La gracia que nos calienta

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Capítulo 5: La gracia que nos calienta.

Castiel estuvo esperando bastante rato a Dean, pero el único que volvió fue Crowley con una chaqueta negra de cuero, la cual le hacía juego con su pantalón. Se veía muy retro. No solo le trajo agua, sino también comida, un par de hamburguesas sabrosas dignas delicias de los gustos de Dean. Fue un pequeño disfrute, pese a ser un prisionero de demonios. Esperaba que fuera por poco tiempo, después de todo, los demonios eran caprichosos y terminaban perdiendo el interés como si fueran niños con juguetes.

Así llegó Dean, aunque no perdió el interés todavía y agregó otro juguete a su colección: un collar de perro. Lo traía en la mano, entonces recordó la vez que le dijo que quería una mascota.

—Te dije que no quiero ser tu mascota —respondió Castiel cuando lo vio.

Dean quedó sorprendido y parado en la puerta de la habitación. Miró el collar y luego a Castiel con sospecha.

—¿Puedes leer la mente?

—No, pero intentaste ponerme eso antes.

—¿Cuándo?

—Cómo que cuándo, la primera vez que me follaste. Allá en el búnker.

—Yo no traté de ponerte un collar esa vez —se defendió Dean.

—Me mostraste el collar, no recuerdo mucho del acto, pero si tengo esa visión.

Dean frunció el ceño con sospecha.

—Creo que estabas muy confundido por la fiebre, porque eso no pasó —dijo Dean.

—¿Me violaste esa vez y no te acuerdas?

El demonio incriminado comenzó a mirar hacia todas partes como tratando de buscar las imágenes en su memoria, pero no encontró el dichoso collar en la escena.

—Eh, no, no pasó. Primera vez que traigo el collar y tenía pensado hacerte mi mascota.

—No mientas. Eso pasó.

—No pasó. ¿De dónde sacaría ese collar? En el búnker no hay perros —razonó Dean.

—Lo llevabas puesto o en los bolsillos cuanto te llevó Sam.

—¿Llevarlo puesto? ¿Acaso estás loco? ¿Estás pensando lo que hablas?

Castiel por primera vez dudó de sus palabras. Esa vez estuvo muy confundido a causa de la fiebre, incluso pensó que no lo había violado, sino solo tratar de humillarlo y matarlo. Quizás lo mencionó y su enfermedad hizo lo demás.

—Es verdad que no recuerdo mucho de ese incidente.

—En ese caso te contaré lo que sucedió. Me escapé de los jueguitos de Sam. La cura de la sangre no funcionó y traté de matarlos. Después de golpearte. te tomé de un brazo y te arrastré hasta la celda donde te follé. Luego me fui. No hubo juegos de mascotas.

—¿Te fuiste? —Ahora era Castiel el extrañado.

Dean sabía a lo que se refería Castiel. Salir así sin más ni el mismo lo entendía. No sabía la razón de perdonarles la vida a esos dos. Un silencio extremo inundó la habitación.

—Yo lo llamé.

Ambos dirigieron la vista hacia la puerta y vieron a Crowley parado en el umbral. Castiel lo miró extrañado, pero él sacó el celular y lo mostró.

—¿Sam no te lo quitó? —preguntó Castiel.

—Me lo quitó, pero olvidó apagarlo. Fui a buscarlo y después olvidé lo que estaba haciendo y decidí irme —agregó Dean como si nada.

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⏰ Última actualización: Mar 09 ⏰

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Derrotado por un demonio (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora