El sol se asomaba tímidamente sobre el horizonte, teñido de colores rosados y dorados, mientras los primeros rayos de luz iluminaban la mañana de abril. Una alarma sonaba insistentemente durante varios minutos, acompañada de gritos y golpes en la puerta. Un bello durmiente seguía en su ensoñación, haciendo caso omiso a todo lo que ocurría a su alrededor. Pronto, los sonidos cesaron, ya que el ser durmiente no mostraba ninguna señal de vida y Yuji, su hermano, no tenía intención de llegar tarde a su primer día en la preparatoria "Tomoe Gozen".
El tiempo continuaba su marcha implacable, sin mostrar clemencia ni consideración. Cuando Sukuna finalmente despertó y vio su teléfono, se dio cuenta con sorpresa de que solo quedaban 15 minutos antes de que comenzaran las clases. Sintiéndose indiferente ante la situación, dejó su teléfono en la mesa de noche y se volvió a tapar con las sábanas. Estaba profundamente cansado de la escuela, considerando seriamente la posibilidad de abandonarla. No encontraba motivación ni ganas de volver, pero un pensamiento cruzó su mente, helándole el cerebro y deteniendo su corazón: Yuji, su hermano menor.
Sukuna estaba agotado de ser un mal ejemplo para su hermano. En años anteriores, había sido expulsado de varias escuelas debido a su comportamiento impulsivo y rebelde. Para él, provocar peleas era algo normal; era como una bomba esperando a cualquier chispa para explotar. Nunca evitaba un enfrentamiento cuando lo desafiaban. Ahora que Yuji asistía a la misma preparatoria que él, Sukuna no podía permitir que juzgaran o involucraran a su hermano con su actitud. No quería que Yuji tuviera que cargar con su nombre.
Lanzo las sábanas hacia atrás, estaba con su ropa interior negra, sin camisa, su cuerpo eera tonificado, marcado por músculos bien definidos y decorado por tatuajes negros que recorrían su cuello, torso y brazos. Le encantaba su apariencia, con un toque de intimidante y rebelde.
Se incorporó, cruzo sus piernas y volvió a coger el teléfono, las 08:20 hrs.
-Mierda! – exclamó Sukuna con enfado. Lanzó el móvil a su cama y se levantó inmediatamente con rapidez.
Salió disparado de su habitación. Reinaba el silencio en el hogar. Probablemente todos ya habrían salido para la escuela o el trabajo, era común que despertará tarde y sin su familia en casa. Se duchó rápidamente, aplicando un poco de champú, acondicionador y jabón, seguido de un rápido lavado de dientes y enjuague. Después de secarse, se vistió con su uniforme con rapidez y se detuvo frente al espejo. Acomodó su cabello hacia atrás y realizó algunas expresiones faciales para asegurarse de que seguía luciendo atractivo como siempre. Le encantaba cómo sus tatuajes faciales se veían con cada gesto que hacía. Luego, tomó su mochila de cuero sintético y su katana, guardó el desayuno y las colaciones que le habían dejado en la mesa del comedor, y salió de casa a paso normal hacia la escuela. Para él, haber salido de su casa a tiempo ya era un gran logro.
Hace dos meses, la familia se mudó a Tokio. Kaori, la madre, consiguió un nuevo empleo como profesora de física en la preparatoria "Tomoe Gozen". Sin embargo, el verdadero motivo del cambio era el ingreso de Yuji a la preparatoria, y sus padres deseaban brindarle la mejor educación posible en sus últimos años de estudio. La reputación de excelencia académica de la preparatoria Tomoe Gozen era conocida a nivel nacional, y aunque Yuji tenía calificaciones promedio, siempre había destacado por su habilidad para trabajar en equipo. Por ello, Kaori y Jin querían potenciar al máximo las habilidades de su hijo para que pudiera optar por una profesión bien remunerada e importante, como medicina o ingeniería.
En contraste, Sukuna tenía excelentes calificaciones, pero ya había comunicado a su familia que no estaba interesado en asistir a la universidad. A pesar de ello, entendía los esfuerzos de su padre por garantizar una educación adecuada para Yuji. Sus buenas calificaciones eran su única salvaguarda contra la posibilidad de ser enviado a un reformatorio.
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I Want You - Sukufushi
Fiksi PenggemarCon su antebrazo derecho golpeo el brazo de Sukuna y con el otro lo empujo hacia atrás. Megumi sonrió, lo había logrado. Por su parte Sukuna estaba fascinado, mirando sus movimiento y ojos azules, no se sentía molesto por lo que acababa de ocurrir...