Capítulo #4

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Capítulo#4: Mentes oscuras.

Jorge García:

Era tarde.

Los adolescentes que estudiaban en esta institución se habían marchado hace horas. Sólo quedábamos los empleados que brindaban conocimientos a sus mentes y yo, el mayor responsable de que cada cosa se mantenga en su lugar.

Todos los profesores me miraban con una seriedad bastante extensa, dándoles valor a cada suspiro que yo provocaba, ya que sabían que hasta la respiración dentro de este lugar valía oro.Me mantenía en mi lugar, el silencio reinaba en la sala que con esfuerzo y sacrificio puedo llamarle oficina.

Y eso era lo que más valía para mí.

Nada más.

O al menos así debe ser.

La paciencia era la clave de todo mis éxitos, y a pesar de que a los ojos de todos sea solamente una palabra, es la clave.

Créanme, que hay que tener toda la paciencia del mundo para estar en mi lugar.Así como muchos de mis empleados la tuvieron.No tuvieron demasiado, pero sí lo que se merecían.

Lo que más me gustaba de todos mis empleados es que saben qué es venir desde abajo, gracias a que todos vinimos del mismo agujero negro y profundo en el que vivíamos desde la infancia.

Todo era duro, sí.

Pero era solamente una etapa en la que salimos y ya nos mantenemos todos de pie luchando por lo mismo.

De repente, escuché un llanto afuera de mi oficina.

Ya era hora.

Una mujer de pelo corto y marrón se encontraba con la respiración completamente agitada y con lágrimas corriendo por sus mejillas coloradas de tanto llorar y con una buena figura. A su lado, se encontraba un señor tomándola de la mano; suponía que era su pareja. Era un señor de pelo negro y bastante alto y apuesto.

Ambos tomaron los asientos que estaban vacíos y la señora pide perdón por su llanto constante. Yo le muestro compasión en mi rostro y ella se seca las lágrimas con un pañuelo que sostenía en su mano.

–Esperen un poco más, solo falta una persona en la sala.

Todos se mantienen en silencio. Las manecillas del reloj corrían a una velocidad bastante rápida a mis ojos.

Como siempre llegando tarde, y así piensa ocupar mi lugar.

Hablando del rey de Roma...

Abre la puerta rápidamente y se encuentra con todas las miradas de los que habitaban en mi oficina, sobre él. Pide tantas disculpas como fueron necesarias y toma haciendo.

–¿Podemos empezar con la reunión?–Pregunto y todos aceptan–Bueno, hoy vengo a hablar sobre lo que ocurrió en la tarde de ayer con Stephanie James.

A la madre de la chica se le escapa un sollozo y hunde su cara en los brazos de su pareja, el hombre que consolaba a su mujer seguía con aquella cara de tristeza por la pérdida de su hija.

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