Cap 6: Primera mañana en el capitolio.

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A la mañana siguiente me levanté temprano para empezar las sesiones de entrenamiento, si se pueden llamar así. Para desayunar había una especie de buffet pero a la mesa solo estaba Aileen.

– ¿Y los demás?

– Dormidos, ¿ Sabes que hora es?

– No, yo sólo me levanté a mi hora normal.

– Tu hora normal para quedar con Luke y Wyatt.

– ¿Entonces que hora es?

– Las 4 y media de la mañana.

– ¿Y se puede saber porqué estás despierta?

– No podía dormir.

– ¿A qué hora empiezan las sesiones de entrenamiento?

– A las 9. Lo que quieras hacer hasta esa hora lo eliges tú.

– ¿Tu qué vas a hacer?

– Darme un baño de tres horas, a ver si me ahogo.

– ¿Aileen, estás bien?

– No sé por qué lo preguntas.

– Porque tienes unas ojeras como si no hubieras dormido en dos años, además estás diferente.

– Es increíble lo mucho que te pareces a tu madre, en la personalidad también, ella siempre prestaba atención a los mínimos detalles.

– Supongo que no llevas bien lo de ser mi mentora, justo 10 años después de los juegos de mi madre.

– No, además te cogí cariño.

– Puedo ganar, que no se te olvide.

– Pero seamos realistas, ¿que probabilidad hay?

– Muy pocas, supongo que las probabilidades no están a mi favor.

– Sabes, tu madre me regaló después de que yo ganara los juegos un anillo que llevo siempre.

–Te lo puedo dar, y lo llevas como símbolo y el collar como una joya, lo importante es que te recuerde de quien eres hija, que tú madre luchó hasta el final. – Aileen tenía lágrimas en los ojos, una cosa rara en ella, era la primera vez que la veía llorando.

– Te prometo que ganaré, por ella y por Tyler.

En ese momento me derrumbé, intentaría ganar, claro, pero no me veía volviendo a casa.

– Es extraño, que el nueve me parecía  horrendo hasta ayer, es raro, que añore un lugar que nunca amé. No se que voy hacer, que estrategia seguir, si aliarme con alguien, que decirle a Flickerman, no se nada, siento que no voy a poder, siento que me van a matar, Aileen, no puedo hacer esto, no podré a nadie sin pensar en su familia, amigos o en si tiene alguien o algo que espera que vuelva a casa, es injusto que nos hagan esto, que nos obliguen a competir.

– Eres increíble, no tienes ni trece años y estás aquí, hablando de las cosas más serias del mundo, no es normal, no, que sacrifiquen a niños solo por diversión, no es normal tampoco que aquí se viva tan bien cuando hay muchos distritos que se mueren de hambre, y no creas que te acostumbras a matar, porque es la cosa más horrible de experimentar, hacen sufrir a gente, es injusto, lo se, pero es lo que toca y tienes que afrontarlo, porque la otra opción sería dejarse matar y se que no quieres eso, tú no, lo vas a intentar y vas a ganar, lo tengo claro, eres totalmente capaz, pero no te das cuenta, sal ahí y muéstrale a Panem lo que vales.

– Tengo miedo, mucho miedo, es un miedo que paraliza y que no me deja pensar, sólo quiero que acabe todo esto.

– Oh Willow, el miedo es normal, ahora ve a dormir, necesitas fuerzas para las sesiones de entrenamiento.

– Hasta después, entonces.

Entré en mi habitación y intenté dormir, pero no pude, así que pensé en darme una ducha, para aclarar ideas, además, hay que aprovechar que el agua está caliente, eran las cinco cuando empezé y casi las seis cuando acabé, al capitolio no le cobran el agua. Miré mi armario, lleno de ropa y me puse a probarla, alguna me gustaba, otra no tanto.

A las siete y media fui a ver si había alguien despierto, desayunando y me encontré a Michael.

– Hola, el entrenamiento no es hasta las nueve.

– ¿Entonces que haces despierta?

– Llevo tres horas despierta.

– Yo me acabo de despertar. ¿Sabes? Ahora me acuerdo de ti, hablaste muy bien de Nate en las entrevistas de los juegos pasado.

– Es muy fácil hablar bien de buenas personas.

– Fué totalmente injusto lo que le hicieron, y yo no colaboré a que se salvara.

– Pero si te hubieras presentado, a lo mejor tú estarías muerto y él aquí, en los juegos porque no podría vivir pensando en que estarías muerto para salvarle la vida.

– Ya, bueno, a lo mejor sí. Admiro lo que haces.

–¿El qué? Si se puede saber.

– Estar aquí, no haber roto a llorar delante de las cámaras, quieres ganar, pero no estás convencida de si vas a poder.

– Nada convencida, para nada.

– ¡Buenos días por mañana a todo el mundo! ¿Qué tal esos ánimos? – Dijo Dimitry entrando.

– Buenos días, yo estoy bien, dentro de lo que cabe, claro. – Contestó Michael.

– ¿ Y tú, Willow?

– Con ganas de tirarpe por la ventana que no hay.

– Anímate un poco, venga, hoy conoceréis a vuestros compañeros en la arena.

– Tu los llamas compañeros, para mí, si no demuestran lo contrario, son enemigos.

– Desisto, ¿Aileen sigue dormida?

– Dormida, dormida, no creo, más bien creo que lleva dos horas o más en la ducha.

– Pues voy a llamarla porque va siendo hora, vosotros dos id desayunando.

– Va, vamos.

– Si no hay más remedio.

– Oye, los que sirven que están callados, ¿Quienes son? ¿Que trabajo tienen?

– Creo que son avox, prisioneros por traición a lo que les cortan la lengua para que no puedan hablar.

– Que apetecible.

Empezamos a desayunar y llegaron Aileen y Dimitry, ya estamos todos, parece que van a anunciar algo, ya casi son las nueve.

– Bueno, como sabréis, hoy empezareis las sesiones de entrenamiento, que no se os olvide que también sirven para encontrar aliados.

– ¿Tengo que hacerlo?

– No si no quieres, pero te vendría bien, dado que juegas en clara desventaja.

– Me lo pensaré.

– Bueno, ahora vamos a desayunar, en 15 minutos os vais a vestir, ¿vale?

– Vale.

El resto del desayuno se desenvolvió en silencio, el cual rompió Dimitry.

– Si ya terminasteis, id a vestiros. En cinco minutos bajamos.

Los juegos del hambre de WillowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora