Capítulo 5 : Los Errantes

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23 de diciembre de 2034

Chester, Illinois 

18:30 pm

CLAIRE

El sol se ocultaba lentamente en el horizonte mientras nosotros avanzábamos con cautela por el sendero desolado. A medida que nos acercábamos al lugar dónde se suponía habría un refugio, una extraña sensación de anticipación y ansiedad se apoderaba de mí. Nos detuvimos en seco al ver aparecer en el horizonte un puesto de control fortificado rodeado por alambre de púas y guardado por figuras amenazadoras armadas.

Me baje silenciosamente del caballo y agarre mi arco con fuerza. Mi corazón latía con una fuerza desmedida en mi interior; a la vez que evaluaba la situación con precaución, me di la vuelta e hice una seña de silencio hacia Ezra y su hija. Él asintió, tomando la mano de su hija con firmeza y protegiéndola con su propio cuerpo, mientras enfrentabamos la incierta amenaza que se cernía sobre nosotros. La niña nos miraba con ojos grandes y asustados, sin comprender completamente la gravedad de la situación.

Cada vez estábamos más cerca del puesto de control, una voz ruda resonó desde el interior. Apreté los dientes, preparada para lo peor, observando frente a mí a lo que parecían ser saqueadores que controlaban el camino hacia lo que parecía ser una fortaleza. Detrás de ellos, un hombre imponente con una mirada fría y despiadada se encontraba armado, emergiendo de entre las sombras. Sus ojos brillaron con malicia mientras nos evaluaba detalladamente con una mezcla de desdén e interés.

—¿Qué tenemos aquí? —gruñó con arrogancia y superioridad—. ¿Pensaban que podrían pasar sin pagar el peaje?—preguntó en un tono de burla.

Vi a mi alrededor contando los hombres; eran diez, y contra dos personas no era lo más equitativo para nosotros, a decir verdad. Aún así sabía que no podía retroceder ahora, no cuando aún debía encontrar la cura que podría salvar a la humanidad, o al menos intentarlo. Me preparé para enfrentarme a ese hombre y a su grupo de saqueadores, dispuesta a luchar con todas mis fuerzas.

19:00 pm

—Bueno, entonces díganme ¿A dónde creen que iban sin pedir permiso, eh? —preguntó con su insistente tono de burla, el cuál empezaba a irritarme.

—No es de tu incumbencia, no estamos buscando problemas, así que déjanos seguir nuestro camino —respondí sosteniendo el arco en mi mano. Y era verdad; estaba agotada tanto mental como emocionalmente como para tener una pelea con unos saqueadores en ese momento. Además, no quería arriesgar a la niña y a su padre.

—¿Ah? ¿Con qué no buscan problemas? —se acercó a mí con lentitud—. ¿Y qué te hace pensar que los dejaré ir tan fácilmente? —dijo sosteniendo su fría mirada en mí con fijación.

—Sólo déjanos seguir con nuestro camino y olvidaré esta conversación. —respondí frustrada.

«De verdad, este imbécil no tiene la más mínima idea de la clase de persona en la que me convertí.» 

Una leve risa se escapó de sus labios ante mi respuesta—. Qué noble de tu parte, pero aquí las cosas funcionan de manera diferente —dijo, alejándose de mí y sosteniendo su arma—. Se los explicaré para que entiendan; nosotros controlamos esté territorio y decidimos quién vive y quién muere —agregó señalando el lugar.

—¿Qué es lo que quieres, imbécil? —pregunté ya alterada por la atmósfera que se estaba creando.

—¡Oh miren chicos! ¡La pequeña Claire resultó ser más valiente de lo que pensábamos!—exclamó, provocando la risa de los demás hombres armados.

—¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién te envió? —pregunté confundida, viéndolo con desprecio.

—Eso no importa ahora, tengo un trato para ustedes —informó señalándonos.

—No haremos ningún trato con ustedes.—sostuve firmemente.

Tomé mis cosas y me di la vuelta decidida a irme de allí para buscar otro camino el cuál me llevara a mi objetivo. Ezra y Abril hicieron lo mismo dispuestos a seguirme, pero el idiota se paró frente a nosotros impidiéndonos el paso.

—Bueno, parece que tenemos un problema entonces—indicó analizándome de pies a cabeza—. Tal vez necesites un poco de persuasión para ver las cosas desde mi punto de vista; no es buena la arrogancia en un mundo así.

En ese momento supe que esos tipos estaban dispuestos a matarnos o algo aún peor, conocía perfectamente a los de su clase. Guié mi mirada hacia Ezra y su hija, quienes observaban con preocupación la escena y entendí que no podía arriesgarlos. Tenía que pensar en algo rápido, algo que nos sacará de esa situación.

Hasta El Último Día (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora