"Descubriendo la verdad"

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Capítulo 2: Descubriendo la verdad.

Nunca supo donde iría cuando muriera, pero pensaba que desaparecería, simplemente, dejando de existir. Ahora que Dean era un demonio, no había posibilidad de que fuera al cielo y ya nada importaba, solo se dejó ir.

Fue una sorpresa cuando despertó en su cuarto del búnker como si despertara de un mal sueño. Los ángeles no soñaban, tampoco dormían, pero si estaba tan mal, debía estar muerto ahora mismo. Trató de levantarse de la cama y sintió un mareo que lo tiró de regreso a ella.

—¡Cas!

Dirigió la mirada en busca de esa voz. Cuando vio a Sam no pudo comprenderlo, pues estaba tan perdido que dudó de su existencia.

—¿Sam?

—Cas, soy yo.

—¿Estamos muer... muertos...?

—No, vivos, estamos vivos.

—No puede ser...

Sam hizo una mueca comprensiva. Entendía la confusión de Castiel en ese momento y trataba de no ser tan brusco con la realidad, aunque no parecía tan mala. Después de todo, estaban vivos.

—Aunque no me creas, estamos vivos. No me preguntes la razón. Cuando desperté seguía en la cocina donde caí de golpe. Fui a buscarte y te encontré medio muerto en la celda. Dean no estaba en ningún lado. Nos dejó.

—Vivos... —concluyó Castiel.

—Sí, vivos.

—¿Cómo es que sigo vivo? Perdí mis poderes.

—Eso tampoco lo sé.

—Yo...

Trató de levantarse otra vez de la cama y sintió un dolor extremo. Sam fue ayudarlo para regresarlo.

—Tranquilo, tranquilo. Debes descansar —le dijo.

—Yo... debía morir. La gracia, mi gracia...

—Lo sé Cas, pero todavía no estás fuera de peligro.

Eso lo hizo tranquilizarse. Era cierto, no podía ni moverse. Estaba igual que al principio, pero más adolorido, como si lo hubiera atropellado una aplanadora. Se sentía fatal.

—Creo que voy a dormir. Sam, si no despierto, debes irte. Deberías irte ahora mismo. Olvida todo y vete.

—No puedo dejarte aquí.

Castiel cerró los ojos y tomó sus manos sobre su pecho. Ya no había nada más que hacer que mantener vivo a Sam.

—Sí, puedes. Hazlo por mí, por favor, Sam. Cuando creí que moría, lo único que sentía era que tú estabas muerto y eso lo hacía todo peor, porque Dean ya no existía. Solo quedas tú ahora, no me hagas pasar por eso otra vez.

—Cas, no...

—Cuando muera quiero saber que tú estás a salvo. Mi muerte así no será tan dolorosa.

—¡Cas, Basta! ¡No morirás! ¡No dejaré que suceda eso! Buscaré...

—No busques nada ¿No lo ves? Por eso estamos así.

Solo faltó que dijera que estaban así por buscar a Dean y sería cierto. Nada de esto hubiera pasado si seguían tratando de salvarlo, algo que el propio Dean no quería. No dijo nada más, porque el cansancio le ganó y Castiel se quedó dormido. Sintió algún llamado de Sam entre el sueño.

El sueño no estuvo mal. Fue uno bastante subido de tono con los labios de Dean en su boca y en su cuerpo. Varias veces lo vio desnudo, en especial cuando se hacía invisible ante sus ojos. No es que lo espiara, sino que llegaba en momentos inadecuados. Entonces, lo apreciaba como la obra maestra de Dios, y eso era en realidad, un exponente digno de la creación, pero ahora se sentía diferente cuando tenía este sueño y debía ser porque ya no era un ángel, sino un humano, con todos esos sentimientos avasalladores de ellos que podían volver loco a cualquier ser celestial. Así estuvo tranquilo, ahora que sabía que Sam estaba bien.

Derrotado por un demonio (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora