosidos. Pepito dormía con él desde que se mudaron a ese departamento que solo tenía una habitación; era un sitio pequeño y un poco apretado, pero era un "hogar" digno; lo importante era tener un techo encima de sus cabezas. Acomodando las sábanas encima del menor y abriendo la ventana para dejar entrar un poco de aire en ese sofocado lugar, se retiró a la sala/cocina. Dando un gran bostezo, encendió una vieja televisión y se dispuso a darse un baño y preparar el desayuno. Desde hace semanas había perdido la motivación en sus acciones, ocasionando que cometiera más errores de lo habitual, ya sea rompiendo cosas por accidente o haciendo comidas desabridas y quemadas. Era algo frustrante para él no ser capaz de cocinar adecuadamente, pero tampoco tenía ánimos para mejorar; se sentía agotado y muy acabado como para esforzarse con algo que le estaba saliendo tan mal. Debido a sus fallas constantes, prefirió recurrir a las comidas congeladas y sopas instantáneas que a veces no tenían muy buen aspecto debido a la marca tan económica que compraba. Pepito, en más de una ocasión, se quejó del sabor, pero aceptó comer todo lo que su papá le ofrecía sin poner quejas o resistencia; no era lo más saludable para un niño tan pequeño.
Una vez se dio un baño, se vistió con su uniforme de oficina. ¿Tenía tiempo para preparar el desayuno ese día? Si corría a la estación de tren, tal vez llegaría a tiempo; era mejor hacer algo simple. Sacando de la alacena una caja de cereales y de la nevera un galón de leche, decidió preparar un simple tazón con cereales para él y para Pepito. Suponiendo que llegaría al anochecer, preparó las comidas que el niño debería meter al microondas para que pudiera comer durante su ausencia. No era responsable dejar a un niño sin atención por tanto tiempo; lamentablemente, Quackity no podía recurrir a nadie más para dejar a su hijo, además, Pepito ya sabía utilizar el microondas y sabía que no debía utilizar la estufa o aparatos peligrosos. Era descuidado, pero no había otra opción.
(Quackity): Ya casi no hay leche, debo hacer las compras... Ugh... No tengo ni siquiera tiempo para eso... ¡Pepito, ya levántate y ven a desayunar!
El grito de su padre despertó al niño, que de un salto se levantó. Tallando sus ojos y soltando un bostezo, el menor tomó unas gafas redondas de una encimera y se las puso antes de bajar con mucho cuidado de la cama; su cuerpo era un poco pequeño para bajar rápido de un sitio tan elevado. Corriendo a la mesa con su peluche, se abalanzó a los pies de su padre, dándole un fuerte abrazo.
(Pepito): ¡Buenos días, papá!
(Quackity): Buenos días, campeón. ¿Dormiste bien? Hoy debo irme un poco más temprano de lo habitual. Te dejé las cosas en la encimera de la cocina, ya sabes cómo usarlas.
(Pepito): ¡Sí!
Pese al malestar que Quackity tenía con su día y su rutina, se sentía feliz de ver a Pepito sonreír; ver su rostro lleno de esperanza era lo único que lo mantenía cuerdo en esa vida tan caótica. Levantando al niño, lo colocó en una silla especial para él: una silla de bebés. Le acercó el plato y se apresuró a comer el suyo e irse cuanto antes. Mientras ambos comían el timbre de la puerta resonó en todo el lugar. ¿Acaso...? Muy probablemente era un cobrador o peor aún, alguien que quería llevarse al niño; no era la primera vez que alguien iba a revisar la casa y a amenazarlo con retirarle la custodia de Pepito. Tragando saliva sintio como sus manos temblaban del temor que aquel pensamiento fuese real. Levantándose con pasos ligeros se acerco a la puerta, abriendo con sumo cuidado y mirando por la abertura quien era. La última vez fingió estar muy enfermo y logró ahuyentar al cobrador, no sabía si esta vez podría hacer lo mismo.
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Un Deseo A Una Estrella | QSMP | | AU | | Spiderduck |
FanfictionLa ambigua creencia de que los deseos pueden cambiar la vida de las personas ha existido desde tiempos primigenios. Los deseos pueden convertirse en una esperanza que aferra a las personas a la creencia de que algo mágico e inexplicable solucionará...