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Los demonios se dejaron estar en el hotel tranquilamente en el hotel, cada quien estaba en su mundo del hotel, y el rey del infierno estaba en su habitación nuevamente, seguía del mal humor que le había provocado el venado sarcástico y odioso, o al menos ese apodo le había proporcionado.

El rey de entretenía haciendo unos cuantos patos de goma, tenía una gran paciencia elaborando los diseños y las habilidades características de cada pato, ahora estaba haciendo un pato de oso de peluche, terminaba de pintar los ojos paciente y perfectamente, hasta que por fin termino su diseño, lo secó rápidamente y con algo de su poder le coloco un sonido característico.

El ángel caído estaba tan concentrado en su obra, tan emocionado, que había ignorado completamente el sonido de la puerta abrirse lentamente sin tocar antes, solo sintió la respiración de un demonio en su cabeza y se exaltó, usando sus poderes para estar más atento, en una posición distinta y de ataque, con su versión demoníaca a la vista, se veían sus cuernos y distintos rasgos distintivos.

A la defensiva, se llenó de rabia al ver qué era el demonio de la radio, quien había estado cureosando con algunos patos de goma que tenía sobre la mesa el rey del infierno.

-¡¿Qué carajo haces aquí estúpido venado?!

Dijo el ángel caído con mucho enojo en su ser, lo había asustado, había sacado su forma demoníaca y lo había interrumpido, una interrupción tan desagradable.

-Charlie me ordenó dirigirme hasta aquí su majestad.

Contesto con gracia y un punto de sencillez, observando la colección de llamativos patos de goma, cada uno caracterizado con una cierta temática, se veía asombrado por la imaginación y el lado infantil del rey.

Lucifer suspiró con pesadez, dándole una mirada de disgusto y odio hacia el venado allí, le incomodaba y enfadaba su presencia en la habitación, lo observaba y cuando el venado quería tocar algo, el le pegaba en la mano para que no tocará nada. El venado parecía muy curioso, y por esa curiosidad recibía constantes golpes, no podía tocar nada, y si Lucifer hubiera podido, le hubiera pegado una patada en las piernas para que sus pies y zapatos no tocarán en suelo.

La tentación y la persistencia del demonio de la radio estaba empezando a desesperar al rey, el más bajo allí se desesperó y gritó, sacando sus cuernos demoníacos.

-¡¿ACASO NO PUEDES NO TOCAR NADA POR UN SEGUNDO?!

Dijo el ángel caído con sus ojos rojos y sus cuernos demoníacos, dando a entender que realmente Alastor era alguien que le enfadaba con toda su alma vieja, ya ni las bromas, ni sarcasmo, era odio puro.

-Disculpeme majestad, al parecer le molesta mi presencia. Y tampoco es que yo quiera estar aquí

Dijo Alastor con una gran sonrisa sarcástica en rostro, y lo último mencionado lo dijo en voz baja, pero absolutamente nada discreto.

-¿Y por qué no te largas de aquí?

Dijo el rey con gracia y un sonrisa, imitando la actitud del más alto allí, sentándose a su lado y poniendo su mano sobre la suya para joder un poco.

El rey pudo observar como el demonio de la radio soltó un jadeo de al parecer asco, su cuerpo recibió un escalofrío y retiró su mano inmediatamente.

- Esto es demasiado, me retiro.

Dijo Alastor se convertía en esa sombra negra y espesa, y se retiraba rápidamente de la habitación. Lucifer había logrado darse un gusto, había incomodado lo suficiente al demonio de la radio como para hacerlo perder su papel sarcástico y persistente, y hacerlo huir rápidamente.

De ese acontecimiento, el ángel caído rió como nunca antes, le dio una gran gracia que ese suceso haya ocurrido, ya tenía como molestarlo lo suficiente, el contactó físico y el sarcasmo era suficiente como para hacerlo huir como perro acorbadado.

El rey rió un rato más hasta el cansancio, se había puesto de buen humor, y por impulso salió de su habitación, sonriente y con su bastón en manos, su vestimenta elegante y su actitud mucho mejor que nunca. Alastor lo podía ver de lejos, como el rey del inframundo convivía mucho más animadamente con los miembros característicos del hotel, varias veces recibía miradas extrañas, sin embargo, no decian nada al respecto, incluso estaba mucho más permisivo, parecía haber tenido toda la alegría de en años.

El demonio de la radio suspiró molesto, ese ser tan poderoso era tan difícil de llegar, y el también no podía entenderse a si mismo, cada paso de su plan de arruinaba, a ese paso tendría que rendirse ante la idea de ser el rey del infierno, en las sombras de las afueras del hotel, pasaba una de sus manos por su cabello y cabeza, suspirando frustrado, era tan jodidamente estresante, tener que soportar a la princesita risueña todos los días, a un puto depravado, un amargado, una emo y a su querida Niffty, ella compartía su manera de pensar, eso lo tranquilizaba bastante.

La desesperación lo ahogaba, aunque ese maldito trato lo ahogaba aún más, podía ver esa maldita cadena verde al rededor de su cuello, ahogandolo cada vez más y más, necesitaba avanzar con el plan rápido, si no quería acabar con la última oportunidad que tenía...

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Hola nuevamente espectador, se que este capítulo fue algo de relleno, lamento eso, trataré de darle actualizaciones mejores, ¿Les gusta mi narración? Aún no lo sé.

Le agradezco su atención, un cordial saludo.

Atte: IamYeray, su escritora.

Pecadores. -Radioapple-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora